-¿Qué tiene? ¡Es genial! Te podré elegir el vestido – dijo sumamente emocionada. Los ojos le brillaban – Aparte las notas de la chica te van a ti, no a mí.
-Demonios – susurró Kanade a lo bajo detrás del telón – “Las notas agudas eran para Len, pero me equivoqué y puse que eran para Kokone, o sea, para la chica, cuando en realidad es él quien tiene que cantarlas. Y así lo mismo con Kokone” – pensó haciendo un análisis de su error.
-¿Qué estás cuchicheando ustedes dos? – decía sacando el juego lujoso de té de su madre y preparando la misma bebida.
-¿Quieres ser cantante o bailarina? – preguntó sin pelos en la lengua, causando que la otra bajara los hombros.
-… Puedo hacer las dos cosas a la vez.
A Miku le vinieron varios flashbacks de la situación vivida cuando Kaito se puso encima de ella. Empezó a sudar a lo loco, y sus ojos se tornaron perdidos. Manoteaba en el aire, como si estuviera viendo a Akaito, tratando de zafarse de “él”.
-¡Déjame Akaito-kun! Yo no te he hecho nada…