Freya se quedó pensando unos segundos.
—Lo mejor sería ponerlo en un espacio al que nadie podría acceder a menos que fuera un experto en ello… como un lugar virtual. Aunque no me especializo en eso, creo que lo mejor sería consultarlo con Angel.
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Ornella se había separado de Raining para curar al idiota de Kenneth. Más bien le estaba haciendo un favor, pues no lo soportaba ni un poquito, pero tampoco tenía ganas de estar aguantándolo estando en malas condiciones (pues supuso que debía ser insufrible).
Cuando a Kenneth se le acomodaron todos los huesos, simplemente no dijo nada, siquiera dio las gracias a su compañera. Se fue del lugar con varias cosas en mente. Se vengaría de quienes los habían golpeado. Empezaría por la que le dio el golpe de gracia: Artemis.
Pero ¿Cómo lo haría?
Luego de tanto pensar, se le ocurrió humillarla de la manera más vergonzosa que sus neuronas le permitieron concebir, con un plan que no iba a fallar.
Fue a la habitación de la joven, aprovechando que ya no había nadie quien recorriera los pasillos, y buscó entre sus pertenencias algún papel que estuviera escrito por ella. No sólo lo encontró, sino que también estaba firmado. Sonrió maliciosamente.
Él, malvado, empezó a falsificar una nota con la letra de Artemis, dirigiéndose a un profesor. ¿A quién podría poner? Debía ser un hombre para que todo saliera como en su retorcida imaginación. Eligió a Illie, más que nada por considerarlo un “maldito refinado” con el que se armaría una buena.
La nota decía: “Necesito hablar urgentemente con usted. Venga al claro del bosque en el valle a las 12:00 pm. Artemis Taylor”.
Lo más gracioso de todo es que en ese claro corría el río y una cascada donde había visto a Artemis varias veces bañarse desnuda allí. Y ya tenía los horarios de cuando ella lo hacía. La haría pasar la vergüenza de su vida, y con un profesor.
Acto seguido, se dirigió al apartado prohibido para los alumnos y dejó la nota de la supuesta Artemis pegado en la puerta del profesor Ilie.
Ahora debía esperar…
Se retiró lo más tranquilo.