Y Leonardo estaba con un cigarrillo en la boca, sentado en su cama y mirando por la ventana. Era obvio que esperaba a que alguien entrase porque sabía perfectamente que irían a buscar la cámara.
— ¿Qué crees que haces? — preguntó frío y con una mirada asesina que podía partirte al medio.
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Almendra, frustrada, decidió irse sola hacia el centro comercial.
Allí, mientras caminaba y veía cosas en la vidriera de un sex shop, fantaseando lo que podía hacer con algunos de esos trajecitos, bajó de su nube al ver un chico guapo que merodeaba por el lugar muy cerca de ella.
Tendría su misma edad.
—Hola — lo saludó como si nada.