Nombre: Reflejos de mi pensamiento
Autor: Dresti
Género: drama
Clasificación: +16
Advertencias: por ahora solo lemon y más adelante.
Publicaciones: MundoSasuSaku, arteanime y Fanfic.es
Resumen: Hacía tiempo que Sasuke se había abandonado a la oscuridad del mundo, el dolor sufrido tras el accidente en el que su padre había muerto había causado que su vida se desmoronase y solo se centrase en una especie de venganza que lo llevó a realizar crímenes impensables.
Tras sufrir una sobredosis es destinado a un centro social de Konoha donde conoce a Sakura, una chica ciega con un extraño pasado.
El amor y el destino los unirán, pero...¿qué tiene que ver Sakura con el accidente en el que murió su padre?
Hola gentee^^ pues bien aquí vengo yo con otra historia SasuSaku, ¿raro, no? xD
Bueno antes que nada quisiera aclarar una cosa, los dos primeros capítulos, este y el siguiente, son como una especie de prólogo donde explico como eran las vidas de los protagonistas antes del fatídico accidente, en este es la de Sakura y en el siguiente la de Sasuke.
Que no os extrañe si veis descripciones muy precisas de ciertos lugares donde viven los personajes, lo hice expresamente para que a lo largo de la historia veáis como ha cambiado su vida.
Bien sin más que decir me despido deseando con todas mis fuerzas que os guste, a leer^^
Prólogo 1.Sakura Haruno
16 de Abril de 2007, Ciudad de Konoha, afueras de la ciudad, 7:30 de la mañana.
El cuarto estaba a oscuras aunque podía apreciarse que era espacioso debido a las finas líneas de luz que entraban a través de la persiana bajada, pequeños rayos de sol que indicaban el inicio de un nuevo día y que se reflejaban como claras y pequeñas serpientes en el gran espejo de pie que se encontraba de frente a la ventana. El cuarto, aún a expensas de estar a oscuras, daba sensación de libertad, puesto que era bastante amplio. Si uno se fijaba hasta podía apreciar que lo sería más sino fuese por el hecho de que estaba lleno de muebles y objetos pertenecientes a un estilo de habitación claramente de una adolescente.
El armario tal vez era lo que más llamaba la atención, colocado al fondo de todo, empotrado en la pared, era de madera de caoba, pintado de rosa y blanco, traída desde Europa, constaba de cuatro puertas correderas que escondían la ingente cantidad de ropa de la que podía permitirse comprar su dueña, y allá, en una de las puertas correderas, donde debía haber madera había un espejo. Junto al armario, y haciendo esquina con este, se encontraba una inmensa estantería blanca y de diseño moderno llena de zapatos de todos los colores, formas y modelos, demostrando la actitud poco conformista y derrochadora de la compradora. Al lado de la estantería se encontraba el espejo de pie donde se reflejaban los rayos de sol y la silueta del pequeño puf rosa que tenía justo delante, el cristal, así como la madera, estaba hecho de caros materiales importados, incluso cerca del remate de la madera habían colocado pequeños rubíes, simulando lágrimas, engarzados en finas líneas de oro. En frente, justo al lado de la ventana, habían colocado un tocador de los mismos materiales donde se podían apreciar productos de belleza de las marcas más caras.
La habitación, en forma de L, permitía crear una sensación de dos espacios de los cuales, el primero hacía de función de ropero mientras que el segundo ofrecía el resto de funciones. En frente de la puerta había un escritorio de color rosa, sobre él un portátil Toshiba, un puñado de papeles y unos cuantos libros que llevaban acumulando polvo durante varios meses aunque conservaban su envoltorio, claro signo de que habían sido comprados pero no leídos, en frente del escritorio, justo en la esquina baja de la L, había una enorme pantalla plasma de negro mate, delante de ella, una mesita de cristal que soportaba el peso de las Play Station, los mandos de la consola y de la televisión y los juegos, y cuatro pufs de color rosa que rodeaban la mesa y funcionaban como asientos de ese improvisado cine. A los lados de la televisión había dos baldas llenas de películas y CDs de música y sobre esta, una más grande que soportaba el peso del Home Cinema. Entre la zona de ocio y el ropero se abría una impresionante puerta corredera de cristal que daba paso a un jardín privado rodeado de enormes setos que impedían la vista de los curiosos del exterior y que albergaba una pequeña piscina rodeada de hamacas.
