Ooh, bueno, menos mal que te has podido pasar Revelacion, mmm, por el momento, dejare el cap 3 de esta historia, todavia no termino de escribir la conti de la otra xDD
Sin mas bla, bla, la dejo xDD
Cap. III: “¡Sorpresa!”
— ¡No! ¿Cómo lo dicen aquí? ¡Soy del espacio!
—O sea que, ¿eres astronauta?
“
Lo único que sé es que con cada minuto que paso con ella, más me convenzo que escapó de un manicomio”.La mujer puso su dedo índice en su frente.
—Quieres hacerme enojar, ¿verdad?
— ¡Pues explícate bien!
— ¡Soy una extraterrestre!
Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Kevin quedó estupefacto al escuchar aquello. Hubo unos segundos de incómodo silencio, luego, el joven, presuroso, cogió el teléfono y desesperado, comenzó a marcar unos números como loco.
— ¡Auxilio, policía! ¡Estoy con una demente!
— ¡Oye, alto! ¿Qué haces? —le arrebató el auricular y lo colgó.
— ¡No quiero vivir contigo!
—Te digo la verdad.
— ¡Estás loca!
—No, es la verdad. Vengo del espacio y no soy astronauta.
— ¿En serio quieres que me crea eso?
—Es verdad, ¿quieres que te lo demuestre? —notó que la atención de Kevin volvió a ella—. ¿Quieres que te muestre cómo soy?
— ¿Cómo eres?
En ese momento, el ambiente se tensó. El joven observaba cuidadosamente a su
“niñera”. No sabía qué iba a ocurrir, sólo sabía que algo iba a pasar. La espera lo estaba matando, no podía imaginarse cómo sería, claro, si era verdad eso de que era una extraterrestre.
— ¿Estás preparado? —inquirió ella.
Por un momento dudó, pero después se armó de valentía y le dijo que estaba listo. La mujer lo tomó por los hombros y volvió a preguntarle si estaba listo.
—Hazlo de una vez, ¿quieres? —suplicó Kevin más nervioso que nada, con las manos sudándole y sintiendo que la presión lo sofocaba.
—De acuerdo —acercó su mano a sus ojos, provocando que Kevin fijara su vista en éstos, y ¡puf!, se sacó una especie de lentes de contacto, mostrando unos ojos azul claro, ya no marrón—. Así soy. Extraño, ¿no?
Exactamente, era extraño, pero un extraño diferente a lo que ella imaginaba. Si hubiera un grillo, ese sería el momento perfecto para que chirriara. La reacción de Kevin fue la de dar media vuelta y comenzar a correr, con la intención de alejarse de aquella loca; pero la mujer no lo dejó. Se lazó sobre él y lo tomó por los pies, provocando que ambos cayeran al suelo.
— ¿Qué haces? —indagó ella.
— ¡Suéltame! Eres extrañamente rara, no quiero estar aquí. ¡Suéltame!
— ¡Espera, espera! Creo que no te convencí.
— ¡Sí, sí lo hiciste! ¡Me convenciste al cien por cien que saliste del manicomio!
—No quiero saber.
Kevin y la mujer estaban frente a la puerta que conducía al garaje de su casa. Por alguna razón,
“la demente”, pues así la llamaba, lo había convencido. Había dicho que lo que demostraría que ella venía del espacio se encontraba allí adentro; pero claro está, fingía demostrar interés en todo eso dado que su plan era que en el momento en que ella estuviera distraída, correría y huiría de allí, tal vez a reportarla, pues había deducido que por algún motivo, ella lo tenía como rehén, ya que no lo dejaba salir de casa. Bueno, así se sentía él y dadas las circunstancias, no había que culparlo.
La mujer abrió la puerta. El lugar estaba oscuro, sólo alcanzaban a verse algunas cosas y eso porque se encontraban cerca de la luz que salía de la puerta. En el garaje, lo único que guardaban eran cajas viejas, pues ya ni el auto del
“señor de la casa” se quedaba ahí. La mujer buscó el interruptor y prendió la luz.
— ¡Oh, Dios! —Exclamó sorprendido Kevin mientras daba un paso atrás, tropezando y cayendo al suelo—. ¿Qué…qué es eso? —no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Una especie de nave estaba donde, desde un principio, debería estar el auto de su padre.
—Es mi transporte —notificó ella con una gran sonrisa dándole una patada a la nave, causando que unas cuantas piezas cayeran de ésta debido al terrible maltrato que demostraba tener—. O era, ahora es chatarra. ¿Ya me crees?
