Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.Advertencias: Lenguaje soez.
—Bla bla— Diálogos.
—
Bla bla— Pensamientos.
ROJO ETERNO
Capítulo III/III
Él, aún mirándola fijo a los ojos, asintió en silencio, confirmando en aquel movimiento afirmativo que lo que descubrió en su majestuosa mirada era inequívoco.
¡Kami, no!
—Tú… T-Tú…
¡Diablos! No podía pronunciar las palabras claramente.
¿Y cómo no? Si el alma fragmentada en su pecho además de los latidos desgarradores, las respiraciones superficiales y su cuerpo temblando, se rehusaban a aceptar lo que había descubierto.
En ese momento, él le abrió su mano que estaba empuñada y dejó en ella la katana, sin embargo Sakura se resistió a aceptarla, por lo que Sasuke permaneció ahí, palpando su mano.
—Hazlo.
¡Maldita sea! Más encima el idiota aseguraba, en aquel tono frío, que en verdad lo quería así.
—¿Pero qué mierda te pasa? —no pudo retener más la angustia en su pecho. —¿Qué mierda te sucede?
—Sakura…
—¡Cállate! — gritó quedándose sin oxígeno por un instante.
Sasuke la observó apacible.
—¿Por qué? ¿Por qué Sasuke…?
—Sólo hazlo.
—¿Cómo puedes querer esto? —espetó furiosa, ya no aguantando más la angustia retorciéndose en su alma.
Él suspiró como si nada.
—¿No se supone debías matarme?
Se quedó en silencio, tratando de averiguar en aquel opaco brillo de los ojos oscuros, alguna muestra del por qué lo hacía o, mejor dicho, le imploraba que hiciera.
—Ésta es tu oportunidad. Hazlo.
Estaba garantizado, el tono de voz frío y carente de emociones decían la absoluta verdad… Él quería morir. Quería que ella lo matara, ésa era su intención.
Quiso decirle algo, no obstante el temblor en su barbilla le imposibilitó la acción vocal, además que la obstrucción en su garganta era cada vez más pesada.
—Hazlo.
Esta vez sus palabras, sonaron más estables. Era casi como si le estuviera suplicando que lo hiciera.
¿Por qué ella? ¿Por qué no otra persona?... Ella lo amaba ¿Cómo hacerlo?
—Es tu deber.
Aquello confirmó lo obvio, lo encomendado. Si bien es cierto, su misión era matarlo, ahora las circunstancias habían cambiado, habían tomado un giro completamente impensado, inesperado.
Debía matarlo, sí, pero que él se lo pidiera era algo diferente.
Aún perdida en esos ojos ónices, trató de refutar en contra del deseo de él, no obstante las palabras habían abandonado perdido la capacidad de emerger de entre sus labios, ninguna oscilación de letras ni de oraciones con alguna línea de persuasión o convicción salía de ellos.
Aún así y pese a su dificultad de articular, le dijo en un hilo de voz; —¿D-Dónde quedaron tus objetivos…?
—No es de tu incumbencia. Lo que hago o dejo de hacer no es de tu importancia.
Se irritó.
—¡¿Qué no es de mi incumbencia?! Me estás pidiendo que te mate. ¡Maldita sea! —ofuscada, apretó con fuerza el mango de la katana que estaba en su mano, aún en contacto con la piel de él.
—Es casi un favor lo que te estoy haciendo. Cumple con tu deber como ninja, defiende a tu aldea y termina con esto. Mátame.
Las palabras eran tan directas y ciertas, que no pudo debatir, porque aún después de todo su deber era matarlo. Era contradictorio desde cierta perspectiva, y quizá no debió nunca aceptar tal misión.
Su inestabilidad era absoluta, al borde de la hipocresía e instaba el desequilibrio de su júbilo. Ella jamás estuvo apta para hacerlo y probablemente jamás, independiente de la vulnerabilidad que le provocaba al azabache. Sakura no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo. Fue estúpido de su parte haber aceptado la misión…
Qué ridícula se sentía en ese momento.
Pronto sintió los ojos arder, mas reprimió las lágrimas.
—¿La restauración de tu clan…? —preguntó en un escaso aliento.
