Sintió un cosquilleo entre sus piernas al escucharlo. Mordió un poco más arrriba, en la parte interna de su muslo.
—Ian.
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Por un segundo pensó en que él no había descubierto su otra perforación, pero fue eso, solo un segundo, porque todo perdió importancia cuando sintió su lengua y, sobre todo, cuando sintió sus dedos. Molestaba un poco, pero se sentía bien.
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—¡Ah!—gimió fuerte y entreabrió los ojos, enfocándolos en ella y luego en su pie sobre su miembro, estaba tan duro. Llevó sus manos hasta su bragueta.