El Beso de la Doncella
Aquella palabra con significado muy grande, que todas las personas usan hoy en día sin saber porque lo hace o a quien se las dicen. Dos palabras, en boca de todos esta; como si fuera algo nuevo lo usan sin pensarlo, la usan solo porque si y después se dan cuenta de lo equivocado que estuvieron al dedicar aquel “Te amo” a una persona que supuestamente lo merecía. Quedan con sus sentimientos por el suelo, como si el mundo acabase en ese momento, como si todo ya no fuera a existir y su destino había dejado de transcurrir. Que equivocados estuvieron al dedicar esas dos palabras. Si las vas a decir, que sea con honestidad y no por capricho; dilo cuando en verdad sientas la necesitad de hacerlo, y que esas palabras queden pequeñas ante tu amor.
La música del salón era tranquila y suave, la melodía era tocada solo por un hermoso piano de madera. Las mujeres bailaban junto a sus parejas, como si la noche fuera solo para eso. Algunos estaban hablando muy animadamente sobre temas variados. Una mujer, a diferencia de todos, se encontraba sentada, sola, viendo como las parejas bailaban y los elegantes vestidos de aquellas mujeres se movían de acuerdo al cuerpo de estas. El rostro de ella era hermoso, pero aun así estaba sin el adorno más hermoso que toda mujer y hombre puede usar: una sonrisa. Ella suspiro en soledad, con sus manos arrugo una parte de su vestido sin que nadie la pudiera ver. Su mayordomo se encontraba a su lado de pie, observando cada acto de aquella chica; no dijo nada al ver como arrugaba un poco su vestido, el ya savia la razón del porque hacia eso. Era simple, no había que pensarlo mucho, solo era envidia a aquellas mujeres que tenían pareja y ella no ya que fracaso en el amor muchas veces.
A lo lejos la observaban sin que ella se diese cuenta, unos ojos rojos brillantes la miraban sin descanso. Al quedarse mirando a los ojos de ella se dio cuenta que ella lo miraba, ¿se habrá percatado de que la observaba? Esa pregunta quedara sin respuesta. Él se armo de valor y se encamino hacia aquella mujer; ella no dejaba de mirarle a los ojos, y él se comenzaba a sentir nervioso. Ella arqueo una ceja, al notar que el chico estaba frente a ella. Él le tendió la mano, se notaba que le temblaba ligeramente. Ella poso su mano sobre la del chico, él sonrió la mano de ella temblaba más que la suya. La halo un poco del asiento donde antes se encontraba sentada y sola, ya que su mayordomo no hacía mucha compañía. El mayordomo de ella intento detenerla, pero el chico solo sonrió dándole a entender que solo quería bailar con ella. Caminaron hasta el centro del salón, las luces de los enormes candelabros iluminaban ese lugar. La sonrisa se mantenía fija en el rostro de ese chico; ella por primera vez en toda la noche se ruborizo.
La música volvió a sonar con suavidad, el comenzó a moverse un poco lento. Ellos eran el centro de atención del lugar; las miradas por parte de los hombres estaban fijas en el rostro de aquella chica, una elegante curva se formo con sus labios: era una sonrisa. El pestaño ante tal acto, al abrir sus ojos la sonrisa de ella había desaparecido, pensó que fue solo juego de su mente cruel y se decepciono. Seguían bailando, sus miradas estaban unidas ya que no se separaban para nada. Los pasos de ella eran coordinados con los del chico. La música dejo de escucharse, ella se alejo de él dando una leve reverencia y se encamino hacia afuera de aquel salón. El chico sonrió divertido ante aquello, sencillamente ella decía “Sígueme…” y el haría caso a su petición.
Pudo ver la parte inferior del vestido de ella esconderse detrás de unos arbustos, sin dudarlo él fue hasta donde había visto el vestido blanco con arreglos en negro de ella. La imagen del rostro de ella sonriendo, su cabello suelto la hacía ver rebelde, pero elegante; su vestido color blanco, con adornos sencillos en negro. Sin darse cuenta el se había enamorado de aquella doncella; ni siquiera palabras habían intercambiado y su corazón ya tenía dueña. ¿Acaso ella sentirá lo mismo? Otra pregunta sin respuesta. Los arbustos tenían rosas negras que en sus pétalos pequeñas gotas de agua se posaron con delicadeza, haciendo ver aquellas rosas negras más hermosas de lo que ya son. Por fin pudo divisarla cerca de un árbol que cerca de él se podían observar luciérnagas con sus pequeñas luces intentando iluminar aquel oscuro lugar. El piso una ramita, provocando un ruido que seguro ella escucho porque había dado un pequeño salto.
. – ¿Fausto? –La voz de ella estaba tranquila, ese era el nombre de su mayordomo que siempre estaba a su lado. La voz de ella se repetía una y otra vez en su mente, como si fuera lo mejor que pudo escuchar. –Te equivocas, mi nombre es Nyko. –Fue una respuesta rápida, ya que al darse vuelta se pudo sorprender al ver al mismo chico con el que había bailado hace un rato. Sus labios estaban un poco abiertos, y en sus ojos violetas se podía observar la sorpresa de haberlo visto frente a ella. — ¿Qué haces aquí? –El volvió a sonreír, camino un poco más para quedar más cerca de ella. –Quería verte, ¿me puedes decir tu nombre? –Ella relajo su rostro, dejándolo neutral; él quería sacarle ese rostro frio que tenia, y lo lograría. –Kozumi. –Su respuesta fue sencilla, y casi fue un susurro. El miro las mejillas de ella que estaban teñidas de un leve color rojo: se había ruborizado.
El acerco su rostro al de ella, dejando muy poca distancia entre ellos. Ella iba a hablar, porque había abierto la boca; Nyko la beso para que no dijera una palabra más, su voz le gustaba, pero ese momento no lo quería arruinar. Ella cerró los ojos, relajando su cuerpo, él la tomo de la cintura juntan su cuerpo al de ella. Kozumi por instinto, rodeo el cuello del chico con sus cálidos brazos. El beso era lento y suave, demostrando cariño con el tacto de sus labios. Nyko dejo de besarla y reposo su cabeza en el hombro de ella, podía sentir el aroma del perfume que ella usaba. Con un poco de temor se decidió a hablar para que ella no pensara que solo eso quería. –Kozumi, ¿me darías una oportunidad de hacerte sonreír? –Ella se sorprendió, aquello no se lo esperaba. –Pero ya lo has hecho. –El no entendió, alejo su cabeza el hombro de ella para mirar su rostro en el cual una hermosa sonrisa estaba adornando su rostro.Espero que les haya gustado :3