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Autor Tema: La herencia del Conde. Cap. 5  (Leído 9386 veces)

DarkHime
« en: Febrero 14, 2011, 01:55 pm »

La herencia del Conde. Cap. 5
« en: Febrero 14, 2011, 01:55 pm »
Saludos.

Esta historia la tomé con los dos primeros capítulos comenzados, pero por X circunstancia, su autora ya no la continuó, así que los dejaré así y a partir del capítulo tres, la historia es mía puesto que la continuaré con mis propias ideas a partir del capítulo tres. La autora me ha cedido los derechos de los dos primeros capítulos xDD

Espero que me salga bien y si no... no importa. Nadie la leerá xDDDD

El protagonista original es rubio, pero lo modificaré y lo pondré pelirrojo... me gustan los pelirrojos y los ojos verdes.

Así pues, les dejo el primer capítulo xDD


Capítulo 1



Las sombras en el bosque se extendían lúgubres y la presencia de algo o alguien lo estremecieron, así que buscó con mirada bien abierta observando todos los ángulos del bosque, pero no vio más que árboles y vegetación de diferente especie, aquella propia de los bosques.

¿Por qué estaba en ese bosque si él recordaba haber llegado a su departamento y después de la rutina de todas las noches, irse a la cama?

La confusión se volvió preocupación cuando notó que estaba en un pequeño claro rodeado de árboles que se alzaban metros arriba, bloqueando cualquier rayo de sol…

¿Sol? ¿Cuál sol?

Al levantar la mirada, pudo ver entre las ramas que no había sol. Tampoco luna. Era aquella hora donde no se sabe si es de día o de noche. Esa hora que en ese momento se le antojó tétrica por la sensación de no saber qué estaba haciendo allí y a la vez sentir que aunque se encontraba solo, no lo estaba.

¿Qué lo acompañaba? ¿Qué? ¿O quien?

No había sonido alguno. Como si el bosque fuera un páramo infértil donde no habitaba nada animado. Ni pájaros, ni otro tipo de animal. Sólo él y… Esa extraña presencia que no sabía identificar.

“Vìctor”

El susurro de su nombre lo hizo dar unos pasos hacia donde creyó escucharlo.

“Víctor”

El susurro se escuchó en otro lado. Se volvió y ahora caminó hacia ese lado, pero un nuevo susurro de su nombre seguido de otro se escuchó ahora en todos lados, como si de un eco se tratara.

Giró sobre sus pies sin saber en donde detener su abierta mirada de ojos verdes.

— ¿Quién es?—preguntó en un grito— ¿Quién me llama? ¡Salga de donde esté! ¡Muéstrese!

El silencio volvió y con él, una neblina repentina inundó el lugar.

Con la neblina vino un frío que caló hasta la última cavidad de su ser. Un frío estremecedor que lo hizo titiritar cuando la blancura de ésta lo envolvió y fue inútil huir de ella porque había llegado para quedarse.

Espesa como nunca antes vio una.

Debía salir de allí, de ese extraño bosque que ya le estaba poniendo los cabellos de punta por la zozobra de no entender nada, así que abriéndose paso en medio de la neblina, buscó una ruta de escape.

Lo espeso de la neblina nubló la claridad de su visión, por lo que un fuerte choque lo detuvo y él se vio impulsado hacia atrás cuando golpeó el tronco de un árbol que no logró ver.

— ¡Maldito árbol!—gritó tocándose el rostro adolorido por el golpe concentrado en esa parte de su cuerpo— ¡Quítate de mi camino!

Bien. Quizás estaba demente. El árbol no se le atravesó. Él fue el torpe por no tener cuidado…

¿El árbol no se le atravesó? ¿Entonces por qué de pronto frente a él no hubo árbol? Alargó los brazos hacia adelante para tocar el tronco, pero no había nada frente a él.

Manoteó en la neblina con la intención de apartarla de su alrededor, por supuesto, el manoteo fue en vano, si bien notó que ésta se había puesto más espesa.

— ¡Con un demonio!—gritó con irritación— ¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy?

El silencio fue la respuesta. Volvió a moverse vislumbrando levemente un angosto sendero delante de él y hacia allá se dirigió, pero de pronto, otro impacto cobró un nuevo dolor en su rostro.

— ¡Auch!—exclamó llevándose las manos a la nariz— ¡Maldición! ¡Creo que me la rompí!

Con lágrimas en los ojos miró el maldito árbol enfrente de él. ¿De donde había salido? Retiró la mano y el tibio líquido rojo saltó a su vista cuando la miró.

— ¡Genial!—gritó con irónica exageración— ¡Ahora moriré desangrado!

El sonido de un repentino aleteo sobre su cabeza lo hizo alzar la mirada, estremecido no solo por la frialdad de ese frío siniestro, sino porque ese aleteo propició una ráfaga que logró mover sus rubios cabellos, sin embargo no pudo ver nada. Quizás fuera un ave, no obstante, si hubiera un ave, esta tendría que ser enorme, porque el aleteo fue de unas alas enormes. ¿Existían las aves enormes? Tal vez un águila arpía o quizás un buitre. No podía ser un avestruz porque esas no volaban y no creía que hubiera avestruces en este bosque…

Fue interrumpido de sus cavilaciones cuando el sonido del aleteo fue reemplazado por el fuerte crujir de las ramas de los árboles que comenzaron a ser movidas de manera salvaje. Como cuando un fuerte viento las azota, pero no había ni una ligera brisa, mucho menos viento.

Era más bien como si alguien saltara de árbol en árbol con una velocidad asombrosa, causando algunos desprendimientos de las ramas, las que fueron a caer a su alrededor y no lo supo porque las hubiese visto, ya que la neblina seguía cegándolo, sino por el pesado golpeteo al dar contra el suelo.

Ahora estaba bajo la lluvia de gruesas ramas que caían por doquier y junto con eso, un potente temblor de tierra lo hizo tambalearse.

Ahora sí asustado, corrió hacia donde recordó vislumbrar el sendero, pero se detuvo de repente cuando, disipándose delante de él la neblina un poco, le permitió ver el grupo de árboles que parecieron brotar de la tierra, acomodándose uno al lado de otro para formar un alto muro que le impidió la huída.

El miedo sentido se incrementó. Esto era una pesadilla. Se volvió para alejarse del muro, pero otro grupo de árboles brotó acomodándose también en un muro para detener sus pasos.

— ¡Qué rayos!

Sintiendo cómo su corazón latía acelerado por la impresión y el susto, miró boquiabierto como la neblina comenzaba a levantarse para formar una gruesa capa sobre un poco más arriba de su cabeza y las ramas de los otros árboles que seguían cayendo, se detuvieron allí provocando un sonoro estruendo al chocar contra ella. La neblina formó una especie de techo quedando entre las hileras de árboles.

Ahora también admirado, Víctor levantó la mano para tocar la gruesa nube. Como roca plana la sintió.

— ¡Dios!—murmuró— ¿Qué es esto?

La placa nubosa descendió un poco y Víctor se inclinó con temor. Si esa cosa caía sobre él, lo mataría. Era granito puro.

Caminó por el angosto sendero que los árboles habían formado, sin embargo, las ramas de las dos hileras bajaron entrelazándose para fabricar una red imposible de penetrar.

— ¡No!—exclamó él ya con pánico. Un movimiento arriba lo hizo inclinarse más cuando la placa de granito descendió — ¡Moriré!

Estaba encerrado en una fortaleza. Miró el otro extremo del sendero. Continuaba abierto, así que retrocedió sobre sus pasos y lo hizo inclinado porque su cabeza ya topaba con el techo, el que bajó unos centímetros más.

— ¡Moriré aplastado!—se lamentó impotente mientras apresuraba los pies, esperando angustiado que las ramas le impidieran el paso, pero estas continuaron sin moverse.

“Víctor”

El susurro pronunciando su nombre le llegó desde el extremo del sendero, el cual se le estaba antojando distante pues ya había caminado una buena distancia y parecía no llegar a él.

— ¡Aguarda!—gritó con voz angustiada cuando el techo descendió obligándolo a ponerse a gatas— ¡Ya voy! ¡Aguarda! ¡No caigas sobre mí!

