Aki dejo los dos ultimos capitulos, ahora en cuanto los akabe de subir subo la se cuela: Poisonous Blood: 2.Sobrevivir, nos vemos^^
23.
Miles de estrellas brillaban en el cielo, salpicando de color aquella intensa negrura en la que se convertía la Tierra cada vez que llegaba la noche.
No hacía ni frío ni calor, no es que a ella le importase, pero al menos podía complacerse con una suave brisa que le mecía el pelo verde.
Ese había sido un día como muchos otros, lleno de trabajos forzados y humillaciones. Sentía que a pesar de tener solamente dieciocho años había vivido más tiempo que su padre y sus hermanos.
Se sentía atrapada en aquel enorme castillo, en esa época que para nada era la suya y en esa familia que aunque sí lo era no la sentía como suya.
Odiaba su vida y solo el mero hecho de pensar que sería así por toda la eternidad lograba hacerla llorar.
Cerró los ojos, imaginándose que volvía a Portugal, donde Demetrio había retenido a su madre hasta matarla, ella no podía recordar la cara de su madre pero si recordaba con cariño el país que la había visto nacer.
Había vivido en Portugal hasta el día de su conversión.
Todo vampiro, fuese de la rama social que fuese, nacía no humano pero tampoco exactamente vampiro, algo intermedio, y vivía como tal hasta el día de su conversión. No se trataba de la misma conversión de cuando se convierte a un humano, sino de algo mucho más atroz.
Cuando llegaba el día de abandonar tu vida medio humana empiezas a sentirte mal en cuerpo y mente, a causa de que los cambios de efectúan lentamente, y tu verdadera naturaleza toma el control de tu cuerpo de una forma tan brutal que eres incapaz de contenerte.
Ella recordaba muy bien aquel día. Estaba tumbada en su cuarto leyendo un libro de historia cuando la cabeza empezó a darle vueltas y a arderle la garganta de un modo insufrible. Sabía perfectamente lo que significaba aquello y agradeció al cielo el tener ese momento de paso en un lugar donde no había ningún humano u otra clase de ser cerca de ella.
Estuvo echada en su cama durante horas, pensando que con el tiempo los efectos de la conversión pasarían, pero estaba equivocada, cada vez sentía más sed.
Su olfato se había duplicado por mil y era capaz de oler el más mínimo rastro de vida en diez kilómetros a la redonda y su oído era tan agudo que podía escuchar como las hormigas caminaban por el tronco del árbol que había al lado de su ventana.
Su cuerpo empezó a dolerle cuando su fuerza y rapidez se multiplicaron, sentía como si le estuviesen arrancando los huesos.
-Por que você me faz isto? (¿por qué me haces esto?)-preguntó mirando al cielo con lágrimas cayéndole como puñales.
Sabía que su ritual de paso era diferente al que había tenido su madre debido a su mitad sombra. Los Luminati perdían el conocimiento sobre sí mismos mientras se convertían mientras que los Sombra lo sufrían con creces.
Suspiró, desde aquel día nada había vuelto a ser igual para ella, su cuerpo todavía seguiría creciendo por dos años más, la madurez vampírica se alcanzaba a los veinte años pero a veces había vampiros que alcanzaban la madurez antes de pasar por la conversión, y luego se quedaría igual para el resto de la eternidad.
-Fiquei sozinha desde que você me deixou, mamae (me quedé sola desde que me dejaste, mamá)-susurró, con lágrimas inundándole los ojos.
-¿Ya vuelves a estar tirada en el suelo?
La voz de su padre hizo que se estremeciese de arriba a abajo, más aún así fingió no prestarle atención y continuó mirando las estrellas.
Cualquiera diría que el apuesto hombre que estaba detrás de ella era su viejo padre de más de dos mil años.
Demetrio era alto, rubio y de ojos borgoña y muy, pero que muy, atractivo físicamente. Tenía el perfil del guerrero griego tradicional aunque Alecto sabía que su padre había nacido en Egipto de una unión de un sangre pura griego y una sangre pura egipcia.
