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Autor Tema: DragonSwan S&S  (Leído 4448 veces)

riza-chan Desconectado
« en: Junio 09, 2011, 09:29 pm »

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DragonSwan S&S
« en: Junio 09, 2011, 09:29 pm »
Disclaimer: Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto al igual que Dragonswan pertenece a sherrilyn kenyon.

Richmond, Virginia
–Sé amable con los dragones, por que son crocantes cuando los asas y saben bien con ketchup.
La Dra. Sakura Haruno hizo un alto en sus anotaciones y arqueó una ceja ante ese comentario tan peculiar. Había estado ante el famoso Tapiz del Dragón por horas, tratando de descifrar los antiguos simbolismos ingleses, y en todo ese tiempo nadie la había  molestado.
No hasta ahora.
Con su mirada más irritada, apartó su lapicera del cuaderno de notas y se dio vuelta.
Y entonces quedó con la boca abierta.
No era ningún niño molesto o irrespetuoso. Él era alto, un dios sexy de los que te vuelan la cabeza, que dominaba la sala del pequeño museo con una presencia tan poderosa que ella se cuestionaba cómo demonios había entrado en el edificio sin sacudir los cimientos.
Nunca en su vida había contemplado algo como él, o la sonrisa seductora que le dirigió. Por Dios, ella no podía sacarle los ojos de encima.
Erguido medía al menos dos metros, sobrepasando su altura media. Su alborotado pelo negro estaba peinado en una cola tirante, vestía un carísimo traje negro hecho a medida y un sobretodo que no concordaba con su pelo poco ortodoxo, pero se adaptaba adecuadamente a su aura real.
Pero la cosa más peculiar de todas era el tatuaje que cubría la mitad izquierda de su cara. De un pálido verde oscuro, una espiral se curvaba desde el nacimiento de su pelo hasta la barbilla como un símbolo antiguo.
En cualquier otro esa marca sería extravagante o extraña, pero este hombre la llevaba con tal dignidad y presencia como una orgullosa marca de nacimiento.
Pero fueron sus ojos los que más la cautivaron. De un profundo negro azabache, estaban colmados de una cálida inteligencia y vitalidad que la dejo completamente sin aliento.
Su amplia sonrisa era tanto juvenil como arrogante y le marcaban unos hoyuelos que la encanta-ron.
–Te dejé sin habla, ¿eh?
Ella amó el sonido de su voz, que tenía un acento que no pudo reconocer. Parecía una mezcla única entre griego y británico. Sin mencionar, profunda y provocativa.
–No del todo sin habla –dijo ella, resistiendo su deseo de sonreírle–. Me pregunto por que dirías algo así.
Él encogió sus anchos hombros despreocupadamente mientras su profunda mirada descendía a sus labios, haciendo que ella quisiera humedecerlos. Peor, su mirada prolongada produjo una ráfaga de deseo a través de ella.
De repente, estaba tan extremadamente caluroso en la pequeña sala que ella temió que se empañaran los vidrios de la galería.
Él se llevó las manos a la espalda despreocupadamente, pero se lo veía listo para la acción, como si estuviera preparado y alerta para enfrentarse con cualquiera que quisiera amenazarlo.
Que imagen extraña….
Cuando él habló otra vez, su profunda voz fue aún más seductora y atrayente de lo que había sido antes, casi como si estuviera tejiendo un hechizo mágico a su alrededor.
–Tenías el ceño fruncido mientras mirabas fijamente el tapiz, lo que hizo preguntarme como te verías con una sonrisa.
¡Oh!, El hombre era un seductor. Y demasiado seguro de su apariencia, a juzgar por su arrogante postura. No había duda que él podía tener cualquier mujer que le llamara la atención.
Sakura  tragó ante ese pensamiento y echo una mirada a su jumper de cordero tostado y sus caderas, que no eran tan estrechas como dictaba la moda. Ella nunca sería el tipo de mujer en la que un hombre como él se fijaría. Tendría suerte si su corriente apariencia lograba una segunda mirada.  
El Señor “Házmeloahora” debería haber perdido una apuesta o algo así. ¿Porqué otra cosa le estaría hablando?
Aun más, había un aire de peligro, intriga, y poder sobre él. Pero no de hipocresía. Parecía honesto y de forma extraña, suficientemente interesado en ella. ¿Cómo podría ser?
–Sí, bueno. –Dijo ella dando un paso a la izquierda y acercándose a su anotador para deslizar su lapicera en el espiral–, no es mi hábito conversar con extraños, por lo que si me disculpa….
–Sasuke.
Sorprendida con su respuesta, se detuvo y levantó la mirada,
–¿Qué?
–Mi nombre es Sasuke –le extendió su mano– Sasuke Uchiha. ¿Y tú eres?.
Completamente aturdida y asombrada de que me estés hablando.