No sabía por qué continuaba con lo mismo, preguntando o más bien insinuando palabras de convencimiento para que desistiera de tan absurda idiotez, sin embargo, era bastante parecido a lo que ocurrió cuando él dejó la aldea para irse con Orochimaru, sólo que ahora los sentimientos eran más fuertes y alcanzaban una intensidad en demasía, de tal manera que ardía, haciendo pedazos su razón.
¿Qué tan estúpido podía llegar a ser el amor? ¿Qué tan patético llegaba a ser una vez atrapado en él, sin correspondencia?
Al parecer, mucho… demasiado.
—No hay problema con eso.
Desvió la mirada.
¿Ya ni eso le importaba a Sasuke? ¿Qué había sucedido con él? ¿Dónde estaba el Sasuke Uchiha con semblante determinante que había conocido?
Ya no quedaba ni la sombra de ese hombre. El sujeto frente a ella no era más que una simple imitación. Un débil hombre que deseaba escapar de la existencia por no tener la suficiente fortaleza como para continuar.
En ese momento, él la obligó a hacer contacto con sus ojos. Respiró profundamente antes de hacerle frente a aquel temeroso.
—Eres un cobarde… —masculló realizando contacto directo sobre esos orbes ónix.
—Eso no importa ya.
Al escuchar esas palabras, comprobó en aquel cielo oscuro una cuota de dolor. Un dolor hechizante, poderoso e irreparable.
Kami… Él sufría, estaba sufriendo en ese momento.
Estuvo siempre pensando, acusándose a si misma por su ineptitud, por su debilidad. ¿Y él? ¿Cómo fue que no pudo ver más allá en ese momento en que le imploró con la mirada que lo matara?
Él sufría, su alma estaba rota, despedazada, en agonía constante, insana. ¿Cómo no pudo verlo antes? Su mirada pedía a gritos que detuviera el sufrimiento, porque eso era lo que pedía en verdad. Más allá de matarlo, más allá de cumplir con su misión, aquellos ojos oscuros imploraban descanso. Rogaban detener el desgarro desenfrenado.
¿Cómo pudo ser tan egoísta? ¿Tan ciega?
Quería llorar, quería gritar, quería parar de una vez tan cruda realidad. ¿Por qué a ella? ¿Por qué a él?
—¿Lo harás?
Aún manteniendo el contacto visual con él, asintió en silencio.
No demostró vacilación, porque ya nada quedaba de eso. Ya era hora de acabar de una vez con la falsedad del mundo.
Agarró con fuerza la Katana y fue en ese momento en que él le soltó la mano.
Sasuke le sonrió sin ese tinte de arrogancia que lo caracterizaba, aquel dibujo en los labios, muy al contrario, transmitía satisfacción, casi agradecimiento… casi.
Recaudando en su cabeza las palabras de Tsunade, de su pueblo, de sus amigos y, sobre todo, de él las fuerzas necesarias para hacerlo, alzó la katana posándola majestuosamente en el pecho de éste.
—Hazlo… —le dijo Sasuke, quedándose inmóvil, dejándole a disposición su cuerpo.
El suplicio de su alma le dio las últimas fuerzas para hacerlo. Respiró profundamente, cerró sus ojos unos momentos y luego con seguridad comenzó a pujar el arma dentro de su cuerpo.
Fue capaz de sentir como el filo de la katana atravesaba los tejidos del cuerpo de él, de manera lenta y tortuosa. Se negó a mirar su rostro, tan sólo se dedicó a concentrar su mirada en el pecho de Sasuke.
Sintió un quejido de dolor, mas lo ignoró, no lo miraría, pues si lo hacía, no podría continuar.
—Por favor…
Sintió sus ojos humedecerse, pero logró controlar el desconsuelo que le quemaba el alma. Aquel “por favor” significaba que continuase y acabara pronto con lo que estaba haciendo.
Jamás había escuchado decir por parte de él aquellas palabras. Realmente su sufrimiento debía ser muy doloroso como para pedirlo.
Se mordió labio inferior y logró atravesar su cuerpo, inmediatamente soltó el arma homicida, la huella del crimen. En ese momento, lo vio caer de rodillas frente a ella.