Por último, de nuevo en el interior de la habitación, y situada entre el escritorio y la zona de la televisión, se encontraba la cama de metro ochenta de color blanco y rosa, junto a una mesilla blanca que albergaba toda clase de pequeños objetos personales, entre ellos un despertador digital que empezó a sonar cuando llegó exactamente a las 7:30.
Del interior de la cama salió un gruñido y un perezoso brazo salió de debajo de las mantas en dirección al implacable despertador. El aparato dejó de retumbar pero su sonido fue sustituido por el de las sábanas al ser retiradas.
-Maldita sea-gruñó.
De la cama había salido una adolescente de dieciséis años, con el pelo rosa alborotado y el pijama negro de Hello Kitty de verano todo descolocado. Se quitó el protector de ojos rosa que utilizaba para dormir y bostezó mientras se frotaba la cara. Odiaba madrugar y sobretodo si era para ir al maldito instituto, aunque solo faltasen dos días para que les diesen las vacaciones de verano. Resignada y refunfuñando salió de la cama y se dirigió hacia la puerta del baño, curiosamente al lado de su propia cama. Encendió la luz y sonrió, le encantaba su baño, en especial el jacuzzi. Se lavó la cara en el lavabo y se miró al espejo, tenía ojeras a causa de la fiesta del día anterior en la casa de Karin que había durado hasta las tantas de la madrugada.
Salió del baño y se fue directa al armario, mitad de la ropa que guardaba la había comprado hacía dos meses así que ya no le valía, se dijo que esa misma tarde debía ir de compras para renovar su vestuario, alguien como ella no podía permitirse llevar ropa de dos meses de antigüedad, era algo totalmente antiestético. Al final se decantó por un conjunto veraniego compuesto por una falda corta de pliegues de color blanco y una camiseta ancha de color rosa palo con letras negras que le dejaba los hombros al descubierto y los tiró sobre el puf. Seguía a oscuras así que abrió las persiana de la ventana y la puerta acristalada y permitió que la luz de la mañana entrase a su cuarto bañándole la cara. Iba a ser un día caluroso. Centrándose de nuevo en su vestimenta escogió unas sandalias de estilo romano color blanco y con algo de tacón que se anudaban por el tobillo y las mandó junto a la ropa, ya se vestiría después, ahora debía echarse sus cremas para hidratar la piel y borrar las dichosas marcas que la fiesta había provocado en su cara.
Terminó quince minutos después y se vistió, se peinó recogiendo el pelo largo en una cola alta y se echó un poco de maquillaje, sombra de ojos clara, un poco de rímel, colorete y brillo rosa claro. Se puso las lentillas en sus ojos verde jade, las odiaba porque le daba asco meterse cosas en los ojos pero tenía miopía desde los siete años y prefería eso antes que las estúpidas gafas. Volvió al armario y recogió su pequeño bolso marrón claro donde guardaba sus efectos personales y salió del cuarto.
La enorme casa donde vivía junto con sus padres ya bullía de actividad, el servicio danzaba de una habitación a otra cargando con sábanas y otros enseres para comenzar la rutina diaria de limpieza que su madre exigía con gran severidad. Echó a andar por el pasillo, ignorando los caros jarrones con flores frescas que lo rodeaban y a la pobre muchacha que las estaba cambiando, con la cual por cierto, se chocó.
-¡A ver si miras por donde vas palurda!-gritó abofeteando a la chica de pelo castaño, apenas dos años mayor que ella-¡casi me manchas la ropa! ¡¿Sabes cuanto cuesta, estúpida?!-luego sonrió con burla-que va a saber una paleta de pueblo como tú, lárgate de mi vista.
-Si, señorita Haruno-respondió antes de salir corriendo de allí con lágrimas en los ojos.