Kevin observaba esa extraña máquina, llamada
“El Hatton”, pero no podía asimilar lo que sucedía, estaba totalmente sorprendido, quizás en un estado fuerte de shock. Su cabeza le decía que no era verdad, que todo eso era un cruel juego de su mente; pero no era así, por desgracia no lo era. Todo estaba allí. La mujer que estaba a un lado de
“El Hatton” era precisamente una… una… ¡Una loca! ¡Una loca venida de otro mundo! No sabía si ese descubrimiento era algo agradable. No dijo ni una palabra, en ese instante no estaba para pronunciar palabra alguna.
— ¡Oye, crío! ¿Estás bien?
Ahora, por extraño que fuera, todo parecía tener sentido. Anoche, lo que escuchó fue tal vez aquella máquina. Kevin se puso de pie, por poco volvía al suelo, pero se mantuvo firme en sus plantas de los pies. Sentíase mareado, como si hubiese estado en una barca en medio del océano y una tormenta; así se sentía debido a la impresión. Se acercó a donde la mujer, se colocó al otro extremo de la nave y dando un hondo suspiro, preguntó, refiriéndose a la nave:
— ¿Cómo la has traído aquí? —fijó su mirada a la puerta principal y la vio destrozada de la parte de abajo—… A la fuerza, entiendo. Ahora, otra cosa, ¿por qué has venido aquí? Me refiero a la tierra.
La mujer sonrió, como si estuviera esperando que le preguntara eso.
—Es una larga historia. Verás, soy una transportadora. Unos compañeros y yo nos encargamos de viajar a diferentes planetas transportando gente, animales, materiales o lo que sea. Esta vez, transportábamos bestias únicas a un lugar seguro porque están en peligro de extinción. Por desgracia, se escaparon y llegaron aquí a la tierra e intento encontrarlas porque son peligrosas. Tienen garras enormes, dientes filosos que pueden perforar hasta el material más resistente de la tierra…
— ¿Qué dices? Espera, espera. ¿Estás diciendo que andan rondando bestias feroces en las calles?
—Así es —aseguró con descaro, como si fuera algo divertido—. ¿No crees que es emocionante?
— ¡Para nada! ¿Sabes lo peligroso que es eso? —empezó a alterarse al imaginar lo que pasaría si unas de esas cosas atacara y que luego investigaran las muertes, periódicos, reporteros, FBI, tanques, soldados…. Se tranquilizó.
—Es por eso que estoy aquí —siguió la mujer, como si le hubiese leído la mente; de hecho, por un momento así lo creyó—. Para evitar que esto se convierta en un caos.
Las palabras lo tranquilizaron.
—Algo más, ¿cómo es que vas a atraparlos?
Ante la pregunta, la mujer sonrió, pero por una extraña razón, a Kevin esa sonrisa le pareció mala, siniestra, una sonrisa a la cual no tenerle confianza. Sufrió un escalofrío y aún más cuando ella dijo:
—Ahí es donde entras tú…
— ¿Qué yo qué…? —no completó la frase cuando la mujer lo sujetó por el brazo derecho fuertemente—. ¿Pero qué…? —sintió miedo y un mal presentimiento.
Estiró su brazo para soltarse, pero fue inútil. Ella era por mucho, más fuerte que él, esa era una de las muchas cosas que le daba miedo de ella. Entonces, la mujer, rápidamente y en fracción de segundos, sacó de su bolsa izquierda del pantalón un aparato, una especie de pulsera estilo reloj, de color verde y se la colocó en su muñeca. Terminado su objetivo, lo soltó y debido al esfuerzo que estaba haciendo al tratar de soltarse, Kevin cayó al suelo, pero en lugar de quejarse por el dolor, su reacción fue la de querer quitarse esa cosa de su muñeca. La jalaba, la empujaba y de todo, pero nada.
—Lo que hagas será en vano —le advirtió la mujer caminando a la nave, agachándose para revisar algo de abajo—. Para abrirse necesita la contraseña y esa sólo la sé yo.
— ¡Dámela! —se puso de pie, furioso—. ¿Qué se supone que esta cosa? ¿Una especie de bomba?
—Escucha, esa
“cosa”, como la llamas tú, es un radar y sirve para detectar a esas bestias debido a la energía que emanan. Si uno de ellos, que por cierto se llaman cannies, está a unos metros, pita y entre más cerca estén, el sonido se hace más fuerte. Entonces tú tienes que presionar el botón azul cielo que está del lado izquierdo, para yo recibir la señal por medio de mi pulsera —le mostró la pulsera, idéntica a la que le había puesto, en su muñeca izquierda.
— ¿No puedes hacer tú eso?
—Claro, pero como voy a estar reparando esta chatarra no voy a poder salir mucho y tú sí.
—En pocas palabras, yo soy la carnada.
—Pues si lo ves de esa manera, sí.
