Enrojeció más, asintiendo. Llevó las manos a la bragueta y buscó entre su ropa, sintiendo alivio al sacarlo pues el pantalón ya no le apretaba. Sin mirarla, comenzó a mover la mano de arriba a abajo, despacio para no notarse desesperado.
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Se levantó justo cuando llegaban - Dejenos aquí... Tenga cuidado, de no recoger más indecentes - rió y abrió la puerta, pagó y salió, tendiendo una mano a Victoria.
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- Uh... Me gustaría abrazarte, Amo - soltó, sonriendo con dulzura - Porque no lo he hecho desde que llegué -