—Papá… — Seguía explorando la casa , tratando de ver todo a su alrededor con lujo de detalle. Le daba curiosidad los objetos como el control remoto de la tele , el teléfono y enchufes.
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—No está nada mal para nosotros dos solos…
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—Sí, claro — Se acercó y le aplastó los huevos con la rodilla de forma maliciosa. Y dejó el peso de su musculosa pero delgada pierna allí, para matarlo de dolor…
En las siguientes dos semanas, Artemis se sentía muy mal. Por un momento pensó que algún enemigo de ella la había descubierto viva y le envenenó la comida o el agua.
Terminó yendo al médico porque expulsaba hasta bilis en sus vómitos.
—Usted lo que tiene no es una intoxicación — El médico estaba sonriente ese día — Así que no hay que preocuparse. Pero le recetaré hierro para los siguientes meses.
Se quedó confundida.
— ¿Tengo anemia?
—Es para evitarla. Felicidades, será madre.
Sintió por un momento que las venas de sus ojos estallaban de la impresión.
—Tengo ganas de vomitar…
Ese día estaba increíblemente deprimida, aun así decidió ir a contárselo a su papá.
—Dale la bienvenida al nuevo miembro de la familia — Comentó con sarcasmo entrando por una ventana, como de costumbre. No había nadie a quien presentarle — No te estoy tomando el pelo. ABUELO — Le tiró una indirecta. Aun así no parecía estar muy contenta , por su seriedad. Tenía unos papeles en la mano izquierda.