Asintió y sacó el auto hacia afuera, a la carretera. Continuó andando a altas velocidades por un buen tiempo, ya habiéndose alejado de prácticamente todo. Solo veía arboles, arboles y arboles, ni una sola persona, animal o puesto en el camino.
Cansada de conducir, y con la mejilla dolorida, paró en medio de la oscuridad de la noche.
-No creo que aquí alguien nos siga. No tengo idea cuantos kilómetros avanzamos, pero sé que no nos encontrarán por un buen tiempo… - lo miró tímidamente y se recostó en el asiento, tirándolo un poco hacia atrás – Cuéntame de ti corazón. Nunca lo haces.
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Kokone le sacó la lengua y se encargó de cerrar la puerta de un portazo.
-¿Quién es esa? ¿De dónde la conoces? ¿Qué tiene que ver con el señor extraño? ¿Y porque es una bruja? – tenía muchas otras preguntas para hacerle.