Por su parte la peli rosa continuó su camino y abandonó el pasillo bajando por uno de los tramos de la doble escalera que conducían hacia el piso inferior, donde se encontraban, el salón, el comedor y en la parte trasera la cocina, atravesó el amplio recibidor, sobrio y con poca decoración salvo la impresionante araña que colgaba del techo, y entró en el comedor, donde su padre se encontraba leyendo el periódico y tomando el desayuno a la cabeza de la larga mesa de madera cara. La chica se sentó al lado de él.
-Buenos días, papá-saludó.
-Buenos días, Sakura-contestó él apartando el periódico y revelando un rostro cansado decorado por un pelo negro cada vez más canoso-ayer a la noche llegaste muy tarde.
Sakura rodó los ojos.
-Es mi vida papá y si vas a entrometerte saldrás perdiendo-contestó de mala gana.
Su padre se encogió de hombros y volvió a lo suyo.
Por la puerta entró una sirvienta y colocó delante de ella el desayuno que tomaba cada mañana, dos tostadas de pan integral, un vaso de zumo y otro de leche de soja.
-¡Esto no es pan integral!-exclamó furiosa al probarlo.
La sirvienta se encogió, aterrada, todos conocían el temperamento fuerte y caprichoso de la señorita y que sus padres le daban todo, por lo que si algo o alguien descontentaban a Sakura sus padres no dudarían en echarlo de esa casa para siempre.
-¡¿Es qué nadie en esta casa sabe hacer nada?!-exclamó furibunda.
-En seguida se lo cambio señorita...
-¡Déjalo, seguro que me acabarías envenenando!-exclamó-me voy al instituto, esta casa es un suplicio.
Enojada abandonó el salón y salió poco después por la puerta de la calle. El chófer, al verla, le abrió de inmediato la puerta trasera de la limusina y la ayudó a entrar, poco después el flamante vehículo partió raudo por las calles de aquel barrio rico, por delante de otras muchas mansiones hasta acabar por detenerse en la entrada del instituto privado al que asistía la peli rosa.
El Konoha High School era uno de los más prestigiosos del país y se jactaba de contar entre sus alumnos a personalidades tan importantes como hijos de grandes actores y cantantes o descendientes de prestigiosos empresarios, en el caso de ella era por partida doble, su madre era una importante actriz y su padre uno de los empresarios más prestigiosos del país, por lo que dentro de la élite se la podía considerar como una persona intocable. La instalación era prácticamente actual, ya que había abierto veinte años después, y contaba con club deportivo y otras estancias de lujo, aún así ella odiaba ir allí.
Al rato de abandonar la limusina vio como sus amigas, Karin y Tayuya, ambas hermanas, la primera un año menor que la segunda, se acercaban a ella. Al igual que Sakura, sus padres eran muy ricos y por eso siempre iban juntas a todos los lados, porque sus padres hacían lo mismo. Su mejor amiga, Karin, llevaba justamente el mismo conjunto de ropa que ella, lo que la enfureció.
-¡Cámbiate ahora mismo!-le ordenó-¿cómo se te ocurre presentarte con la misma ropa que yo? ¡Vete, ahora!
-Pero Sakura...-intentó decir la pellirroja.
-¡Ahora!
Karin agachó la cabeza con una mirada de furia que la peli rosa no llegó a ver y se marchó corriendo, dejando a su hermana sola con la que era ''su mejor amiga''.
-Bonita ropa Tayuya, es bueno saber que al menos tú conservas criterio para vestir.
La chica había escogido un short blanco vaquero y una blusa beige de manga corta. Tayuya también era pellirroja y se parecía mucho a su hermana Karin, aunque ambas eran diferentes entre si, aunque de eso Sakura a penas sabía nada, no le interesaba como fuesen sus amistades si tenían lujos y dinero, a ella solo le importaba eso.
-Gracias, me alegra que te guste-contestó la otra.
Era frecuente, en el instituto todo el mundo se molestaba por gustarle a Sakura, porque Sakura le hablase o fuese su amiga así que hacían todo lo que ella les pidiese para contentarla.
Ambas entraron en el instituto, ganándose las miradas de todos a su alrededor, cosa que complació enormemente a la peli rosa más aún así su sonrisa se cambió por una mueca de asco cuando sus ojos se posaron en una chica.
