— ¡Ah,duele! Pero aun así no es justo— Estaba completamente escandalizada, hasta que notó que el villano del juego estaba haciendo trizas al monigote que Raining debía estar manejando.
Al notar esto, prácticamente se le lanzó encima desde un costado, agarró los controles y derrotó al malo con una facilidad increíble. Puso cara de orgullo.
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—Tú y yo tenemos una mala suerte única.
Le estaba dando a entender que no tenía ninguna chance con él. Él simplemente no le atraía las chicas (como tampoco los hombres) por una cosa, una simple cosa que había visto en su vida que de alguna manera lo había traumado, había calado hondo en su psiquis: sexo. Desde esa vez, que le dio tanto asco que… bueno, empezó a odiar todo lo relacionado a ello, yendo al extremo incluso de no tener pareja.
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— ¿Por qué ya no te aceptan? Vas a ver qué voy a hacer despelote y te van a meter.
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Heinkel mantenía la cabeza en alto, firme, como si no estuviera arrepentido. Pero luego si pondría voz de arrepentimiento. Ella ahora era la clase de persona que podía llegar a hacer cualquier cosa por lograr sus objetivos.
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— ¡Igual el mío! ¿Te puedo preguntar la edad? Te digo porque algunos se ofenden un poco… Pero bueno, yo soy así – Inhaló aire, con aura victoriosa.