Quiso abrazarlo, quiso quitarle la katana que tenía estancada en su cuerpo, mas algo en su cabeza, en su corazón se lo impidieron. No pudo hacer nada al respecto.
—S-Sasuke… —susurró observando ese cuerpo bañado en un intenso líquido carmesí.
—G-Gra-acias…
Al escucharlo, inmediatamente lo observó.
¿Gracias? ¿Cómo podía decir eso?
—S-Salvaste… m-mi vida…
Se sintió morir, en ese instante fue eso lo que sintió en su pecho. Su corazón comenzó a latir con una rapidez desconocida.
Al final todo lo que estaba en el trasfondo de sus palabras, de su mirada, de su arrogancia, de su expresión apacible, de su aliento… todo eso era un anhelo subrepticio para salvarle su vida.
¿Salvarle la vida?
¡Maldita sea todo! Aquello no era salvarle la vida, era justificarle su existencia y recién con eso salvarle el alma, no la vida. La vida no, porque estaba agotándose a cada segundo, de vida ya casi no quedaba nada. Y el alma… porque eso era lo que estaba atrapado en él de manera insoportable, desesperante… y fue liberada gracias a que ella lo apuñaló. Gracias al último soplo de aliento, de vida desgarradora que se iba con un alma en paz.
Después de todo, había algo inserto en ese mar oscuro, en esa coraza de hierro. Era el dolor, la desesperanza, la tristeza, la putrefacción de su vida que ya casi no valía nada.
—Sakura…
Se quedó paralizada, divisando el alto y bajo del tórax del Uchiha que poco a poco aminoraba la expansión costal; ésta se hacía más superficial.
Faltaba poco, moriría en poco tiempo.
—T-Te amé…
La confesión se repitió una y otra vez en su mente, resonando también en su corazón que casi se detuvo.
—A-Aún… lo h-hago…
Espera, espera, espera, espera… ¿Qué había dicho?
—
¿¡Q-Qué...!?¿Él la había amado? ¿La amó? ¿La ama?
De pronto su mente vago en el silencio.
Lo último que escuchó antes de perderse en un estado de trance y caer pesadamente de rodillas al suelo, fue un último aliento quejumbroso de Sasuke. Lo demás quedó en el aire, en el viento que se llevó cada palabra, cada sentimiento fuera de ese lugar en donde acababa de desaparecer una luz.
...
Apenas la vio de rodillas al piso con la mirada extraviada hacia un punto inexistente, supo del sufrimiento de ella.
Incluso era capaz de sentir del cuerpo de la pelirrosada un aura de dolor. Y no era para menos, tener que matar a la persona que formó parte de tu vida dejando una estela impregnada en sueños, era para querer morirse también.
Observó el cuerpo inerte del Uchiha antes de caminar sigilosamente hacia ella.
Sakura ni siquiera notó su presencia, por lo que fue consciente de que su amiga no estaba en su sano juicio.
Se acuclilló al lado de ella y la observó. No tenía palabras de aliento para dedicarle, porque jamás había estado en una situación similar, por tanto, no podía ni imaginar lo que debía estar sintiendo Sakura al respecto.
Le miró el rostro y se sorprendió de no ver lágrimas. Sakura estaba reteniendo su dolor y eso le estaba haciendo mal. Debía intervenir.
Se acercó más a ella y la abrazó fuertemente. No hubo reacción por parte de la pelirrosa, por lo que optó por hablar.
—Lo hiciste… —le susurró aferrándola a su pecho. Al no obtener respuesta, luego de los siguientes minutos, se separó de ella y le atrapó el rostro con ambas manos.
Estaba abstraída, ni siquiera enfocaba la mirada.
—Sakura… —la obligó a que hiciera contacto con ella. —Mírame… —no obtuvo contestación, una vez más. —Vamos, Sakura, mírame… —nada pasó.
Casi hartándose, le gritó. —¡Mírame, maldita sea!
Gracias a lo último, Sakura la miró.
Ino Yamanaka fue testigo de que el brillo característico en los ojos de Sakura había desaparecido.
Joder…
Respiró profundo antes de hablar.
—Llora —dijo en un tono suave, invitándola a desahogarse. —Puedes llorar…
Sakura negó con un débil movimiento de cabeza.
