Tomó el helado que el vendedor le dio y lo pagó. Se lo quedó mirando, con una sonrisa perdida, imaginando. Volando, fantaseando por los aires y viajando en otra galaxia.
-Seguro. Tal vez no lo sea. Igual, tengo que hacer mis cosas – dijo de repente, embobada por el color del helado. Igual no dejaría pasar eso.
Aparte… si iba a la discográfica, tal vez podría espiarlo cuando ensayaba.
Ahí también había cuartos específicos para ello.