-¿Esa todavía sigue aquí?-preguntó con desagrado.
Se refería a Hinata, una chica de familia humilde que había entrado al instituto gracias a una beca. Sakura la odiaba por eso, no comprendía como podían permitir que la chusma se juntase en un sitio que claramente no correspondía a su clase, además siempre iba vestida como una pordiosera, ese día en concreto llevaba unos vaqueros gastados con una camiseta de tirantes azul marino desteñida a causa de intensos lavados, el pelo le caía suelto, algo despeinado y por fi fuera poco era tan torpe que al verla a ella había desparramado todos los libros por el suelo.
-Mira quién está aquí Tayuya, la pobretona-dijo con tono de burla pisando el libro que iba a recoger la pelinegra-¿todavía sigues por aquí? ¿Nadie te dijo que este lugar no es un sitio para alguien como tú? ¡Regresa a la pocilga con tu mugrienta familia!
Hinata, intimidada, soportó las carcajadas de todo el mundo y continuó recogiendo sus cosas sin decir nada.
-¿Puedes quitar el pie para que recoja mi libro?-pidió atemorizada.
La peli rosa la miró con furia y la agarró de los pelos, provocando que la pelinegra soltase un grito de dolor y cerrase los ojos.
-¡Como te atreves a hablarme, mugrienta!-le gritó mientras los demás seguían riéndose-¡si vuelves a hacerlo haré que te echen de aquí de inmediato!
-No por favor-rogó la pelinegra con lágrimas en los ojos-si me echan de aquí no podré estudiar.
Sakura soltó una carcajada.
-¿Y crees que me importa?-dijo tirándola al suelo-¡mantente alejada de mí!
Sakura y Tayuya se marcharon, dejando a Hinata tirada en el suelo y a los demás riéndose de ella. Atravesaron las zonas de las taquillas, hasta llegar a los baños de donde salió Karin con un vestido rojo y se unió a ellas en silencio. Los ojos de Sakura se volvieron a posar en otra persona, esta vez en un chico alto de piel oscura y pelo castaño, llevaba una camisa azul clara de manga corta con los primeros botones sin abrochar y unos pantalones negros combinados con unas zapatilla a cuadros blancos y negros. Kiba sonrió y posó sus ojos zorrunos sobre Sakura, quien se acercó a él y le dio un fogoso beso en los labios. Eran novios desde hacía cinco meses, y ambos eran los más populares del instituto, como debía ser.
-Ayer no te vi en la fiesta-dijo ella-y Karin te había invitado.
Kiba dirigió una mirada suspicaz a la pellirroja, todavía en silencio, y luego se dirigió de nuevo a su novia.
-Tenía otras cosas que hacer, pero a la de esta noche voy sin falta.
-Más te vale porque es en mi casa y debo aprovechar que mis padres se van de viaje-dijo-además, asistirá toda la adolescencia de la clase alta de Konoha.
Kiba asintió.
-Sin duda allí estaré.
16 de Abril de 2007, ciudad de Konoha, afueras de la ciudad, 23:00 de la noche.
La casa de la peli rosa estaba llena hasta reventar, había asistido, como bien había predicho, todos los hijos de la gente acaudalada que vivían en la ciudad. Observó la estancia, se encontraba en el salón de la casa, sentada en una de los sofás blancos con un vaso de vodka con kiwi en la mano, a su alrededor la música estaba a todo volumen y la gente bailaba, gritaba, reía, comía y bebía hasta hartarse.
Sentados cerca de ella se encontraban sus dos amigas, Tayuya y Karin, y su novio Kiba, que ya estaba algo borracho y de vez en cuando gritaba cosas poco apropiadas a las chicas, sin importarle que su novia se encontrara justamente en su presencia. Por eso y por otras cosas, lejos de lo que ella había pensado la fiesta no la estaba divirtiendo, no se encontraba cómoda con la ropa, un vestido vaquero blanco de tirantes anchos y escote de cremallera que le había regalado su padre hacía un mes tras regresar de un viaje a Tailandia, ella se lo había aceptado por puro formalismo, lo que no entendía era qué la había impulsado a ponérselo esa noche cuando estaba claro que no le gustaba, y luego estaba Kiba, que no hacía más que dejarla en evidencia. Hastiada se levantó del sofá, llevando consigo su copa y salió del salón. El vestíbulo también estaba lleno de gente y muchos se acercaron a ella en un intento de entablar conversación pero la ojijade los ignoró, lo único que quería en ese momento era subir a su habitación y cambiarse de ropa.