Se desplazó apoyado en sus rodillas y las palmas de sus manos tan rápido como pudo. El sonido espantoso que hizo la placa contra los troncos de los árboles al descender más, lo llenó de pánico, pero lejos de quedarse inmóvil, siguió apresurándose sin importarle el dolor de sus rodillas y manos que caían sobre piedras y pedazos de ramas que se clavaban en su carne.

El sudor pronto lo empapó y la respiración se le aceleró, pero no por el ejercicio, sino por la intensa sensación de que sería aplastado.

La placa cayó otro tanto obligándole de nuevo a cambiar de posición al tirarse estómago y pecho contra piso y arrastrarse así, ahora más lento por la posición.

— ¡Voy a morir!—se dijo lastimosamente— ¡Voy a morir!

“Apresúrate, Víctor”.

El aliento del susurro pareció pasarle sobre el rostro. Sin detenerse, miró delante de él. La poca claridad se había esfumado y la penumbra lo invadía todo, así que no pudo ver más que oscuridad delante de él. La placa cayó rozando su espalda.

No había más que hacer salvo pedir perdón por todo lo malo que hubiese hecho. Moriría. La placa pegó contra su espalda y pudo sentir su peso. La sofocación comenzó a ser horrible…

Logró mover un poco la cabeza que ya tenía sobre el suelo y que la placa aplastaba. La piel de la oreja y mejilla se rasgó cuando se talló contra la placa que había tomado un aspecto áspero, arrancándole un gemido. En cualquier momento terminaría de aplastarlo. Con un gran esfuerzo, manteniendo el cuello arqueado de manera dolorosa, ubicó la mirada hacia ese extremo del sendero que inútilmente trató de alcanzar y aunque no veía más que oscuridad, sabía que de haberlo alcanzado, se hubiera salvado…

Abrió todo lo que pudo la mirada cuando vio surgir de la oscuridad dos pequeños y luminosos puntos rojos que parecieron crecer al acercarse veloces a él.

“¿Qué es eso”?, se preguntó en agonía. Ya no pudo abrir más los ojos porque ya estaban abiertos al máximo cuando supo lo que era.

Los brillantes y rojos ojos llegaron a él y la pronunciación de su nombre ya no fue un susurro, sino una gruesa y hueca voz de ultratumba que habló en su oído:

—Víctor… Ha llegado el tiempo.

La voz de ultratumba se carcajeó y la placa cedió…

— ¡No!—gritó Víctor Reyes sentándose en la cama.

Le dolía todo el cuerpo, la cabeza le punzaba y las lágrimas rodaban por sus mejillas. Con la respiración acelerada, así como el corazón, miró a su alrededor. Su habitación. Estaba en su habitación.

— ¡Dios! ¡Fue una horrible pesadilla!

Se sentó en la orilla de la cama bajando los pies descalzos al piso. Se llevó las manos temblorosas a la cabeza y pasó los dedos por su pelirrojo cabello. Su cabeza estaba bien. Él estaba bien.

...........................................................................................

Nos vemos xDD


 

Yemibella Desconectado
« Respuesta #1 en: Febrero 14, 2011, 04:39 pm »

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Re: La herencia del Conde
« Respuesta #1 en: Febrero 14, 2011, 04:39 pm »
OMG, genial sisisisisal fin estaba esperando esto
es que lo dejaron a medias y como que eso me molestó  >:( >:(
Pero por favor no te retires, haslo hasta el final
Oh, si que Victor esta a punto de vivir una experiencia unica.

En serio, la que escribio esto es una maestra y una perfecta para esto, lo se y tengo mucho que decirle...¡La admiro como mi maestra Ellie! vaya, si que me agardo mucho esto..
Bueno, espero saber mas asi que anda, cuelga los capitulos
Mucha suerte



Lauriis Desconectado
« Respuesta #2 en: Febrero 14, 2011, 07:59 pm »

  • La perfeccion es aburrida! lml
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Re: La herencia del Conde
« Respuesta #2 en: Febrero 14, 2011, 07:59 pm »
Ufff, que impresionante. Al principio como que no sabia si era una historia fictisia y lo uqe estaba pasando era real, o  er solo una pesadilla. Cuando averigue que era lo segundo, quede con mas intriga!
Los sueños, y mas de este tipo, siempre se producen por algo... que le pasará a Victor? De verdad quiero saber!
Felicitaciones a la escritora, espero la continuacion!

EmptyHeart Desconectado
« Respuesta #3 en: Febrero 16, 2011, 10:10 pm »

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Re: La herencia del Conde
« Respuesta #3 en: Febrero 16, 2011, 10:10 pm »
Que pesadilla tan genial porque no sabes de que se trata. ¿Qué clase de historia empieza así? Pero al final supe que era una pesadilla, menos mal. La realidad es peor.

Conti.

Saga Desconectado
« Respuesta #4 en: Febrero 17, 2011, 12:39 am »

  • Luchare hasta el final...
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Re: La herencia del Conde
« Respuesta #4 en: Febrero 17, 2011, 12:39 am »
Interesante, una buena idea comenzar con ese tipo de hitoria.
Debo acmitir que jamas la habia leido. Pero me llema la atencion, asi que tendre que pedir que continues por que la historia promete.
Estoy ansioso por saber como continuara, Victor ¿como será tu futuro?
Tienes que continuarlo pronto! ;)


Al final de todo, el cielo nos conecta. Mientras todos brillemos, no importa lo lejos que estemos seremos capaces de vernos dando lo mejor de nosotros mismos

DarkHime
« Respuesta #5 en: Febrero 17, 2011, 08:56 pm »

Re: La herencia del Conde Cap. 2
« Respuesta #5 en: Febrero 17, 2011, 08:56 pm »
¡Hola xD!

Pues sin mucho que decir, les dejo la conti xD



Capítulo 2


Sin dejar de bostezar, aparcó el auto en el terreno baldío, en donde ya estaban un par de patrullas y el auto de uno de sus compañeros. Aún estaba oscuro y el sol tardaría en salir, por ello, unos potentes faros que estaban sobre las patrullas, iluminaban cierto lugar. Después de haberlo despertado la horrible pesadilla, había recibido la llamada que fue causante de que saliera de su departamento para dirigirse a ese terreno ubicado afuera de la ciudad.

— ¡Por acá, Víctor!

La voz de Jorge Mora, su compañero de trabajo, le llegó desde en medio de la parte iluminada y por supuesto, Víctor pensó que no estaba ciego y ya lo había ubicado, así como las cintas amarillas que rodeaban toda la parte iluminada, por lo tanto, su invitación para ir a su lado, le molestó un poco. Como que no se sentía de buen humor. Al dirigirse hasta su compañero, pisó con cuidado tratando de no alterar la escena del crimen.

— ¿Qué tenemos aquí?—preguntó con sequedad al mirar un cuerpo a los pies de Jorge.

—Otro asesinato—respondió el compañero y amigo—igual que los otros.

Sí, Víctor ya lo había observado. Se acuclilló al lado del joven asesinado. El rostro del joven mostraba los golpes que había recibido sobre él y había heridas punzantes en su estómago, pero no fue eso lo que llamó su atención, sino la curiosa estaca que atravesaba el pecho, justo sobre el corazón.

—Idéntico a los últimos dos que hemos encontrado—murmuró mientras examinaba con atención el cadáver—Pelirrojo, complexión delgada, alrededor de veinticinco años…

Alargó el brazo derecho hacia Jorge y abriendo su mano, recibió el guante de látex que su compañero le pasó. Protegida la mano con el guante, para no borrar huellas o añadir otras ajenas, tocó uno de los ojos del cadáver y levantando el párpado miró el ojo.

—Por favor—se volvió a mirar a uno de los oficiales que pertenecían a las patrullas— ¿Quieres iluminarme aquí?

El oficial lanzó la luz de su linterna sobre el ojo abierto y Víctor frunció el ceño al mirar el color.

—Ojos verdes—musitó pensativo. Se juntó más su ceño cuando Jorge dijo:

—Se parece a ti, Víctor, igual que los otros dos.

Víctor le lanzó una fastidiada mirada, luego, miró la estaca clavada en el corazón del joven. Era una estaca de madera, pero desde la mitad para abajo podía apreciarse una mezcla de plata entre la madera y era esa mitad la que casi se había clavado en su totalidad en el corazón del desafortunado pelirrojo.

