Cuando Yosuke se fue, se quedó dormida.
En medio de la madrugada hubo una tormenta muy fuerte. Despertó por el insoportable dolor que tenía. Era como si los ovarios y vagina fuesen a explotarle.
Se tocó la intimidad y notó que estaba muy húmeda. Y luego hizo lo mismo con la sábana. Se le había roto a bolsa.
Cuando los dolores se hicieron más fuertes, no pudo ni levantarse de la cama para ir a buscar su celular y llamar a alguien para que la ayudara.
En medio de una agonía y desesperada, agarró un espejo de la mesita de luz y un cuchillo del cajón y se cortó allí debajo con bastante precisión y comenzó a pujar sin la ayuda de nadie.
Al día siguiente, se escuchaban a los bebés llorar desconsolados a todo pulmón. Artemis estaba casi desmayada. Y el lugar estaba lleno de sangre.