Miku Hatsune salió a la calle a caminar un buen rato. Quería sacarse un par de cosas de la cabeza. No soportaba mas estar triste por culpa de la situación que la atormentaba.
En el transcurso de su tranquila caminata, alguien le puso una mano en el hombro.
-Buenos días, bonita – le dijo Akaito con una sonrisa seductora.
-Hola Akaito-kun, ¿Cómo estás? – trató de ser lo más animosa posible.
-Bien… Estoy algo solo, porque Zatsu no me quiere ver ni en figurita tiempo después de que la saqué de la cárcel – la miró penetrantemente a los ojos – Tu pareces no estar muy bien. ¿Qué te hizo mi hermano Kaito? – comentó extremadamente tajante.
Miku se quebró y lo abrazó fuertemente.
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-Ya basta, haces que se me ponga la piel de gallina y ya sabes lo que eso significa – comentó igual de seductora.
-Hn… - Kagura se acomodó en su asiento. Estaba aburriéndose a más no poder, así que decidió meterse – Cuando Gakuko estaba siguiendo modelaje, en ese entonces Gakupo y yo entrenábamos para ser samurái. Yo odiaba eso, pues mis padres me habían obligado a estar allí con él porque prefería tocar la guitarra y el bajo hasta la medianoche y en ese entonces prefería estar en el movimiento heavy metal.
-O sea… eras un rebelde. Igual que yo.
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-Oye Taito , me ha llegado una invitación de Miku invitandome a la reunión Vocaloid del Viernes. ¿Irás también?