Ufff, qué años.
Mejor ni digo a qué jugaba yo (soy más vieja que todos ustedes)
=)
Dispénsame que te contradiga, Ellie :) Yo soy la más antigua aquí, pero qué caray; es como me dice mi hijo: que hay antigüedades que son muy valiosas y que yo soy una de esas reliquias.
Bueno, volviendo a los recuerdos de mi infancia... oops, cuánto tiempo ha pasado, pero recuerdo en especial uno, cuando alguien, una amiga de mi madre, me regaló dos pollitos y una gatita a la que le puse el nombre de Dona porque era café oscuro y tenía por todo el cuerpo unos círculos en café claro. Bonita la Dona, pero entonces debía amarrarla porque quería comerse a mis pollitos y una noche no pude escuchar sus maullidos porque estaba profundamente dormida. Sucedió que la gatita, como la tenía amarrada del cuello a la pata de una silla, comenzó a subir a la silla, luego a bajar, así hasta que en un salto, quedó colgando en el aire, pues enredó todo el lazo sobre la silla y pobrecita, se ahorcó todititita. Me sentí terrible cuando la encontré y sí, también le lloré. Fue un momento muy triste.
Mis pollitos crecieron y luego mi madre los mató para alimentarnos: ajá, fue otro momento muy triste, pero así es la vida, sin duda. No, pues, esos no son buenos momentos.
Es curioso como una de mis hijas, cuando estaba pequeña, le obsequiaron una gata que era muy parecida a la mía y hasta le puso igual. Mal final tuvo esa también.