-“Joder, ¡Se dio cuenta!” - sus labios temblaban de una forma rara del nerviosismo. Estaba a punto de perder el conocimiento, cuando un mozo sonriente se acercó y estiró su mano, con una rosa roja en ella.
-Para la bella señorita. Invitación de la casa. Les dejo la carta – y se retiró.
Meian tomó la rosa tímidamente y la olió. Eran sus flores favoritas. Salvada por la amabilidad del mozo.
Se la prendió en el cabello, arriba de la oreja.
-Corte. Está perfecto. Volvamos a grabar lo mismo por las dudas, así hacemos comparaciones y elegimos la mejor. – Movió una mano en círculos mientras hablaba – Luces, cámaras y acción.
Volvieron a hacer lo mismo. Era hora de pasar a la siguiente escena.
“A pesar de haberse resistido, la sangre que alguna vez perteneció a su pureza manchó las sábanas blancas con total impunidad… y digamos que la suavidad había quedado en el olvido en su acto carnal. Los mordiscos dejaron sus marcas en toda su blanca piel y un sendero de marcas rojizas en su cuerpo delataba pellizcos.
Aunque fue algo forzoso, ella no lo tomó como un acto ultrajante…”
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