—Hemos comido un emparedado. Es lo que llevo comiendo desde que estoy y aquí y pues, uh, no ha estado tan mal—se encogió de hombros y tomó una manzana—. Ah, y no los he presentado: Aaron, Derek. Derek, Aaron, nos conocemos desde niños—miró al rubio.
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—Por aquí—habló Sam cruzando en una esquina—. En el pasillo más frío—dijo y rió, pero en realidad podías notar el drástico cambio de temperatura.