—Llora… tienes que hacerlo.
Una vez más la pelirrosada se rehusó. En definitiva no quería llorar… Sin embargo Ino no estaba conforme con esa respuesta, no le agradaba, en absoluto.
La escasa paciencia de la rubia de pronto se agotó. Redujo el espacio entre sus finas cejas rubias y decidió terminar con la terquedad de Sakura.
—¡LLORA DE UNA PUTA VEZ! —chilló provocando que Sakura liberara un par de lágrimas de sus ojos, por fin. —Eso es… llora —susurró abrazándola, conforme con lo que había logrado.
Enseguida sintió los brazos de su amiga agarrarla con fuerza por la cintura. Cerró los ojos y la ayudó a apaciguar el dolor.
Los llantos se hicieron cada segundo más audibles y desgarradores. Cada lágrima que caía en su pecho daba el crédito de amargura absoluta. Sufría demasiado, de tal manera que casi era capaz de percibir el dolor.
—Grita, Sakura, debes hacerlo… —volvió a susurrarle luego de unos minutos de aflicción contenida.
La pelirrosada se separó de ella, se levantó, caminó unos pasos y gritó, para sorpresa de Ino que creyó demoraría en hacerlo.
La escuchó gritar como nunca antes. Cada grito era un clamar por compasión, un pedir de condición insufrible.
Se incorporó ella también y se dedicó a observarla. Su amiga necesitaba desahogar lo que la asfixiaba, pues si no lo hacía terminaría atormentada de por vida.
Exhaló con suavidad y miró de reojo el cuerpo de Sasuke. Estuvo a punto de dejar escapar unos lamentos, mas en ese momento una mano masculina se posó en su hombro. Se volteó y sonrió al ver al cabeza de piña.
—Ella lo hizo… —le dijo esbozando una sonrisa melancólica en su bello rostro. —Ella floreció.
El genio Nara asintió en comprensión.
—Debe ser horrible tener que perder a la persona que más amas en la vida —Ino se mordió el labio inferior, no queriendo imaginarse perder a Shikamaru.
—Debe serlo… —suspiró él. —Pero eso no pasará.
La rubia arqueó una ceja.
—¿Por qué no? Todos algún día tendremos que…
—Shhh —él la interrumpió, posando el dedo índice sobre los labios de Ino, silenciándola. —Lo sé, pero quiero creer que aún después de la vida seguiré a tu lado.
—Shika…
Shikamaru dejó caer su brazo a un lado de él para eliminar todo espacio existente entre ambos. Estaba listo para besarla, incluso sentía el cálido y dulce aliento de Ino filtrarse en su boca, invitándolo a que la degustara, no obstante, inesperadamente, ambos escucharon un grito estridente, acompañado de un temblor que casi los hizo perder el equilibrio.
—¡BASTARDO!
Ino corrió hacia Sakura que había provocado un cráter gracias a su gran fuerza bruta. Se acercó a ella que estaba tirada en suelo desvaneciéndose en lágrimas.
—Shikamaru, ayúdame.
El moreno de inmediato la asistió.
Momentos más tarde, Sakura yacía inconsciente en los brazos del Nara que miraba el cuerpo del Uchiha frente a él.
Ino miró una vez más el cuerpo de Sasuke que estaba rodeado de una red de hilos que incrustaba miles de sellos explosivos de amplio alcance.
—¿Funcionará?
—Tsk, obvio, mujer problemática… cualquiera que intente sacar el cuerpo de Sasuke, aunque sea un insecto, provocara la explosión en cadena de todos esos sellos. No hay forma de que alguien pueda llevárselo, al menos, no sin salir herido o muerto.
—Tienes razón. Vamos…
—Vamos.
—¿Crees que Sakura se pondrá bien? —le preguntó mirando a su amiga que lucía pacífica, serena y hermosa.
—Lo hará, con el tiempo lo hará…
Él tenía razón, Sakura lo haría.
El fin...
EpílogoSorry but you are not allowed to view spoiler contents.
Agradecida con todos los que leyeron y postearon alguna vez... Y, como diría Gustavo Cerati; gracias totales.
Hasta siempre, fue un agrado.