Aun así se escuchaba como le daba golpes con los puños en la puerta.
Entre el sonido de la radio, la televisión, los puñetazos en la madera y su dolor de cabeza, hizo que dentro de ella algo hiciera corto circuito y se desmayara.
-Gracias, ahora me siento protegida – se secó las lágrimas con el dorso de la camisa lila que traía puesta.
Meian tomó las invitaciones y las guardó dentro de un folio para que no se estropearan.
Pensó que tal vez el responsable de ese negocio y red de prostitución nueva tenía que ver con el mismo sujeto que había secuestrado a Kokone tiempo atrás.
Tomó el teléfono inalámbrico y se fue a un lugar apartado de la casa.
-Kanade , necesito tu ayuda.
-Ahora no puedo. Estoy demasiado irritado y no tengo ganas de escuchar tu machona voz.
-Muy gracioso mocosito. Ahora escúchame bien… ¿Qué sabes sobre las mafias de aquí?
- No te incumbe.
-Si no escupes te daré una tunda en el culo que no lo olvidarás en tu vida.
Kanade suspiró.
-Todas las mafias de la ciudad están entrelazadas. Son grupos que van de menor a mayor y que algunos dependen de otros para seguir subsistiendo. Se tratan de bandas pequeñas hasta mafias bastante grandes y con mucho poder. Todas trafican, prostituyen y contrabandean.
-Me tiraron jugo en los ojos y me arde mucho – era un cítrico, así que era normal que pasara ello - ¿Tan feo canté? –hizo un puchero. Pensó que por esa razón le lanzaron aquel vaso de plástico.