—Una bonita estaca—siguió hablando Jorge—Igual que las otras dos. ¿Crees que el asesino sea un cazador de vampiros?

Aunque el tono burlón se escuchó en su voz, Víctor lo miró con frialdad por un breve instante, después volvió su atención al cadáver. Levantó el labio superior para verificar que, al igual que los últimos dos asesinatos, este joven carecía también de los incisivos. Por alguna razón, el asesino despojaba de estos dientes a las víctimas.

—O un cazador de hombres lobo—continuó Jorge y una irónica sonrisa desplegó sus labios— ¿No se mata a los hombres lobos con plata?

—Deja de decir tonterías, Jorge—se levantó y miró a su alrededor—Esto es algo serio. Tres asesinatos con el mismo perfil en menos de una semana, nos enfrenta a un asesino en serie.

—Es un demente que creé que los vampiros u hombres lobos existen—recalcó Jorge—Mira la manera en que los mata. Pero lo que me extraña es que la estaca esté mezclada, así que anda en la caza de una cruza entre las dos especies…

La incrédula expresión de Víctor lo interrumpió. Se turbó un poco cuando  Víctor le dijo burlándose de él:

— ¡Vamos, Jorge ¡No creerás en esos mitos! ¡No existen los vampiros, ni los hombres lobo! ¡Mucho menos una cruza entre ambos! ¡Deja ya de ver películas de esas!

— ¡Yo no dije que creyera en esos mitos!—se defendió Jorge serio—Lo que digo es que es el asesino el que creé que existen, por eso los está cazando. ¡Creé que estos que ha matado, lo son!

Víctor suspiró cansado. De pronto, la imagen del bosque de la pesadilla llenó su mente. El ligero dolor de cabeza que sentía desde que despertó, se hizo más fuerte. Se masajeó las sienes y dijo en voz baja:

—Es una buena teoría.

Volvió a mirar el cadáver sin dejar de darse masaje.

“Víctor, ha llegado el tiempo

Levantó la mirada y la posó en Jorge, quien también estaba atento al cadáver

— ¿Escuchaste eso?

Su compañero lo miró extrañado.

— ¿Qué cosa?—le preguntó sin comprender.

—Ese susurro…

Víctor miró en torno una vez más. Fuera de esa parte iluminada por los faros de las patrullas, reinaba la oscuridad y no había nada.

— ¿Te sientes bien?—inquirió Jorge preocupado—Hace días que te noto algo raro.

—Estoy bien—respondió no muy convencido.

No le explicó a su amigo que desde que encontraran el primer cadáver con este perfil, el sueño había huido de él y que finalmente, cuando había logrado dormir un poco, soñó con su propia muerte.

—Si tú lo dices—murmuró Jorge observándolo atento—A mi vista te ves fatal. Estás demacrado y andas de un terrible humor…

—Deja esto, Jorge—le ordenó el rubio con voz molesta, mostrando así el humor que traía— ¿Y por qué demonios tarda tanto el forense y los demás?

Fue como si los hubiera invocado, pues el auto que transportaba al detective forense, así como la ambulancia, hicieron su aparición. A partir de ese momento, se sumieron en un laborioso trabajo buscando pistas que arrojaran luz sobre el asesino, no obstante, no encontraron nada y ya avanzada la tarde, después de practicarle la autopsia al asesinado, seguían en las mismas. Sin pista alguna.

— ¡Diantres!—exclamó Víctor moviendo todas las fotografías tomadas a los tres cadáveres asesinados de la misma manera que yacían desparramadas sobre una de las mesas de la sala de autopsias— ¿Quién eres?

La pregunta fue dirigida al asesino.

En sus dos años de agente al servicio de la ley, no había tenido un caso así. Él se había destacado como uno de los mejores agentes policiacos a pesar de su corta edad… veinticuatro años.

A los veintidós años, al terminar su carrera de criminología, había accedido a la oficina policiaca dando su primer año de servicio patrullando la ciudad, uniformado con el típico uniforme de policía, pero fue sólo cuestión de medio año que se dio a conocer como un buen agente de la ley, por ello, uno de sus superiores abogó por él y pudo entrar a la agencia especializada en homicidios y aún cuando era todavía un novato, se había conseguido un respetado lugar entre sus compañeros de experiencia por su ardua labor, así como su compañero Jorge Mora, quien era un hombre agradable y súper inteligente, pues su coeficiente intelectual superaba al de todos, aunque al parecer, es esta ocasión no les estaba ayudando de mucho su alto coeficiente intelectual, pues ninguno había dado con una pista que les ayudara a descubrir al asesino.

—Un gran problema—murmuró Jorge estirándose con pereza. Había dejado de ver las fotografías. El aburrimiento se reflejó en su rostro— ¡Tengo hambre, Víctor! ¡Vamos a la cafetería a comer algo! ¡No hemos comido nada en todo el día!

El demacrado rostro de Víctor se levantó y desvió la mirada de las fotos para enfocarla en Jorge con fría actitud.

— ¿Cómo piensas en ir a comer? ¡Debemos seguir buscando!

—Pues busquemos en otro lado. Aquí no hay nada. Después de comer, volvamos a la escena del crimen, quizás se nos escapó algo.

A regañadientes, Víctor lo siguió y cuando pocos minutos después se sentaron ante una mesa de las muchas que había en la cafetería del edificio donde estaba situada la morgue de la misma agencia policiaca y cuyas oficinas también estaban allí, anunció:

—No tengo hambre.

Jorge lo miró con seriedad.

— ¡Pamplinas! ¡Necesitas comer algo! ¿Qué te sucede Víctor? En los últimos días he visto que también has perdido el apetito y creo…

Se interrumpió cuando la mesera se acercó para pedirles la orden.

—Sólo quiero un café—pidió Víctor después de que su compañero pidió un suculento platillo de comida.

— ¿Ves lo que te digo?—continuó Jorge cuando la mesera se fue para traerles su pedido—Creo que deberías hacerte un chequeo médico. Quizás contrajiste un virus mortal o algo así.

Víctor lo ignoró y el preocupado amigo no dijo nada más. En silencio esperaron que la mesera les trajera su orden y cuando lo hizo, Víctor miró con asco el plato de comida que fue puesto frente a Jorge.

El asco creció cuando lo miró comer con gran apetito. El aroma que le llegó de los alimentos subió las náuseas a su garganta y para controlar el ansia de vomitar, bebió un gran trago de su taza de café, pero fue peor.

Un repentino sudor comenzó a perlar su rostro mientras sin poder controlar su asco ni su vómito, allí mismo se inclinó a un lado de la mesa y dejó salir de su boca ese líquido amargo que carecía de alimento alguno, evidenciando así que llevaba muchas horas, quizás días sin probar algo sólido.

— ¡Víctor!—gritó Jorge también asqueado de ver la escena, lo que fue exagerado en vista de que había visto cosas peores en su trabajo— ¡Qué asco!

Retiró su plato y miró con preocupación a su amigo que no dejaba de arquearse y aún cuando de sus entrañas no salía nada más, no podía dejar de hacerlo porque las ganas horribles de seguir vomitando no pasaban.

Cuando finalmente dejó de arquearse, se enderezó y su irritada mirada, nublada por el excesivo esfuerzo y llena de lágrimas, miró avergonzada a su compañero. Podía sentir las miradas de los demás comensales sobre sí y la molestia de ellos lo avergonzó más.

—Vámonos—dijo Jorge levantándose y el arrastre contra el suelo de las patas de la silla, provocó un sonido que para los oídos de Víctor fue escalofriantemente estridente.

— ¡Dios!—exclamó llevándose las manos a las orejas para sofocar tan agudo sonido mientras sentía partirse su cabeza por el repentino dolor que el sonido le provocó.

Justamente el mismo dolor que sintió cuando en la pesadilla su cabeza fue aplastada…

—Vamos—Jorge lo tomó por el brazo y lo ayudó a levantarse y así como el sonido de la silla, la voz de su amigo fue tan sonora que terminó por hacerlo gritar:

— ¡Cállate!

