—Se que de esa manera te pondrás más rechonchito — Gakuko lo miró traviesamente.
—No sé cómo le hace para no engordar. Tengo envidia.
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—Necesito darle una suma de dinero importante, cifra que no diré por este medio.
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Kokone iba de la mano con su papá.
No podía creer que tenía uno biológico. Es más, ni siquiera recordaba haberlo visto, pues era demasiado pequeña cuando se vio obligado a marcharse.
—Pero yo quiero un arma— le exigió Kokone.
—Los civiles no pueden usar armas, ya te lo dije Kokone-chan.
—Tú eres un civil y sin embargo tienes una.
—Eso no lo discutiré en la calle. Sabes que ahora más que nunca hay que cuidarse las espaldas y me estoy arriesgando mucho en salir contigo y exponerme como si nada cuando desde siempre he estado observando todo desde las sombras.
—Buh, suenas como un shinigami. Aparte, de que es aburrido.