Sonrió.
—Está bien, acepto. Voy a vestirme e iré a buscar mi bolso a casa ¿Ya? — Se paró así como estaba y por fin encontró con la mirada su ropa, que estaba tirada en el suelo. Se la puso y salió caminando por la puerta. Al llegar a su casa, lo primero que puso (sin doblar la ropa, todo como si fuera un bollo) fue la ropa interior como para tres días. Luego tres vestidos veraniegos también, los tres de color negro y con detalles rojos o dorados; Un par de chanclas, maquillaje y todo lo necesario como para estar decente. Volvió a lo de Gakupo — Ya está. Voy a pegarme una ducha, yendo para casa transpiré mucho… — dejó el bolso abierto dentro de la cama.
Hacía un tiempo, Kagura había dicho que viendo la ropa interior que usaba una mujer develaba su personalidad y la intensidad de su romanticismo.
— ¿Y porque son diferentes tienes que echarlos? — Frunció el seño — Mamá dice que las personas diferentes son las más especiales. Mamá es diferente y estás con ella… ¡¿Se van a separar?! — se hiperventiló.
Rió y por último, se colocó los lentes de sol.
Al estar caminando por la calle, era como si ella sostuviera una tonelada de ladrillos con la mano, porque se sostenía la semejante panza con ambas manos como si cargara algo. Nadie la reconocía por la calle, ya que la última vez que había salido apenas tenía un bultito.
Compraron el pastel relleno de limón y bañado en chocolate con merengue más grande que vio, más una bolsa llena de cupcakes.
—Mmmm… esto está delicioso! — entró a la empresa. Le daba la espalda al pasillo que conducía a las oficinas de planta baja.
—¡Meian! — dijo su representante al verla desde atrás. Cuando esta se giró , pegó un pequeño grito de impresión — ¿Pero que te pasó?
—Como ves. Estoy embarazada.
—… — Se quedó estupefacto — ¿Embarazada…? Ay Dios…
—Me alegra que esté rellena de grasa más que de musculo, así te gusto menos — sonrió maliciosamente.
—Al contrario, las mamis me parecen las más sexys — le hizo cejas y se retiró con una carcajada— Por cierto, cambiaron el cuarto de reunión y ahora es el del quinto piso del lado izquierdo atrás de todo —Se retiró.
—Con un demonio… siempre me gana. — Mordió un pedazo de pastel.
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—Entonces no habrá problema que ahora uses este lugar conmigo — Se levantó y le sirvió te de lavanda con una sonrisa, el mismo que estaba tomando ella — Esto te servirá. Ayuda al sistema nervioso y te mantiene tranquilo.
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-¡Claro que quiero ir!