Jorge casi lo arrastró por el brazo para sacarlo de la cafetería. Poco a poco, mientras Jorge lo conducía al auto, el dolor fue pasando y Víctor pudo recobrar el control sobre sí mismo. Se detuvo renuente a continuar.

—Jorge, yo…

Su amigo lo fulminó con la mirada.

—Sube al auto—le ordenó con sequedad—Necesitas atención médica aunque digas que no.

Víctor negó con la cabeza con energía.

— ¡No necesito atención médica! ¡Lo que necesito es descubrir al asesino de esta serie de asesinatos! ¡Es esto lo que me tiene así!

— ¡Te llevaré con el médico…!

La melodía de su celular lo interrumpió. Al mirar la pantalla e identificar el número, sonrió con una sonrisa medio estúpida sin poderlo evitar, olvidando su resolución de llevar a Víctor con el médico.

—Es Elena—susurró con voz dulce antes de contestar y casi a continuación, su rostro palideció y no dejó de palidecer hasta que estuvo por completo blanco.

— ¡Jorge!—exclamó Víctor al verlo— ¿Qué sucede?

— ¡Es Elena!—gritó angustiado y asustado mientras corría para cerrar la distancia que había entre ellos y el auto— ¡Está en peligro!

Víctor lo siguió y mirando que su amigo sufría de angustia, tomó el lugar en el volante y sin pérdida de tiempo, se dirigieron veloces hasta el domicilio de Elena Costa, la novia de Jorge.

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Se movió sigilosa y fue a esconderse detrás de un librero cerrando con cuidado su celular. Las sombras comenzaban a invadir el interior de la casa, así que estas fueron sus aliadas.

Su corazón latiendo con rapidez por el pánico casi la sofocó, pero aún así trató de no quedarse inmóvil. Su vida estaba en peligro y no quería morir. Sólo debía mantenerse oculta del asesino hasta que Jorge llegara en su rescate.

Las pisadas cerca de ella le indicaron que el asesino sabía donde se había ocultado.

La silueta frente a ella casi la dejó inmóvil, pero recuperando el dominio sobre el pánico, alcanzó a moverse al tiempo en que lo que identificó como un sable, caía sobre ella con la intensión de atravesarla por el pecho, aunque no se movió lo suficientemente rápido, así que la punta del sable se incrustó sobre la parte superior de su brazo haciéndola gritar de dolor.

La silueta frente a ella sacó el sable de su brazo y levantando un pie, le dio un puntapié en el estómago. Otro grito de dolor fue arrancado de la garganta de Elena. Quedó adolorida sobre el suelo, sangrando en abundancia del brazo.

Se sintió levantada en vilo y quedó frente a frente con su asesino. Abrió enorme los ojos cuando su mirada turbia por el dolor se encontró con unos ojos negros, desprovistos de compasión. Fríos como la misma expresión de su semblante.

La chica frente a ella era hermosa. Su cabellera era negra, tan negra que azuleaba y era muy llamativa, así como el negro de sus ojos. Sumamente espantada, la miró levantar la mano empuñada con el sable y antes de que descargara el golpe final, Elena se atrevió a preguntar:

— ¿Por qué?

Sin que la despiadada expresión de la chica cambiara, susurró con voz desprovista de emoción:

—El rojo de tus cabellos, tu edad y tus ojos verdes, te han condenado…

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*w* Estoy sorprendida. No esperaba comentarios xDD Espero que apartir del siguiente capítulo, esta historia no pierda interés, pues ya será mía xDDD

¡Gracias por leer! ¡Saludos!

Yemibella Desconectado
« Respuesta #6 en: Febrero 18, 2011, 09:16 am »

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Re: La herencia del Conde
« Respuesta #6 en: Febrero 18, 2011, 09:16 am »
Whou, si que Victor se volvera loco con eso de los crimenes
en serio me encanta la faceta original, whi!!!, creo que esto sera mas fascinante si pones mas sangre  :o :o, suspenso mujer, jajajaa
Aunque sé que sera asi pues aseguro que lo haras...
Hmp, bueno pues Elena si que esta en la cuerda floja y esa loca asesina esta alli
¿Que pasará? ¿Que misterio habrá?
Espero la continuacion



Lauriis Desconectado
« Respuesta #7 en: Febrero 21, 2011, 08:15 am »

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Re: La herencia del Conde
« Respuesta #7 en: Febrero 21, 2011, 08:15 am »
Por que las cosas raras y escalofriantes le pasan a los que trabajan en crimenes y cosas asi o.o Porque no hay un... Heladero (?) que le pase esoo! xD
Debe ser MUY traumante participar en la solución de un caso donde un asesino maniatico mata a muchas personas que se arecen a ti! Pobre Victor ._.
Yo tambien creo que hay un loco cazavampiros por ahi y piensa que todos son pelirojos o.o Y pienso que Victor es un verdadero Vampiro y por eso le da asco la comida...
Aunque espero que no lo sean, los vampiros estan sobreusados o.o
Y si es un vampiro... espero que sea genial xD

Conti :3

Nostalgie Desconectado
« Respuesta #8 en: Febrero 25, 2011, 12:45 pm »

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Re: La herencia del Conde
« Respuesta #8 en: Febrero 25, 2011, 12:45 pm »
xDD

Niña, en verdad estoy ansiosa por leer la continuación. Ni siquiera tengo idea de cómo piensas continuarlo. xDD

Vamos, ya es tiempo que cuelgues la conti.

DarkHime
« Respuesta #9 en: Marzo 01, 2011, 12:14 am »

Re: La herencia del Conde
« Respuesta #9 en: Marzo 01, 2011, 12:14 am »
Dejo la conti xDD. Confieso que me costó muchos días y trabajo hacerla. No soy buena para esto xDD


Capítulo 3


Elena tomó con ambas manos, el brazo izquierdo de la extraña chica que la sujetó con fuerza del cuello bajo la barbilla, mientras veía con ojos llenos de lágrimas el sable levantado. Al ser empujada con fuerza contra la pared por ese brazo, su ansiosa huida fue impedida.

— ¡No, por favor!—suplicó aterrada, sintiendo la fuerza de la presión de la mano de la chica. Una fuerza extraordinaria que le estaba impidiendo el aire.

—Sí—susurró la joven y en el susurro, Elena vislumbró cierto placer.

La asesina llevó la punta del sable a la sien izquierda de Elena y cuando iba a clavarlo en su carne, la joven víctima movió su mano derecha con sorpresiva rapidez y de un certero golpe, clavo los dedos índice y medio en los ojos de la extraña, quien tomada por sorpresa, se echó para atrás liberándola de su poderosa mano, la que utilizó para tocarse los ojos lastimados que comenzaron a lagrimear.

Elena se movió alejándose del sable, corriendo de nuevo por la casa en un desesperado y último intento de salvarse, pero pudo escuchar los pasos ligeros de la asesina yendo detrás de ella.

En medio de la sala, Elena buscó con la mirada una ruta de escape y se dirigió a la puerta que daba acceso al patio trasero de la casa, pero no logró alcanzarla porque de pronto, fue arrojada al suelo cuando su enemiga se lanzó contra ella.

La extraña la inmovilizó con su propio cuerpo quedando ambas boca abajo. La depredadora se levantó clavando sus rodillas en la espalda de Elena y con su mano izquierda  presionó su cabeza contra el frío suelo. Elena gimió dolorosamente al quedar fija en el suelo bajo la fuerza brutal de su asesina. Fue cuando comprendió que la depredadora solamente estaba jugando con ella, pues con la gran fuerza que manifestaba al presionarla, bien pudo haberla aniquilado antes.

Un juego divertido para la asesina, quien con un ligero júbilo dibujado en sus frías facciones, levantó el sable con la intensión de atravesar a Elena por un costado, pero un repentino dolor en la mano que sostenía el sable, hizo que éste cayera al suelo.

— ¡Apártate de ella!—exigió Víctor, apuntándole con una potente arma de fuego.

La extraña se levantó con lentitud mientras miraba su mano herida. La bala la había atravesado limpiamente y la sangre goteando sobre la espalda de Elena, pareció ser abundante, sin embargo, sus facciones permanecieron serenas, sin cambio alguno, no así sus ojos que parecieron lanzar fuego cuando los fijó en el alto pelirrojo que, sin dejar de apuntarle, se acercó con cuidado a ellas al mismo tiempo que volvía a ordenar con voz fría y gruesa:

— ¡Apártate de ella! ¡Date vuelta!

