—¿Eso quiere decir que no sueles atacar a chicas porque te has puesto celoso de que ellas hayan dicho “Te quiero” a alguien que las llamó? Hombre, pues eso es un alivio—dijo sarcástica—. No para mí precisamente, pero… —negó un par de veces, se sentía nuevamente ridícula. Volteó a mirarlo y se fijó en que se había incorporado —. ¿Qué haces? Todavía no he terminado.