-Discúlpame señor, pero esta es mi hora libre y creo que puedo hacer con ella lo que me plazca-contestó.
En un nanosegundo Alecto pasó de estar tirada en el suelo a estar estampada contra la pared con el cuello siendo apretado por una mano de su adorable padre.
-¡Sé que has estado en Alemania!-rugió.
Cada poro del cuerpo de la peliverde exudó sudor frío pero tuvo mucho cuidado en mantener el miedo apartado de ella, en su mundo aquel que demostraba miedo estaba acabado.
-¿Qué hay de malo en ello, señor?
La cara de Demetrio mostraba una peligrosa tranquilidad.
-Has estado buscando a la Shii.
Alecto profirió una pequeña sonrisa.
-Nadie necesita buscar a Sakura señor, todos sabemos dónde está, en el palacio de la Reina-respondió-donde ni tú ni nadie puede atacarla.
-Ahí te equivocas.
Una sonrisa sádica apareció en los labios de su padre mientras la soltaba.
Alecto se esforzó por no demostrar sorpresa, debía mantenerse neutral para que su padre no supiese cuanto le importaba el bien de su prima.
-Se fugó del palacio con su renacida, con el Uchiha y con ese asqueroso romano, ahora tanto la Guardia Luminati como mi séquito están detrás de ella.
Alecto se forzó a hacer una mueca de indiferencia y encogerse de hombros.
Sasuke y Naruto eran imbéciles, en cuanto les echase el guante les diría cuatro cositas.
Sabía porque su padre la había ido a buscar, quería ponerla a prueba, como siempre.
-¿Cuando me marcho para Europa?-preguntó distraídamente.
Demetrio sonrió.
-Que bien que entiendas las cosas-dijo-te vas esta noche.
---------
Caminaban completamente alerta y emocionados.
Hacía apenas unos kilómetros atrás Sasuke había encontrado un camino que le recordaba vagamente a uno que se dirigía hacia su casa.
Era una vieja calzada romana que se había desgastado con el tiempo pero que todavía se mantenía.
Hacía rato que Naruto y Sasuke habían dejado de discutir y ahora iban sumidos en un total silencio.
Sasuke caminaba a su lado mientras miraba fijamente al frente con el ceño fruncido, Sakura sabía perfectamente que el pelinegro mantenía todos sus sentidos y su concentración puestos en el entorno por si alguien se les acercaba.
Por su parte Naruto mantenía la cabeza gacha con una extraña mirada nostálgica en los ojos. Hinata lo agarraba del brazo y mantenía la cabeza apoyada contra el hombro del rubio y le acariciaba el antebrazo como intentando borrar una pena interior del chico.
-Estamos llegando-aseguró Sasuke.
La pelirosa suspiró de alivio, no creía poder soportar más el miedo, cuanto antes llegasen a la casa de Sasuke antes estarían protegidos.
Dejó vagar una de sus manos en busca de la del pelinegro el cual la aceptó y la estrechó con fuerza.
-Recuerda lo que me prometiste-susurró.
-Hmp.
Estaba ansioso por llegar, cada vez le sonaba más el camino y estaba completamente seguro de que en diez minutos alcanzaría su mansión, por fin tendrían un respiro para organizarse y pensar como harían para enfrentarse a lo que les esperaba ahora.
Aunque le costase aceptarlo no le quedaba más remedio que instruir a Sakura en el arte de la guerra porque desconocía las circunstancias en las que se verían envueltos.
Por momentos se sentía tentado de llamar a Tenten al móvil y pedirle un poco de ayuda a la Oráculo pero él en esta vida había aprendido que no debía fiarse de los sangre pura, solo actuaban en su propio beneficio.
Unos pasos más adelante vio como una puntiaguda torre se abría paso sobre las copas de los árboles que los rodeaban y sintió como su corazón se calmaba.
Él había nacido y se había criado en Japón pero aquel era su verdadero hogar, allí podía ser como realmente era sin que nadie le molestase.
