Nagisa estaba en la estación de tren tratando de cobijarse. Tenía el cabello lleno de nieve y la punta de la nariz congelada, literalmente.
Tampoco tenía idea de cómo había llegado ahí, después de todo, se había perdido y se sentía una tonta. Pero era tan orgullosa que no lo reconocería.
Trataba de seguir moviendo los dedos para mandar el mensaje, pero le rebotaba. Además comenzaban a dolerle las articulaciones del frío.
—Maldito Evolet, me dejaste plantada — Se quejó y se abrazó a sí misma. No podía ir a ninguna parte por estar perdida y además los transportes estaban paralizados. Para colmo tenía puesto un vestido mini con unos panties negros, un buzo y un abrigo. También bufanda y gorra, pero eso no era suficiente. Se abrazó las piernas y se puso a llorar como una niña perdida.