La puerta de la entrada se abrió, Sakura lo supo porque a pesar del la música alta la puerta era tan grande como el ruido que hacía al ser abierta, por curiosidad miró a ver quién era el recién llegado y no pudo más que contraerse de ira al ver quién era. La muy estúpida de Hinata estaba allí, se preguntó como demonios se había enterado de la fiesta y sobre todo como se atrevía a ir la muy descarada, y eso no era lo peor sino que, muy a su pesar, la chica estaba guapísima. Llevaba un sencillo vestido blanco de tirantes hasta la cintura y el pelo suelto le brillaba. La chica parecía preocupada y nerviosa y cuando vio a Sakura dio un respingo de... ¿alivio? La peli rosa observó atónita como la pelinegra se acercaba a toda prisa hacia ella y le hablaba con el mayor descaro.
-Sé que no te caigo bien y que estás furiosa conmigo por aparecer en estos momentos pero créeme que no habría venido si no fuese por algo importante-dijo mientras intentaba recuperar el resuello, al parecer había ido corriendo-lo oí en el instituto, ni si quiera sé si es verdad, pero a pesar de todo debía advertirte, me he enterado de que alguien quiere hacerte daño, hoy, esta noche, estás en peligro.
Sakura, que había asistido anonadada a esa confesión, prorrumpió en sonoras carcajadas.
-De verdad pobretona, mira que inventarte una excusa tan patética para venir a mi fiesta-dijo-¿qué alguien quiere hacerme daño? a ver dime quién.
-La verdad no lo sé, nadie dijo quién solo que iba a pasar y...
-Eres más patética de lo que pensaba-la interrumpió-no hay más que verte, ¿de dónde sacaste ese vestido? ¿De un estercolero?
La pelinegra agachó la cabeza, avergonzada e intimidada.
-No sé como te atreves a venir aquí después de dejarte claro que me das asco, y por encima me mientes.
En un gesto de gran crueldad Sakura agarró su copa de Martini y se la echó por encima a Hinata, mojándole el pelo y el vestido. La peli rosa se echó a reír mientras Hinata se veía incapaz de contener las lágrimas ante tamaña humillación, ella solo había querido ayudar.
-Deberías agradecérmelo, acabo de bañarte con un Martini carísimo, lo más caro que tu asquerosa vida llegará a tocar y ahora largo.
Hinata salió corriendo de la casa, sollozando.
Sakura soltó un bufido al darse cuenta de que unas gotas de Martini habían manchado su propio vestido y el pelo, menos mal que se lo iba a quitar porque sino hubiera salido detrás de Hinata y matarla por mancharle la ropa. Atravesó el vestíbulo a empellones y subió por las escaleras, en el piso de arriba había algunas parejas y no dudaba que algunas habitaciones estarían siendo usadas, por suerte había dejado cerrada la suya con llave. Abrió y se encerró dentro, disfrutando por un momento de la paz que se respiraba. Después se desvistió y fue al armario, de donde sacó unos shorts verdes, una camiseta de tirantes negra y una boina de cuadros grises y negros muy mona que se había comprado en París, ahora no tenía tiempo de lavarse el pelo y no podía salir con él manchado, se lo recogió en dos moños y se puso la boina. Cuando ya estuvo lista volvió a salir por la puerta.
Al llegar al salón vio que alguien había pagado la luz y encendido la bola de discoteca por lo que ahora todo estaba mucho más oscuro, en los sofás encontró a sus amigas pero ni rastro de su novio.
-¿Dónde está, Kiba?-preguntó a gritos para hacerse oír.
-Se fue con una rubia hace un rato y no lo hemos vuelto a ver-contestó Karin.