La depredadora se volvió quedando de espalda a ellos.

— ¡Dos pasos adelante!—ordenó ahora Víctor.

La extraña volvió a obedecer y Jorge, también con el arma desenfundada, se apresuró a ayudar a Elena a incorporarse. La pobre chica temblaba sin control por la impresión y el miedo.

—Tranquila, Elena—le susurró Jorge rodeando su cintura para alejarla más de la intrusa—Ya pasó. Todo está bien.

— ¿Estás bien, Elena?—preguntó Víctor, sin dejar de observar a la intrusa.

Elena asintió, pero Víctor no la miró. Estaba muy concentrado en vigilar a la extraña, quien permaneció quieta, en completa relajación. Era como si no le importara que la hubieran descubierto y herido.

Víctor la recorrió de cabeza a pies obviando que tenía una bella retaguardia. Ella vestía unos ajustados pantalones negros y una chaqueta también negra.  La larga cabellera, la que llevaba suelta, parecía invisible sobre la prenda negra, no así el largo y delgado cilindro de piel dura que, a modo de bolsa, abarcaba casi toda la espalda de ella en forma diagonal, el que se mantenía sujeto de la parte superior con una correa también de piel que cruzaba sobre el pecho desde el hombro izquierdo hasta desaparecer por la cintura del costado derecho encontrándose con la parte inferior del cilindro.

Desde su óptica, la chica parecía un ser muy oscuro y debía serlo desde el momento de que tenia tal capacidad para matar. 

Sin dejar de mirarla,  cerró la distancia que la separaba de ella. Tomando las esposas que llevaba colgadas del cinturón y sin dejar de apuntarle, capturó una de sus manos con uno de los círculos de las esposas y cuando iba a capturar la otra, ella lo sorprendió moviéndose con agilidad tal, que Víctor lo único que supo, fue que ella le quitó las esposas de la mano, le cruzó el rostro con el círculo que no alcanzó a ser usado y con ése mismo, le dio un fuerte golpe a la mano que empuñaba el arma, la que cayó al suelo cuando a Víctor se le paralizó la mano de dolor al ser golpeado en el nervio medio.

Después, la chica saltó en el aire y aprovechó para propinarle al hombre una fuerte patada en el pecho que lo lanzó al suelo sucediéndose tales acciones en fracciones de segundos.

Tomado también por sorpresa, Jorge colocó a Elena detrás de él de manera mecánica y apuntó a la extraña con el arma, pero ella fue más rápido que su reaccionar, así que Jorge no pudo disparar porque la chica, con una sorprendente velocidad, cayó sobre Víctor y lo levantó en vilo, sorprendiendo aún más a los dos hombres por la infrahumana fuerza que la joven empleó para levantarlo y utilizarlo como escudo, con él de espalda a ella, y la mano derecha presionando un punto sobre su nuca que lo mantuvo inmovilizado.

Esa joven sí que sabía donde golpear y presionar. La presión en su nuca le estaba costando pérdida de oxígeno. ¿Cómo podía hacer eso siendo tan pequeña en comparación de él?

—Eres tú…

El susurro apenas audible de la chica, entró en el oído derecho de Víctor y no pudo evitar un estremecimiento ante el murmullo carente de sentimiento.

—Eres tú y debes morir…

Más que ver, Víctor escuchó  el movimiento ligero de la mano de ella rompiendo el aire al ir al cilindro con la intensión de sacar algo del interior y antes de sorprenderse por haber escuchado tan claramente el movimiento de ella, se sobrepuso a la parálisis provocada por la presión de su nuca y levantando el brazo derecho, le propinó a la joven, a la altura del pecho, un fuerte golpe.

El golpe la hizo retroceder tambaleante y Víctor aprovechó su liberación para darse vuelta y atacarla de nuevo, pero ella ya estaba preparada para recibirlo con otra patada que dio justo en su estómago y de nuevo lo hizo caer al suelo. La fuerza del golpe lo hizo deslizarse sobre el piso hasta ir a quedar debajo de una mesa de centro.

Aturdido por el dolor, Víctor miró con visión borrosa la parte interior de la mesa preguntándose cómo había llegado allí.

Mientras tanto, Jorge disparó su arma y vio admirado como la chica evadía las balas corriendo en círculos con inaudita rapidez y mientras corría, sacó del cilindro un par de dagas que lanzó contra Jorge, quien apenas logró esquivarlas arrojándose al suelo y llevándose a Elena con él.

Con la misma velocidad que llevaba, la chica se dirigió a Jorge, pero antes de llegar a él, desvió la dirección cuando sintió la bala disparada por Víctor y zigzagueo por el pasillo mientras la primera bala iba a incrustarse sobre un jarrón puesto sobre un pedestal de porcelana haciéndolo estallar en pedazos.

Víctor entonces volvió a disparar en secuencia, pero ella tuvo la habilidad de esquivar esas balas también sin dejar su zigzagueo y todas las balas se perdieron en las paredes y muebles.

La última bala disparada por el arma fue a romper el cristal de un ventanal cuando ella se lanzó por éste para escapar de manera impune.

— ¡Diablos!—exclamó Víctor furioso, mientras corría al ventanal y salía a la parte trasera de la casa, lo que resultó ser parte del jardín que la rodeaba y que estaba iluminado parcialmente en ciertas zonas.

El hombre caminó con sigilo por el jardín, buscando con aguda mirada la posible ruta de escape de la chica, aunque sabía que ella todavía estaba presente. Podía oler su aroma, una dulce fragancia que hizo que sus fosas nasales se abrieran casi extasiadas.

Sin dejar de moverse con cierta suavidad, lo que daba la impresión de que flotaba, cambió el cartucho vacío  del arma y apuntó hacia el perceptible movimiento de las ramas de un árbol que se erguía entre las sombras de la joven noche.

Víctor olfateo levemente el aire y la fragancia de ella saturó su sentido del olfato. Un sobresalto lo tomó desprevenido al sentirse de pronto enfermo, como cuando estaba en la cafetería. Las náuseas le hicieron agua la boca a causa del asco que sintió, pero no asco a la fragancia, sino al sentido  agudo despertado en él. Algo desprevenido que lo tomó por sorpresa, enervando su estómago y a consecuencia la sensación de asco.

Unos pasos detrás de él lo hicieron volverse con rapidez, mientras sentía un frío sudor correr por su rostro. Su arma directamente apuntando a Jorge estuvo preparada para ser utilizada al mantener el dedo índice sobre el gatillo, pero cuando se dio cuenta que solamente era su compañero, volvió su atención al árbol y con un movimiento de cabeza, le indicó a Jorge un cierto lugar entre las ramas superiores.

Jorge se abrió alejándose de Víctor unos pasos, de manera que el lugar indicado por el pelirrojo quedó entre los dos y ambos apuntaron ahora allí.

El batir de las ramas indicaron su separación y la chica saltó de ellas hacia arriba y por un momento, ante el juego de sombras,  ella pareció volar dirigiéndose directamente a Víctor, quien no tuvo tiempo de dispararle, no obstante, Jorge sí le disparó, pero la bala fue a dar contra el cilindro, lo que de cualquier manera no evitó que la chica lograra caer sobre Víctor.

El hombre y la chica cayeron en el húmedo pasto en donde forcejearon, manteniéndose ella sobre él.  Víctor había sido desarmado con la caída y la chica tenía una daga que intentó clavar en el cuello de él, pero él lo evitó tomando la mano empuñada por la muñeca alejándola de su cuello, a la vez que con  el puño izquierdo le daba un buen golpe en la mandíbula. La fuerza del golpe lanzó la cabeza de ella para atrás, pero no fue suficiente para apartarla de él, quien volvió a verse amenazado con la daga, la que sintió sobre la desnuda carne de su cuello.

— ¡Maldición!—murmuró él. El frío filo de la punta de la daga lastimó su piel, porque no pudo contra la fuerza de ella— ¿Quién diantres eres tú?

