- No puedes negarle la entrada de la casa a tu propia madre, querida – dijo mirándolos a ambos como si la escena fuese lo más normal del mundo- Vístete, tengo que hablar con ambos.
-Tú y yo no tenemos nada que hablar, ni tuvimos ni tendremos. Ahora, si eres tan amable, dame esa copia que no sé de donde sacaste y camina hacia la puerta de entrada y vete… y sobretodo, ¡Respeta mi intimidad!
-No seas irrespetuosa. Vine a hablar de lo que ha pasado hoy y lo que has hecho tú. Si, así es, te mandé a seguir – miró hacia otro lado, nerviosa. Luego cerró la puerta.
-Maldita vieja bruja – masculló entre dientes soltando a Gakupo y levantándose de donde estaba, para colocarse una bata – Ni creas que te haré caso, víbora. Porfavor, no le des calce a esta mujer. Yo sé porque lo digo, solo dirá cosas hirientes y … nunca se sabe de lo que es capaz.
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Zatsune paseaba a su doberman por la plaza, sin estar en compañía del idiota de Akaito. Simplemente quería sacárselo de encima, a él y sus apetitosos deseos carnales.
El Doberman comenzó a correr y se fue directo hacia la maleta de Kurami.