Cerró los ojos y dejó que ella siguiera, sintió ganas de morder su delgado dedito, lo agarró entre los labios, sin llegar a tocarlo con los dientes.
...
Se pegó a él, abrazandose y cerrando los ojos, negó - Ha... Sido culpa... Mía - el taxi se alejaba, recién se daba cuenta de que ninguno de los dos tenía la sudadera.