La joven mantuvo el silencio. Su ferviente deseo era matar a Víctor y lo hubiera logrado de no ser porque de pronto, ella utilizó esa extraña habilidad de elevarse en el aire y utilizando uno de sus pies, recibió a Jorge, quien acudió en auxilio de su compañero, al que logró salvar cuando ella reaccionó así y Jorge fue lanzado al pasto cuando lo golpeó con potencia en el vientre, mientras ella iba a caer de pie a un lado de Víctor.

La instantánea distracción de la salvaje fue ventaja para Víctor, quien levantando su pierna, golpeó con su pie en la cadera del costado izquierdo de ella y la lanzó de lado y aunque no logró lanzarla al suelo, sí le dio oportunidad para levantarse tan rápido como su agónico malestar le permitió.

Una vez de pie, se llevó la mano al cuello y pudo sentir el viscoso líquido que brotaba de la herida de su cuello.

— ¡Maldita!—murmuró furioso.

Ella lo miró sin moverse. Jorge también se había levantado y ya la tenía en la mira. Entre los tres, formaban un triángulo por la posición en la que habían quedado.

— ¡Ríndete!—le ordenó Víctor sofocando una agrura. La ira le estaba causando una acidez estomacal y su rostro se distorsionó  ante la desagradable sensación— ¡No tienes escapatoria!

Ella sonrió entonces y a pesar de que las sombras imperaban en esa sección del jardín, Víctor pudo ver la burla en la sonrisa. Sus miradas se habían adaptado al ambiente y podían verse con claridad, tanto así que él pudo ver el frío acerado de su mirada, así que la sonrisa burlona no llegaba a los negros ojos de ella.

De pronto, ella amplió su sonrisa y de nuevo, con una asombrosa rapidez, saltó para  atrás. Jorge disparó, pero ella se dobló de espalda en una elástica pirueta y apoyando las palmas de las manos en el suelo, esquivó la bala, la que pasó a escasos centímetros de su pecho y vientre, luego, levantó las piernas y completó una maroma, la que repitió de manera admirable varias veces y de forma veloz alejándola de ellos y salvándola de los disparos.

El resonar hueco del arma le hizo notar a Jorge que el cartucho se había vaciado. Ambos miraron impotentes como la chica llegaba al alto muro que rodeaba la casa de Elena y de ágiles saltos, trepaba sobre las ramas de un árbol que estaba cerca del muro y de éste, al borde del muro. Desde allí, ella les hizo una reverencia que  los llenó de indignación por la evidente burla de ella.

Y cuando finalmente la vieron lanzarse al aire para desaparecer detrás del muro, Jorge preguntó con voz estupefacta:

— ¿Qué cosa es eso?

—Es una asesina con un enorme potencial. Su fuerza es…

— ¿Es qué?—Jorge mantenía su mirada en el muro, pero la dirigió a su compañero cuando éste dejó de hablar— ¿Víctor? ¡Víctor!

Víctor se había encorvado tocándose el vientre con una mano y con la otra, masajeaba un lado de su cabeza. Un agudo dolor lo cegó y las náuseas se incrementaron, lo que hizo que se arqueara en ese intenso deseo de vomitar, pero no hubo vómito, ni siquiera ya ese líquido amarillo de la vez anterior.

No hubo nada que brotara de él.

Más bien algo entró en él. Un susurro traído desde la distancia.

La repetición de su propio nombre y la hora marcada:

“Víctor, ya es hora”

Y sobre ese susurro, la voz de ella:

“Volveré, Víctor”.

— ¡Dios!—murmuró él y se apoyó en Jorge porque sus piernas, las que se le aflojaron de pronto, amenazaron con derrumbarlo— ¡Jorge! ¡Ayúdame!

Pero Jorge no pudo evitar que Víctor entrara en un estado de shock y miró con preocupación cómo el cuerpo de su amigo caía al suelo atormentado por fuertes temblores, como si Víctor estuviese siendo víctima de un ataque epiléptico.

— ¡Víctor! ¡Resiste!


Continuará.

------------------------------------------------------------------------

Lamento las faltas de ortografía, errores en la secuencia o cualquier otra cosa  que esté fuera de lo normal.
No acepto reclamos, hice lo que pude xDDD
Nah, digan lo que quieran. Me sevirá en el futuro xDD

Saludos y gracias a Lauriis y Renesme por su apoyo.

Yemibella Desconectado
« Respuesta #10 en: Marzo 01, 2011, 11:35 am »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 3
« Respuesta #10 en: Marzo 01, 2011, 11:35 am »
Hay una miniatura de fallas pero todo me ha parecido muy bueno---Elena fue salaavdo en el acto y gracias a Kami que nada malo ocurrio con ella pero esa chica loca y misteriosa ha lastimado muy "bien" a Victor y lo peor que ¡ha quedado inconciente!¡¿por qué? ¿que hizo esa mujer asesina?!

No entiendo pero debo esperar la continaucion
¡Quiero ahora!
¡saludos!



EmptyHeart Desconectado
« Respuesta #11 en: Marzo 04, 2011, 11:33 pm »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 3
« Respuesta #11 en: Marzo 04, 2011, 11:33 pm »
Hn, ya veo. Me parece que te salió bien el cap. Y te creo cuando dices que te costó mucho trabajo hacer este cap. Espero que no dejes la historia a medias, porque me imagino lo difícil que ha de ser seguir el mismo estilo conque se comenzó la historia. Yo no podría hacerlo.

 Esa chica misteriosa quiere matar a Víctor, ¿por qué? Y algo más, ¿qué o quien es Víctor? Yo también espero que no sea una de esas historias de vampiros, las cuales no me gusta mucho leer y opino como Lauriis, si es de vampiros, debe ser algo diferente a lo que hasta hora se ha escrito.

Es que eso de los vampiros ya está súper choteado, así que espero me sorprendas.

Nostalgie Desconectado
« Respuesta #12 en: Marzo 05, 2011, 12:20 pm »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 3
« Respuesta #12 en: Marzo 05, 2011, 12:20 pm »
Aaah, sí que me he quedado sin palabras xD

Estoy... sorprendida. Confieso que mi idea era que sería una historia de vampiros, pero noto que no la quieren de vampiros. Me pregunto que harás. ¿Cómo nos darás una historia que lleve la misma secuencia, pero sin ser de vampiros? Porque le has dejado el mismo título, lo que da la idea de la temática... bueno, lo hice pensando que así sería.

Estoy muy interesada en lo que sigue. Y como siempre, no me dices nada. Está bien, lo leeré aquí xD

Conti.

MaxitoBlack Desconectado
« Respuesta #13 en: Marzo 05, 2011, 03:20 pm »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 3
« Respuesta #13 en: Marzo 05, 2011, 03:20 pm »
Vaya!, me ha gustado un monton, en especial el tercer capítulo.

Me recuerda en algo el capítulo de South Patk donde Cartman odiaba a todos los pelirrojos, de pecas y ojos verdes.

La pelea estuvo AWESOME!!!

Saludos! ojalá la inspiración para el cuerto te llege del cielo y sin problemas ^^


DarkHime
« Respuesta #14 en: Marzo 18, 2011, 12:53 am »

Re: La herencia del Conde. Cap. 3
« Respuesta #14 en: Marzo 18, 2011, 12:53 am »
xD la conti. Pero les advierto que no esperen mucho ewe


Capítulo 4


Sintió frío mientras miraba a su alrededor sorprendido, percatándose que se encontraba de nuevo en el bosque de su pesadilla, en el mismo lugar que la vez anterior, teniendo conocimiento de lo que sucedería con cada paso que diera, porque se trataba de la misma pesadilla.

“Víctor”

No obstante lo supo. Al llamado de su nombre supo que no era la misma pesadilla. El susurro le llegó por detrás, hasta pudo sentir el aliento de quien lo nombró en su oreja, así que se volvió con rapidez esperando encontrarse con esa molesta persona que lo llamaba y al volverse, miró caer sobre él aquel ligero cuerpo femenino, portando en sus manos una estaca de madera cuyas incrustaciones de plata, relumbraron aún en las penumbras del frondoso bosque.

La estaca fue clavada sobre su pecho, penetrando directamente en su corazón y el dolor, la sorpresa y la incertidumbre abrieron sus ojos verdes de manera desorbitada mientras los fijaba en el bello rostro de la chica que sonrió de manera triunfal al momento de musitar:

—Muere.

