Yo sabia que no había nacido como las demás chicas, desde pequeña me habían gustado las mujeres, con el tiempo se fue haciendo mas evidente en mi apariencia, con mis camisas, cabello corto y mis trajes de vestir, mi compleción delgada siempre había hecho verme algo andrógina, al igual que las facciones de mi rostro.
Estar sola aveces era duro, pero era mejor así, aunque todos los sospechaban en mi familia era mejor así, mamá y papá nunca lo entenderían, era mejor que fuera un secreto guardado a voces.
vi como se acerco a mi con sus cabellos revueltos y su cara sucia por jugar en la tierra y su vestido revuelto, corrió mas rápido con su cara dudosa.
-¡tía!, ¡tía!-corrió a mis rodillas y se me quedo viendo a la cara con duda.
-¿que paso mi pequeña?
-tía tu ¿eres hombre o mujer?- dijo tomando con sus manos mi rostro yo me quede pensando un momento y le sonreí.
-soy un duende- su cara hizo un gesto muy gracioso que me hizo reír -claro que no, los duendes hacen magia-su ceño se frunció un poco por mi respuesta.
-Que quieres que haga para comprobarte que soy un duende?- ella se quedo pensando y dijo -quiero que hagas que crezca un árbol de la puerta de tu baño!- dijo muy segura y riendo como si hubiera hecho una travesura por el lugar que me pidió apareciera el árbol.
Yo le sonreí y le dije que la próxima vez que fuera a mi casa encontraría el árbol en la puerta de mi baño.
.......
-Tía! Tía! es verdad! es verdad! el árbol esta ahí! eres un duende!!!- vi sus ojos llenos de ilusión y sus sonrisa enorme yo le guiñe el ojo y le di la mano para que me acompañara a la cocina.
-Solo promete que no le dirás a nadie lo que soy-ella me sonrío y me asintió con la cabeza.
me voltee para ver el bonsai que estaba en medio de mi puerta de baño y sonreí para regresar mi vista a mi pequeña sobrina y regresar a platicar con mi hermano y ella ir a jugar en el jardín de la casa.