—¿A que? — preguntó curiosísimo. Él no era bueno bailando, si a eso se refería.
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Al rato que Len se fue, la niña producto del encamamiento de su esposo y cuñada, comenzó a llorar. Kokone se acercó a ella y la alzó en brazos. La acurrucó en ellos y la observó.
—Pobrecita, te condenaron a esta vida — le besó la frente y le dio de comer de sus propios pechos.
Quote Grey...