Ella apartó su pensamiento.
–Sakura –dijo antes de poder frenarse.
Su mirada la quemó mientras una pequeña sonrisa revoloteaba los bordes de esos labios bien formados y marcaba un diminuto hoyuelo. Había una indescriptible aura masculina a su alrededor que parecía decir que él debería estar lejos en casa en alguna ancestral batalla más que encerrado en este museo.
Él tomó su mano fría en su gran y cálida mano.
–Entonces muy encantado de conocerte Sakura.
Besó sus nudillos como un gallardo caballero de antaño. Su corazón latía al sentir su aliento en su piel, sus calidos labios en su carne. Era todo lo que podía hacer para no gemir de placer.
Ningún hombre la había tratado de esta forma, como una apreciada lady.
Ella se sintió curiosamente hermosa a su lado. Deseable.
–Dime, Sakuura –dijo él, liberando su mano y mirando de ella al tapiz–.  ¿Por que estás tan interesada en esto?.
Sakura volvió la mirada al tapiz y al intrincado bordado que cubría el lino amarillento. Honestamente ella no lo sabía. Desde la primera vez que lo vio siendo una niña, se había enamorado de esta antigua obra maestra. Había pasado años estudiando detalladamente la fabula del dragón, que empezó con el nacimiento de un niño y un dragón y siguió adelante a través de tres metros de tejido.
Escolares habían escrito incontables papeles con sus teorías respecto a su origen. Ella, misma, había hecho una disertación de ello, tratando de relacionarlo con los cuentos del Rey Arturo o las tradiciones celtas.
Nadie sabía de donde había venido el tapiz o que historia tenía. En todo caso nadie sabía quien había ganado la pelea entre el dragón y el guerrero.
Eso era lo que más la intrigaba.
–Lamento no saber como terminó.
Él movió la mandíbula.
–La historia no ha terminado. La batalla entre el dragón y el hombre existe hasta ahora.
Ella frunció el ceño. Él parecía serio.
–¿Piensas eso?.
–¿Qué? –preguntó de buena manera–.¿Tu no me crees?.
–Sólo digamos que tengo una fuerte dosis de duda.
Él se acercó un paso, y otra vez su fiera presencia masculina la abrumó y envió un sacudón de deseo a través de ella.
–Hmmm, una fuerte dosis de duda, –dijo él, su voz apenas mayor que un bajo y profundo gruñi-do–. Me gustaría saber que puedo hacer para que me creas.
Ella debería dar un paso atrás, lo sabía. Pero sus pies no cooperaron. Su limpia y especiada esencia invadió su cabeza y debilitó sus rodillas.
¿Qué tenía este hombre que hacia que ella quisiera estar parada ahí hablando con él?
Oh, al demonio con eso. Lo que ella realmente quería era saltar a sus deliciosos huesos. Ahuecar esa apuesta cara en sus manos y besar sus labios hasta que estuviera borracha con su sabor.
Había algo realmente mal acá.
Maidai.Maidai.
–¿Por qué estas aquí? –preguntó ella, tratando de mantener sus lujuriosos pensamientos a raya–. Tu difícilmente pareces ser el tipo que estudia reliquias medievales.
Un malvado brillo apareció en su mirada.
–Estoy aquí para robarlo.
Ella se burló de la idea, aunque algo a dentro de ella dijo que no hacia falta mucho para aceptar esa explicación.
–¿Realmente?.
–Por supuesto. ¿Por qué otra cosa estaría acá?
–¿Por qué otra cosa, ciertamente?
Sasuke no sabia que había en esta mujer que lo atraía tan poderosamente. Él estaba metido en grandes problemas y requerían su total atención, pero por su vida, no podía sacarle la mirada de encima.
Ella tenía su pelo color rosado apenas cepillado, por lo que caía como una alborotada cascada desde un clip de plata con un viejo diseño galés. Varias hebras que estaban libres del clip colgaban sin orden alrededor de su cara como si tuvieran vida propia.
Como desearía él soltar ese pelo y sentirlo deslizarse entre sus dedos y cepillarlo contra su pecho desnudo.
Él dejó caer su mirada sobre su exuberante cuerpo y reprimió  una sonrisa. Su camisa azul oscuro no estaba abotonada apropiadamente y sus medias no combinaban.
Aun así, lo volvía loco de deseo.
Ella no era el tipo de mujer que normalmente provocaba su interés, y a pesar de eso….
Estaba seducido por ella y su cristalina mirada jade que brillaba con cálida curiosidad e inteligencia. Deseaba probar sus labios húmedos, enterrar su cara en el hueco de su garganta donde podría beber su esencia.
Dioses, cómo la anhelaba. Era un deseo nacido de tal desesperación que se preguntaba qué lo retenía de tomarla a ella en sus brazos en este momento y satisfacer su curiosidad.
Nunca había sido la clase de hombre que se negara placeres carnales, especialmente cuando la bestia en él se agitaba. Y esta mujer agitaba esa mortífera parte de él a un nivel peligroso.