-¡¿Y vosotras habéis dejado que se fuera?! ¡Sois imbéciles, si alguien los ve empezarán a burlarse de mí!
-No te hubieras ido-contestó Karin.
Sakura no entendía que le pasaba últimamente a su amiga, estaba muy altanera y borde.
Con un bufido salió de allí en busca de su novio, no hizo falta que saliera del salón, lo encontró al otro lado del espacioso lugar, dándose el lote con una rubia que ella no conocía. Se puso enferma de ira, era cuestión de tiempo que alguien se diese cuenta de quién era él y empezasen a correr los rumores, ella no pensaba soportar semejante humillación. Decidida separó a los dos amantes, la chica rubia la miró horrorizada al reconocerla pero Kiba no pareció ni inmutarse. Furiosa como estaba Sakura agarró uno de los micrófonos de la mini cadena de paso que apagaba la música.
-¡Atención, quiero dar una noticia!-gritó a través del micrófono, atrayendo la atención de los demás-¡voy a dejar a mi novio!
La sala se quedó en completo silencio, deseosos de saber por qué, Sakura paladeó el momento con placer, Kiba pagaría muy caro lo que acababa de hacer, dejarla, a ella, que era la más popular, nadie humillaba a Haruno Sakura y salía vivo para contarlo.
-¡La razón es porque no sabe satisfacer todas mis necesidades!-el silencio se volvió aún más pesado-¡Kiba es un negado en la cama! ¡Es virgen y además la tiene pequeña!
El silencio fue sustituido por una atronadora ola de carcajadas. Sakura se giró y vio con deleite como el chico la fulminaba con la mirada, lleno de odio, y poco después se iba de allí, humillado. La alegría de la peli rosa duró más bien poco tiempo, un tipo moreno y con una sonrisa estúpida en los labios se acercó a ella.
-Así que tú eres Sakura ¿no?-se le notaba en el tono que estaba borracho.
La peli rosa lo miró con desaprobación en intentó irse pero este la sujetó del brazo.
-Si estás disgustada porque tú novio no te da lo que tú quieres yo puedo hacerlo-dijo tocándole uno de los senos con la mano, descaradamente.
-¡Suéltame sabandija asquerosa!-gritó ella intentando sacárselo de encima.
La cara del chico se contrajo de ira.
-¡Eres una puta! ¡Sabes que quieres esto! ¡Yo te daré tu merecido!-dicho esto se abalanzó sobre ella, en busca de sus labios.
Sakura forcejeó pero le fue imposible librarse y sintió con asco como ese imbécil la manoseaba.
-¡Sai, para ya!-gritó otro chico tras ellos.
Sakura vio su salvación cuando un chico rubio de su edad le quitó a ese baboso de encima, ella le dio una bofetada.
-Tendrás que disculparlo, está borracho y no sabe lo que hace-dijo el rubio, al parecer no se había dado cuenta de quién era ella.
-¿Tú sabes con quién estás hablan...?-empezó.
-Hmp, ¿qué pasa aquí?
De la nada había aparecido otro chico, y menudo chico, pensó la peli rosa, era altísimo y guapísimo, el pelo negro le caía desordenadamente en mechones en la escultórica cara de piel blanquísima, los ojos de Sakura viajaron por todo su cuerpo, simplemente era perfecto a pesar de que solo llevaba unos vulgares vaqueros y una camiseta negra de manga corta floja. No era rico, pero ese problema lo compensaba semejante físico. No lo conocía pero sin duda era la primera vez que se alegraba de que alguien pobre entrase en su casa.
-Mi padre acaba de llamar, dice que está afuera esperándome, debo marcharme-continuó él, sin mirarla, es más ni siquiera pareciese que se hubiese percatado de la presencia de ella, algo que sin duda la enfureció, además, también estaba algo borracho-dice que sino salgo entrará él a buscarme.
El rubio, que seguía aguantando al que había agredido a Sakura, se encogió de hombros con resignación y los tres se marcharon, sin siquiera dirigirle la palabra.
-Aarg-exclamó, sin duda alguna aquella era la peor noche de su vida.
