Se calmó un poco, aunque esta vez demostraba una actitud mucho más serena. Se le acercó a la cara, como si fuera a besarlo, pero no lo hizo.
—Vamos, que quiero mostrarte algo — Comentó casi en un susurro. Luego se separó y volvió a sonreír enérgica.
Lo condujo por un sendero de piedra en el que había muchas luces al costado del camino.
Aparentemente la mayoría de los puestos de habían ido, exceptuando el de flores.
—¡Ah! ¡Qué lindas! — Señaló unos lirios.