-M-muchas gracias- se sobó la mejilla besada con suavidad. Estaba realmente avergonzada. De pronto sintió una sensual caricia en su cuello, haciendo que lograra estremecerse.
-Bien hecho, reinita – le susurró audible para los dos en el oído, para luego alejarse considerablemente de ella.
-Jum…- largó un quejido y se terminó de tomar la cerveza de un solo trago. Digamos que le pegó bastante a la cabeza y comenzó a tambalearse. Luego a reírse como tonta. – O-oye amorrrr, yo sé que no tengo las TTTTeeeetas tan grandes como las de, hip, Meiko-san, p-pero te aseguro que son firmes. SI, ¡FIRMES! ¡TETAS! – empezó a comportarse así de la nada. Gritaba entre risotadas - ¿Quieres tocarrrlasss?