Ozura
Escuchó ruidos provenientes de atrás de la estación, probablemente sería Ian o Aloe, al menos rezaba por eso. Apenas los caminantes se dirigieron hacia esa dirección salió de su escondite para volver a golpear el candado, ya estaba casi roto, faltaba un golpe y eso era todo. Sin embargo no se fijó de uno que seguía ahí ¿el por qué no se había fijado? bien, por lo menos ese caminante no tenía una pierna, brazos tampoco y se arrastraba como podía pero pudo lanzarse en contra de la infante. Con rápidos reflejos puso el arma que tenía entre la boca del caminante de manera que estaba mordiendo el palo del hacha. Cerró los ojos con fuerza, luchando con todo lo que tenía empujando a aquella cosa fácil de matar para un adulto, muy difícil para una niña. Comenzó a sollozar, pero sabía que no debía, debía ser fuerte. Escuchó golpes en la puerta, probablemente patadas para que se pudiera abrir esta, pero no llegarían, la mordería. No quería, no quería dejar a Ian ni a su hermano, no quería... apenas se dio cuenta sus manos estaban aferradas al mango del hacha que tenía sangre del caminante decapitado/mutilado en el suelo. Respiraba agitada, envuelta en sangre. No sintió ni cuando su hermano la abrazó, estaba en un estado de shock, sus ojos ámbar vacíos.
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Aloe
Esperaba pacientemente a los ruidos de Ian, cuando apenas los escuchó se acercó a la puerta, esperando que a la mínima posibilidad de que estuviera abierta entrar y poner a salvo a la pelinegra, peor después de unos cuatro golpes no escuchó más. Forcejeos y dos sombras fue lo único susceptible, inmediatamente se puso nervioso, el corazón comenzó a latir con más rapidez y fuerza, nunca había tenido esta sensación con nada, sólo le pasaba cuando su hermana estaba en peligro, más aún lejos de él. Ignorando que podría romperse una pierna comenzó a patear la puerta con fuerza, sentía que el candado estaba por ceder, las patadas no terminaban, respiraba agitado, enfadado, asustado. Sintió un alivio enorme cuando la puerta se abrió, entró rápidamente pero el alivio se desvaneció. Ozura estaba ahí en shock cubierta de sangre de un caminante que ella misma acababa de matar, dios...-¿Ozu?- susurra arrodillándose y abrazándola, no reaccionaba. -Ozu, contesta...- suplicaba.