Mientras con un último golpe, terminaba de hundir por completo la estaca en su corazón…



Se llevó las manos al pecho mientras abría los ojos para mirar sobre él un rostro desconocido. Sin poderlo evitar, levantó el puño y le dio a la mujer que lo examinaba, un gran golpe en plena mandíbula que la hizo caer hacia atrás en medio de un alarmarte grito de dolor.

— ¡Víctor!—gritó Jorge incorporándose de la silla, en donde había permanecido toda la noche cuidando a su mejor amigo— ¿Qué haz hecho?

Víctor se sentó en la cama y miró en el suelo a la enfermera que, mareada por el golpe de él, no atinaba a levantarse. Se miró la mano que la había golpeado y con voz temblorosa, dijo:

—Lo siento, yo…

Jorge fue a ayudar a la enfermera, quien logró levantarse apoyándose en los brazos del hombre. Una mirada de color café se clavó en Víctor y éste sintió que los colores subían a su rostro y más al darse cuenta que había golpeado a una mujer que era mucho mayor que su propia madre.

—Jovencito—habló la enfermera dándose masaje en la parte golpeada—le pasaré por alto esto porque fue inconscientemente que lo hizo—sin embargo, su mirada lo fulminó—Mandaré a otra enfermera.

Salió del cuarto visiblemente furiosa. En cuanto desapareció, Víctor miró el cuarto de hospital y la pregunta no se hizo esperar:

— ¿Qué hago aquí?

—Te desmayaste—le informó Jorge en medio de un gran bostezo—Desmayo que duró toda la noche. ¿Qué recuerdas?

A la mente de Víctor volvió el recuerdo de la última pesadilla. Se miró el pecho y lo palpó con una mano.

—Recuerdo a la chica—respondió en voz baja. Su mirada se centró en Jorge— ¿Cómo está Elena?

—Ella está bien, pero eres tú el que me preocupa. ¿Sabías que sufres de desnutrición? ¿Cuánto hace que no te alimentas como debe ser?

—Eso no es importante, Jorge—fue su respuesta. Retiró las mantas que cubrían sus piernas—Lo importante ahora es buscar a esa chica. Ya sabemos que es la asesina. Debemos ir a buscar sus huellas a la casa de Elena. ¿Por qué estás aquí perdiendo el tiempo?

— ¡Hey, tranquilo!—Jorge se apresuró para detenerlo y evitar que se levantara— ¡No saldrás de aquí hasta que estés bien recuperado! ¡Mírate! ¡No te ves nada bien!

Y Víctor podía sentirlo. Se sentía muy débil, sin embargo ansiaba ir a la caza de la asesina, pero Jorge lo tomó por los hombros y lo obligó a recostarse ante su airada protesta.

— ¡No debemos permitir que siga asesinando!

—Ya la están buscando—le informó Jorge con tranquilidad—Y no te preocupes. Ya están trabajando en la casa de Elena. Además…

Jorge dejó las siguientes palabras en el aire. Se retiró de la cama y comenzó a caminar por la habitación con actitud pensativa, más sus pensamientos permanecieron mudos.

— ¿Además qué?—preguntó Víctor volviendo a sentarse y su mirada disgustada se fijó en el amigo que parecía haberse olvidado de todo. Lo único que pudo sacarlo de su concentración, fue la joven enfermera que entró en ese instante para continuar con la revisión del paciente, quien muy molesto, le dijo a la joven—: ¿Puede volver más tarde?

—Lo siento—se disculpó ella con una pequeña sonrisa—Necesito llenar esto con datos recientes.


Esto era el expediente médico de él. Con un suspiro de derrota, Víctor permitió que la enfermera concluyera con su examen físico y muy impaciente, la miró anotar lo encontrado en el examen.

— ¿También quiere golpearme?—le preguntó la enfermera algo burlona al notar su impaciencia, por lo que ella optó por poner una buena distancia entre ambos—Mi compañera me dijo que tuviera cuidado con usted. ¿Acostumbra golpear mujeres?

Jorge sonrió y Víctor habló con desdén:

—Fue un accidente.

—Sí, claro—Musitó ella tomándose todo el tiempo del mundo para hacer sus anotaciones. Lanzándole a Víctor una mirada de censura, dijo—: Todos dicen lo mismo. Pero golpear a una mujer mayor, eso sí que es imperdonable.

— ¡Fue un accidente!— exclamó Víctor en tono culpable, pero su rostro adquirió una expresión por completo diferente al tono.

Incluso él pudo sentir el completo abandono de cualquier emoción que pudiera reflejarse en sus facciones. La frialdad adquirida  en su rostro fue extendiéndose por todo su cuerpo hasta enfriar sus propias emociones, lo que le permitió actuar   ajeno a su propia voluntad y sin que pudiera ejercer control sobre los deseos de su cuerpo, levantó el brazo derecho en dirección a la enfermera y abriendo su mano, robó energía de la enfermera.

Al abrir su mano, él pudo ver una especie de resplandor que salió de la enfermera para dirigirse directamente a él. Pudo sentir como penetraba en su carne ese resplandor, extendiéndose a lo largo del brazo para ir llenando el resto de su cuerpo en un doloroso golpe que lo hizo sacudirse mientras la enfermera caía desmayada al suelo, visiblemente demacrada y pálida.

— ¿Qué pasa?—Jorge miró a la enfermera en el suelo con incredulidad. A su vista no había ocurrido nada extraño, por lo que la confusión lo impactó por breves instantes— ¡Víctor!

Miró a su amigo, quien con el rostro caído sobre el pecho, parecía haber perdido también el conocimiento, sin embargo, él levantó el rostro y lo miró con ojos brillantes. Antes de ir en auxilio de la enfermera, Jorge pudo notar algo extraño en medio de la brillantez de la mirada verde.

Maldad. La más pura maldad que había visto en su vida.

— ¡Señorita!—Jorge se acuclilló a un lado de la enfermera y tomándola con delicadeza en sus brazos, la levantó sin dificultad. Al volver su mirada a Víctor, descubrió que los miraba muy sorprendido. Su mirada malvada había desaparecido y al igual que él, parecía no saber qué había sucedido con la enfermera—Hazte a un lado—dijo Jorge acercándose a la reducida cama. Víctor se movió y Jorge colocó a su lado a la joven. Como la cama era muy estrecha, Víctor optó por levantarse, aunque al ponerse de pie sufrió un mareo, pero no tan fuerte como lo esperaba.

— ¿Qué le pasó?—preguntó mirando de cerca a la chica. Unas grietas… como arrugas,  surcaban su rostro y las ojeras alrededor de sus ojos abarcaban gran parte de la piel—Yo creí que era más joven.

Ambos estaban frente a frente, uno a cada lado de la cama, así que la chica estaba en medio de ellos. Jorge examinó con mirada aguda el rostro de la chica y dijo con acritud:

— ¡Es muy joven, pero algo la chupó!

Víctor sonrió al escucharlo. Sin saber por qué, se comenzó a sentir bastante bien. Con más fuerza.

—Y sigues con lo mismo, ¿no?— le lanzó una rápida mirada a su compañero— Vampiros y hombres lobos— Ahora miró a su alrededor con fingida preocupación y cuando continuó hablando, lo hizo en un tono lleno de mofa—: De seguro por ahí está el vampiro que la chupó. Nos hipnotizó y por eso no nos dimos cuenta… ¡Oh! ¡Y es un vampiro que no le teme al sol! ¡Busquémosle marcas en el cuello!

Jorge ni siquiera se molestó en responder a la burla. Se limitó a pulsar el botón para solicitar la presencia de otra enfermera, la que no tardó en llegar.

— ¡Dios, mío!—exclamó la enfermera en cuanto miró a su compañera— ¿Qué le hicieron a Leticia? ¡Llamaré a la policía!

—Tranquila—ordenó Víctor con frialdad—nosotros somos policías y no le hicimos nada a Lety. Ella simplemente se desmayó.

—Es verdad—afirmó Jorge—Será mejor que llame al médico para que la examine. Ella parecía estar bien, pero…

— ¿Qué le pasó a mi amiga?—lo interrumpió la joven mientras le tomaba el pulso—Sus síntomas vitales parecen estar bien… ¡Pero miren la apariencia que tiene!—los miró con más desconfianza— ¿Qué le hicieron?