La mujer, por un instante, creyó que Kevin iba a sobresaltarse como lo había hecho desde el principio, pero no, lo único que hizo fue acercarse a la pared, apoyar su espalda en ésta, resbalar poco a poco hasta quedar sentado, con las rodillas flexionadas hacia su pecho y ocultar su rostro entre éstas. Permaneció allí, sin decir nada. La mujer lo miró, por un momento pensó que estaba llorando y se lo preguntó, pero él se limitó a negar con la cabeza, sin mostrar su rostro. La mujer se encogió de hombros y continuó revisado la nave, moviéndose a la parte trasera para abrir una especie de maletero y sacó algunas herramientas de allí.
Transcurridas un par de horas después, Kevin habló:
— ¡Oye! —la mujer posó su atención en él—. ¿Cómo es tu planeta?
— ¿Mi planeta? —ella comenzó a recordar—. Hace tiempo que no estoy ahí, pero es muy parecido a aquí, a la tierra. Aurón es un lugar hermoso igual que aquí, eso sí, tiene mucho menos luz. Nuestros ojos son un poco delicados, es por eso que aquí tengo que usar esos lentes de contacto, para que la luz no me haga daño. ¡Ups! Un enorme defecto.
Mientras decía esto, Kevin se había levantado y había caminado hacia ella. Cuando ella terminó su explicación, él levantó su antebrazo derecho a la altura de su pecho y con la mano derecha señaló la pulsera.
— ¿En serio no puedo quitarme esto?
—No —contestó con una sonrisa burlona.
El joven suspiró. Sabía que diría eso, pero no perdía nada si preguntaba.
—Iré a comer algo, tengo hambre —se dirigió a la puerta para entrar a la casa, se detuvo en el umbral y se volvió a ella—. ¿Quieres algo?
—No gracias, comí algo en la mañana.
— ¿En la mañana? Pero si ya es tarde.
—Sólo como una vez al día.
“¿Sólo una vez al día? ¿Cómo puede? Yo me ando muriendo si no como una de las tres veces al día”, pensó mientras cruzaba la puerta, entonces recordó algo. Volvió al garaje.
— ¿Cómo es que te llamas?
— ¿Qué? ¿No sabes cómo se llama tu niñera?
— ¿De qué hablas? ¡No llevas ni un día aquí!
—Aun así, ¡pero qué crío!
—Y no me digas así, me llamo Kevin,
—Me llamo Nimichiminimi
— ¿Qué? ¿En serio?
—Es verdad.
—Nimimichi…
—Nimichiminimi. Sólo dime Nimi.
—Nimi, ¿qué clase de nombre es ese? —se dijo en voz baja mientras se dirigía a su lugar favorito.
Después de prepararse un sándwich bien relleno, sonó el teléfono. Kevin corrió y lo descolgó para contestar.
—Kevin —escuchó la voz de su padre—. ¿Cómo has estado? ¿Todo bien?
—Papá, ¿cuándo vas a venir? Quiero que regreses.
El padre escuchó la voz de su hijo, ansiosa. Como si en verdad esperara su llegada, lo que lo extrañó mucho ya que nunca había ocurrido eso, nunca. Desde que era muy pequeño se iba y sí, siempre pedía a su padre que no se fuera, pero cuando comenzó a crecer, Kevin demostraba que le gustaba que se fuera y ahora no, fue diferente y eso lo hizo muy feliz.
—Mañana en la mañana voy a dar mi conferencia, ¡voy a dar lo mejor de mí! Tal vez esté en la tarde.
— ¿Hasta la tarde? —suspiró. No quería estar más tiempo con Nimi—. Bueno, entonces hasta mañana.
— ¡Oye, espera!...
Colgó. Tendría que esperar más. Bueno, por el momento iba a comerse ese rico sándwich que lo esperaba en la cocina y luego, quizás vería tele hasta la hora de dormir. He aquí otro día más en su vida o un día menos, para Kevin daba igual.
Al día siguiente, como todas las mañanas, Kevin se levantó, se vistió e iba a irse a la escuela. Bajó las escaleras y al pasar por la sala, para ir a la puerta que conducía a la calle, vio a la mujer loca de otro mundo dormida en el suelo. Ni siquiera estaba sobre un sillón, no, estaba en el frío piso. Antes de irse, subió de nuevo al segundo piso y de su cuarto, del armario, sacó una colcha que utilizaba para cuando lavaban la que él usaba en ese momento, así las turnaba. Bajó las escaleras y llegó a donde Nimi, colocando la colcha sobre ella.
—No sé si ustedes pescan resfriados o no, pero no puedo dejarte así —se dirigió en murmullo. Enseguida se fue a la escuela.
Desde el suelo, Nimi sonrió.
—Kevin, ¿eh?
Y eso es todo por hoy xDDD
Ah, bueno. Los que se pasan, espero que les haya gustado xD
Y si no... pues no importa, en realidad xDD
Bye... ewe, o mejor, continuara ~~