-Es divertido hacerlo. Porque si ellos gustan de una, nos conceden todos los caprichos. Como en world is mine – sonrió y sacó otra barra de chocolate, dándosela.
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-Lo siento, estaba pensando. A pesar que ya estaban casados y tenían una niña, él siempre decía: “Tengo negocios por atender” y a la madrugada mientras la bebe dormía, se iba. No aparecía por meses, y una vez hasta por años. La mujer estaba angustiada, pero siguió trabajando de Geisha a pesar de estar casada, cosa que no era muy común. Un día el señor apareció nuevamente por la casa, con el mismo semblante serio, cuando la niña tenía alrededor de cinco años. Al poco tiempo la mujer estaba embarazada de su segundo hijo: el primer varón de la familia. Esto lo obligó a quedarse un poco más, hasta el octavo mes de vida, cuando el niño aprendió a caminar. Y volvió para irse, pero esta vez regresaba a su casa cada tres meses. Luego cada seis meses, y finalmente no se vio ni su sombra en un año. Pocos años más tarde, La señora volvió a quedar encinta, esta vez de otra niña, la última de todos, la más dulce y bonita. Pero meses más adelante la mujer discutiría en una noche de verano con el hombre, haciendo que este dijera: “Tengo negocios que atender” y desapareciera ante la vista del único hijo varón que lo espiaba a escondidas. Nunca volvió a aparecer - suspiró y se rascó la cabeza. Luego sonrió - ¿Te gustó? No me llevó ni cinco minutos inventarla.
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-Si señorita. Hicimos lo que usted nos mandó.