Sasuke solo había venido al museo para saber donde estaba el tapiz y estar listo para la noche. No estaba buscando una mujer con quien pasar la solitaria noche, hasta que él pudiera volver a casa donde estaría…bien, solo otra vez.
Sin embargo, todavía tenía horas antes de poder partir. Horas que preferiría pasar mirando esos ojos que esperando en su habitación del hotel.
–¿Te gustaría acompañarme con una bebida? –le preguntó.
Ella pareció sorprendida con su pregunta. Pero parecía ser el efecto que él tenía en ella. Estaba nerviosa, un poco asustada, y él quería hacerla sentir a gusto.
–No salgo con gente que no conozco.
–Como podrás llegar a conocerme a menos que…
–Realmente Sr. Uchi…
–Sasuke.
Ella sacudió su cabeza.
–Eres persistente, No?
Ella no tenía idea.
Reprimiendo al depredador dentro de él, Sebastian puso sus manos en los bolsillos para evitar to-marla y asustarla.
–Siento que es algo arraigado en mi. Cuando veo algo que quiero, voy tras ello.
Ella arqueó una ceja, y lo miró suspicazmente.
–¿Por que diablos querrías hablar conmigo?
Él estaba consternado por su pregunta.
–Milady, ¿no tienes un espejo?
–Sí, pero no es uno encantado. –Ella se volvió y comenzó a irse.
Moviéndose con la increíble velocidad de su especie, tiró de ella para detenerla.
–Mira Sakura, –dijo cortésmente–. Temo que he echado a perder esto. Yo solo… –se detuvo y trató de pensar la mejor forma de estar con ella un tiempo más.
Ella miró a su mano, que todavía aferraba su codo. De mala gana la soltó, aun cuando toda su alma le gritaba que la mantuviera a su lado sin tener en cuenta las consecuencias. Ella era una mujer con una mente propia.  Y la primera ley de su gente pasó por su cabeza: Nada de lo que una mujer concede vale la pena a menos que lo conceda por su propia voluntad.
Era la única ley que nunca había roto.
–¿Tú qué? –preguntó ella suavemente.
Sasuke respiró profundamente mientras peleaba con el animal que tenía adentro, que la deseaba independientemente de la razón y las leyes, la parte de él que gruñía con una necesidad tan feroz que lo asustó.
Forzó una sonrisa encantadora.
–Tú pareces ser una excelente persona, y hay tan pocos como tú en este mundo que a mí me gustaría pasar algunos pocos minutos contigo. Tal vez un poco de ello podría desaparecer.
Sakura se rió a pesar de sí misma.
–¡Ah! –bromeó él–, entonces puedes sonreír.
–Puedo sonreír.
–¿Vendrías conmigo? –le preguntó–. Hay un restaurante en la esquina. Podemos caminar hasta allá a la vista de todo el mundo. Te prometo no morderte a menos que tú me lo pidas.
Sakura frunció el entrecejo, a él y a su raro sentido del humor. ¿Qué es lo que lo hacía tan irresistible? No era natural.
–No sé si puedo...
–Mira, te juro que no soy un psicótico. Excéntrico e idiosincrásico pero no psicótico.
Ella aun no estaba completamente segura respecto a eso.
–Apuesto que las prisiones están llenas de hombres que les dijeron eso a las mujeres.
–Yo nunca lastimaría a una mujer, menos a ti.
Había tanta sinceridad en su voz, que ella le creyó. Más que convencida, ella no sentía ninguna advertencia interior, ninguna vocecita en su cabeza diciéndole que corriera.
En cambio sentía una peculiar serenidad en su presencia, como si ella debiera estar con él.
–¿Por esta calle?.
–Sí. –Él le ofreció su brazo–. Vamos, prometo que voy a mantener mis colmillos escondidos, y el control mental para mí mismo.
Sakura nunca había hecho algo así en su vida. Ella era una mujer que debía conocer a un hombre por un largo tiempo antes de considerar una salida.
Pero se encontró colocándose el saco y apoyando su mano en su brazo, donde sintió un músculo tan tenso y bien formado que envió una descarga a través de ella.
Por la sensación de ese brazo, ella podía decir que su elegante traje y sobretodo escondían un cuerpo increíble.
–Pareces tan diferente –dijo ella mientras salían de la habitación–. Algo de ti es muy del Viejo Mundo.
Él abrió la puerta de vidrio que llevaba al vestíbulo del museo.
–Viejo es la palabra clave.
–Y aún así, eres bien moderno.
–Un hombre renacentista atrapado entre culturas.
–¿Eso es lo que eres?
Él le echó una divertida mirada de soslayo.
–¿Honestamente?
–Sí.
–Soy un mata-dragones.

hello chicas ya habia publicado otra adaptacion en este foro "El beso de media noche" una disculpa por no actualizarlo en meses.Sinceramente problemas personales que me dejaron sin ganas.
Pero para enmendar mi error traigo otra adaptacion ojala les guste.

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