Shoune solo bajó la mirada, al mismo tiempo que la desviaba a un punto desconocido. Era como si solo estuvieran ellos dos solos, flotando en algún espacio blanco con una ligera brisa.
Correspondió al abrazo lentamente.
-No podemos…
--
Meian abrió la puerta en cuanto tocaron el timbre de su departamento. Era su representante con un ramo de rosas rojas en la mano, y un cigarrillo en boca.
Se los dio, entrando normalmente como si fuera su casa o la de un familiar cercano. Soltó el humo en el aire.
-¿Sabes que tus hermanos cantan? – preguntó tirándose en el sofá de la sala.
-No – por un momento se imaginó que ellos también habían sido educados en las artes, como ella misma de pequeña. De solo pensar en eso, la hizo enojar profundamente – Eso quiere decir que te los topaste. ¿Dónde están?
-Bueno, hermana irresponsable, están con Kamui. No hay nada de qué preocuparse – entrecerró los ojos, clavándoselos firmemente - ¿Qué hacen tus pequeños niños con Gakupo? ¿Tienes alguna especie de relación con él? Porque recuerda que la clausula del contrato dice…
-Ya sé lo que dice. No hace falta que me lo menciones. No tengo nada con él. Punto. Y tampoco dejaré que introduzcas a mis hermanos en el mundo musical. Son demasiado pequeños para esto.