— ¡Deja de preguntar idioteces y ve por el médico!—ordenó Víctor poco amable. El tono de su voz se escuchó grueso, hiriente.

Jorge concentró su completa atención en Víctor, pero ignorándolo, él se dirigió al clóset para buscar sus prendas de vestir para poder cambiarlas por la bata que apenas sí cubría su alta fisonomía.

— ¿Qué haces?—preguntó Jorge mientras la enfermera salía del cuarto en busca del médico— No puedes irte aún.

—No me quedaré, Jorge—respondió el pelirrojo dirigiéndose ahora al cuarto de baño para cambiarse. Azotó la puerta cuando se encerró en el reducido espacio.

En lo que Víctor se cambiaba, regresó la enfermera acompañada del médico, un hombre de baja estatura que no pudo dejar de exclamar por la sorpresa cuando miró a la desmayada enfermera:

— ¡Cielos! ¿Qué le sucedió a Leticia?—Jorge suspiró al escucharlo. Evitó responder. Tampoco miró como el médico examinaba a la joven, pero prestó mucha atención con su oído cuando el hombre de bata blanca habló al terminar el examen— ¡Qué diantres! ¡Está seca! ¡Sigue con vida, pero está seca! Es como si alguien la hubiera exprimido. ¡Qué extraña enfermedad!—a continuación le dio órdenes médicas a la enfermera, quien volvió a salir del cuarto para cumplirlas.

—Listo, vámonos—se escuchó a Víctor cuando éste salió del baño.

— ¡Un momento! ¡Usted no puede irse todavía!—El médico se puso delante de Víctor con la intención de detenerlo.

Víctor lo miró directamente a los ojos. El médico se perdió por un momento en la verde mirada. Jorge, de frente al médico, pudo ver como la mirada del médico se abría desorbitadamente y el terror se reflejó en sus ojos, los que fueron opacándose visiblemente hasta perder el brillo característico de la misma vida y sin una palabra por parte de Víctor, el hombrecito se movió dejándole libre el paso.

Víctor, desplegando una ligera sonrisa, pasó a su lado sin esperar a Jorge, quien se acercó al médico. El hombre había apretado la mandíbula y su expresión era de gran espanto mientras su mirada seguía siendo opaca… casi muerta, a la vez que su actitud era de lejanía total, como si el hombre no estuviera presente.

—Doctor—le susurró Jorge con suavidad— ¿Está usted bien?

El médico parpadeó varias veces, como si estuviera haciendo un enorme esfuerzo por regresar de algún lugar que solamente existía dentro de su mente, pero al parecer, fue difícil para él volver en sí, por lo que Jorge lo tomó del brazo y lo dirigió a la silla que él mismo había ocupado toda la noche.

— ¡Oh, Dios, mío!—casi gritó la misma enfermera que acudió para ayudar a Leticia al momento de ingresar al cuarto empujando un carrito con medicamentos— ¿Qué le hizo ahora al doctor?

—Es mejor que llame a otro médico—respondió Jorge dirigiéndose a la puerta— Éste también parece haber enfermado.

Jorge salió de la habitación y casi corrió por el pasillo. No paró su apresurado andar sino hasta que llegó al estacionamiento, en donde todavía lo esperaba su auto. Por un momento pensó que Víctor se había marchado sin él, pero lo encontró recargado en el auto, esperándolo con impaciencia.

—Creí que te quedarías a vivir en el hospital—fue todo lo que dijo el pelirrojo antes de ir a pararse frente a la puerta del copiloto y esperar ahora con más impaciencia que Jorge abriera la puerta. Una vez ambos adentro del auto, Víctor dijo—: Vamos a la casa de Elena. Quiero estar seguro que han recopilado todas las pistas posibles de esa mujer.

Jorge encendió el motor sin decir nada. Salió del estacionamiento y de reojo miró a Víctor. Su compañero parecía encontrarse bien. El semblante de su rostro había cambiado. Para comenzar, se veía bastante… sano.

Su aspecto enfermizo había desaparecido.

—No deberías preocuparte por esa chica—le dijo entonces— Ella volverá por ti. Solamente tenemos que esperar su regreso…


//////////////////////////////////////////////////////////////

0.0 Ni a mí me gustó ,D

Gracias a Renesme, EmptyHeart, Maricruz y MaxitoBlack por leer y dejarme sus comentarios, los que sin duda me animan a seguir con esta historia que... ¿Quieren saber la verdad? ¡No sé a donde se dirige! o.0
jaja, sí, es una historia que no tiene... oportunidad ^^
Lo siento, ma. Creo que la estoy hechando a perder *u*
Y muero de sueño, me voy a dormir xD

Nostalgie Desconectado
« Respuesta #15 en: Marzo 18, 2011, 11:28 pm »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 4
« Respuesta #15 en: Marzo 18, 2011, 11:28 pm »
¡Oh, vamos! Pero si vas muy bien... aunque no tengo idea de lo que es Víctor. ¿Un extraterrestre? ¿Un demonio disfrazado de humano?  Vaya, si es así, le has dado un gran giro a la idea principal y me ha gustado también este capítulo.

Así que continúa con esto. Sé que puedes xD Sigue dándole oportunidad, no se la quites.

¡Adelante, adelante, sin desmayar... lalalala! Ya te sabes esa canción...

TKM  :-*


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« Respuesta #16 en: Marzo 24, 2011, 09:50 am »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 4
« Respuesta #16 en: Marzo 24, 2011, 09:50 am »

vampiros y otras cosas, hn en fin al contrario de los demás no he querido
leer nada mas que el capitulo que tu redactaste, creo que con estos temas
hay que tener un poquito de cuidado puesto que en estos tiempos son tan
terriblemente tratados, sin embargo ha sido interesante, me gusto leerlo la
parte en la que Víctor miro fijamente al doctor estuvo bien transmitida y fue
mi favorita, quizás lo de la enfermera seca en el suelo fue un tanto exagerado
hahah era para que los metieran presos o los siguiera el FBI por uso de armas
químicas, he pasado un buen rato, me gusta saber que escribes espero que
sigas así y continúes con esta historia ~  saludos
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                                                                   [DARKNESS NIGHT]



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EmptyHeart Desconectado
« Respuesta #17 en: Marzo 31, 2011, 10:43 pm »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 4
« Respuesta #17 en: Marzo 31, 2011, 10:43 pm »
Hola, vaya, así que ya pusiste el capítulo 4 y yo sin enterarme. Tanto el 3 como éste llevan, me parece a mí, la secuencia de los dos primeros... es decir, no me parece que se haya salido de contexto, pues la trama desde un principio resultó extraña y lo continúa siendo.

Puedes hacerlo, así que espero la conti.

Saludos.

MaxitoBlack Desconectado
« Respuesta #18 en: Abril 11, 2011, 08:32 pm »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 4
« Respuesta #18 en: Abril 11, 2011, 08:32 pm »
Que bueno que sigas escribiendo, me gusto el capítulo, aunque ya tengo en mi mente el nombre de "Victor" como "perjudicial" jajaja

Me maté de risa con los doctores, yo leo mis libros y fics en mi celu (chino chafa rosa) cuando las clases se ponen aburridas, y me puse a reir mientras odos estaban dando un repaso, jajaja, no aguanté!

dale, sige asi

i'm you fan


Yemibella Desconectado
« Respuesta #19 en: Abril 15, 2011, 12:17 pm »

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Re: La herencia del Conde. Cap. 4
« Respuesta #19 en: Abril 15, 2011, 12:17 pm »
OMG
Esta hsitoria cada vez se pone bueno, okey, algo que me confundí pero lo enigmatico lo tiene de todo y pues como que no aguanté mas mis clases de Contabilidad y me vine a pasear por aqui...
Victor, Victor y mi querido Victor esta cada vez alterado y como la tematica de combiancion esta cada vez mejor y yo me  :P :P
Darki (espero que no te moelste como te diga, suena mejor jajaja) tu talento para crear no debe estancarse, hechale mas ganas y veras que todo quedará genial, ya la master Maricruz ha dicho todo y yo reitero que sigas adelante porque aqui tienes a una lectora...

Nos vemos
Muchos besos



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