Le aplastó la punta de la nariz con el dedo índice.
—Ahora no. Aun no es de noche. Y estoy comiendo este pastel que está increíble — le salían corazones de encima de su cabeza — Aunque puedo hacer esto — se llenó la boca con crema de chocolate y lo besó, aunque le pasó una fresa entera que se había metido en la boca muy rápidamente— Vas a ver que está deliciosa. Ah, y ya tengo leche — Le avisó.
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—Siempre lo soy. Pero es tan cabezota que si no se le habla mal o se la hecha como un perro, no entiende una sola palabra. Es muy impulsiva.
En eso volvió Kokone.
—Pero hoy es Domingo, está todo cerrado. No puedo comprar pastel. Así que te ayudaré.
—KOKONE…
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—Papá es malo , papá es malo — Gritaba alterada como si alguien entendiera una palabra de lo que decía.