Fue hacia los sofás en busca de sus amigas pero no encontró a ninguna de las dos. Le sonó el móvil, tenía un mensaje. Aparecía como número oculto.
''Vete al parque de delante de tu casa, necesito hablar contigo''
Se extrañó, ¿quién podía ser? ¿Y por qué quería verla en el parque de en frente pudiendo hacerlo en su casa?
Tal vez era Kiba que quería ajustar cuentas, o cualquiera de sus amigas que le querían dar una sorpresa. Guardó el móvil y salió de salón en dirección a la calle, tras llegar a la puerta a empellones la abrió y salió a fuera. Miró hacia el parque intentando ver a alguien pero solo distinguió sombras, a ninguna persona, el resto de la calle estaba desierta. No tenía muy buena pinta, podría ser una trampa de alguien que quisiese secuestrarla y pedir un rescate pero aún así se dirigió hacia el borde de la acera, observó la carretera, era bastante ancha, unos doscientos metros, le recorrió un escalofrío.
Dio el primer paso y así sucesivamente hasta llegar a mitad de la carretera, oyó el sonido de un coche acercándose a toda velocidad, giró la cabeza, y aterrada, comprobó como el coche se le venía encima, no tenía tiempo de escapar.
El impacto fue tremendo, la peli rosa salió disparada por los aires y fue a caer al otro lado de la acera golpeándose con el bordillo fuertemente en la cabeza, un hilillo de sangre le brotó de un lado de la cabeza. Perdió la consciencia de inmediato. El coche se dio a la fuga.
16 de Abril de 2007, ciudad de Konoha, Hospital General, 00:00 de la noche.
Las puertas del hospital se abrieron de sopetón dando paso a los del samur que empujaban una camilla donde una chica peli rosa de dieciséis años reposaba en estado muy grave.
-¡Atropello! ¡Mujer, dieciséis años, traumatismo craneal y varias fracturas en el brazo derecho y las costillas!
Un médico se aproximó de inmediato.
-Este golpe en la cabeza es muy feo-dijo al ver como el hueso del cráneo se había astillado-es una suerte que siga viva, mandadla a hacer las pruebas pertinentes, las fracturas pueden esperar, me preocupa la situación del cerebro.
Unos celadores sustituyeron a los del samur.
-Tenemos una noche de accidentes de tráfico-comentó uno-hace nada acaban de traer a un padre y a su hijo, el señor murió y el chaval está muy grave, al parecer se chocaron con otro coche.
-¿Y el tipo del otro coche?-preguntó el otro.
-Ni idea-se encogió de brazos-lo gracioso es que no lo encontraron, solo estaba el coche vacío, así que si huyó será porque está bien.
En ese momento fueron interrumpidos por un matrimonio que llegaba corriendo, llevaban ropas muy caras y los dos en seguida conocieron a la mujer, erala famosa actriz Yuko Haruno, y ese debía ser su marido, sin duda los padres de Sakura, la chica que acababan de traer.
-¿Dónde está nuestra hija?-preguntó la mujer desesperada.
-TRanquilícese señora, su hija está viva y los médicos la están atendiendo.
-¿Qué tiene?-preguntó el padre-dígannos algo.
-Nosotros no sabemos nada, solo que tenía un golpe en la cabeza y varias fracturas.
-Oh Dios, mi niña-sollozó la madre-no teníamos que haberla dejado sola no...
Los dos padres se abrazaron.
-Nosotros debemos marcharnos, pero en seguida vendrá un doctor a buscarlos y informarles sobre la situación-dijeron los del samur antes de irse.
Tenían razón, media hora después un doctor apareció por allí preguntando por ellos.
-¿Cómo está mi hija, doctor?-preguntó Yuko.
El hombre agachó la cabeza, incapaz de mirarlos a los ojos, siempre era difícil dar ese tipo de noticias a los familiares.
-Su hija está en coma-contestó-su situación es delicada pero estamos seguros de que podrá superarlo aún así...
El doctor dejó la frase en el aire.
-¿''Aún así'' qué, doctor? por Dios hable.
El hombre tomó aire.
-Sakura no volverá a ver nunca más.