Maldijo cuando su pie pateó algo y descubrió un montón de botellas y cabezas de ajo tirados en el suelo, sí, definitivamente estaban llegando.
-¿Qué es todo esto?-preguntó Sakura mientras sus pies pisaban los dientes de ajo que estaban esparcidos por el suelo.
Naruto levantó la cabeza, repentinamente recuperando su buen humor.
-¿No se lo has contado teme?
Sasuke se giró, avergonzado, no había necesidad de contar nada.
-No hay nada que contar.
Pero la curiosidad ya había sido sembrada en el interior de las dos chicas, sobre todo de Sakura.
-¿Qué me tiene que contar?
Sasuke fulminó a Naruto con la mirada, pero este lo ignoró.
-Bienvenida a la región rumana de Transilvania, he de informaros que pasaréis una tranquila velada en la casa de Drácula.
Sasuke se llevó una mano a la cara mientras las mandíbulas de Sakura y Hinata se desencajaban.
-Los maníacos estos debieron regresar otra vez, si supieran que el ajo lo único que hace es dejarnos mal aliento...-continuó el rubio.
-¿T-tú eres...el Conde Drácula?-preguntó la pelirosa sorprendida.
Sasuke bufó, en cuanto pudiese mataría a Naruto y de la forma más dolorosa posible.
-Se basaron en mí para hacer al Conde Drácula-contestó.
-Desde entonces, cada equis tiempo recibimos una agradable visita de chiflados que vienen con ristras de ajos colgando del cuello y una cruces de madera compradas en el mercadillo-dijo Naruto-aunque siempre hay algunos que te sorprenden, ¿te acuerdas de aquella vez en 1817 cuando trajeron a un cura para exorcizar el lugar?
Por supuesto que el pelinegro se acordaba, el cura había echado agua bendita en el terreno alrededor de la casa y se había puesto a rezar como un loco sin saber que el verdadero mal no estaba dentro sino justo a su lado, ya que por suerte Naruto y él no estaban en la casa cuando eso sucedió sino que habían llegado con el grupo de personas.
-No pudimos entrar en casa durante una semana hasta que conseguimos que una bruja eliminase todo resto de pureza del lugar-terminó Naruto.
-Hmp, ya hemos llegado.
Apartando un grupo de zarzas y setos que tenían delante los cuatro quedaron en frente de lo que Sakura definió como el lugar más siniestro que había visto.
Cuando Sasuke decía ''casa'' ella se había imaginado una mansión como la que tenía en Konoha pero aquello superaba todo límite de imaginación. Eso realmente era la casa del terror.
La ''casa'' de Sasuke era un impresionante castillo-palacio de color negro, de estructura estrecha estilo gótico y con una única torre que dominaba el cielo.
Alrededor del castillo había un enorme foso así como un puente levadizo que en ese momento se encontraba levantado para impedir el paso a cualquier extraño.
-Es perfectamente creíble que hayan inventado la leyenda de Drácula si vivían cerca de algo como esto-dijo la pelirosa.
Naruto se echó a reír mientras Sasuke avanzaba hacia el foso y saltaba limpiamente al otro lado sin puente y sin nada, ventajas de ser un no-muerto.
Antes de imitarle Sakura observó la longitud del foso y su profundidad, quedando realmente asustada, aquello dejaba en pañales a una piscina olímpica, en ese momento agradeció tener una fuerza y rapidez superior a la normal.
Se inclinó y saltó justo después de que lo hiciesen Naruto y Hinata.
Sasuke soltó un leve suspiro mientras abría los enormes portones de la entrada, tal y como había hecho millones de veces a lo largo de los siglos, y entró en el inmenso vestíbulo de entrada, encendiendo la luz.
Aunque fuese uno de los edificios más antiguos de Europa, él lo tenía completamente maquinizado de modo que tenía electricidad e internet.
Nada de anteriores épocas se hacía presente, todo el mobiliario era nuevo y moderno, a él no le gustaba anclarse en el pasado.
-Vaya-silbó Hinata-no me esperaba esto.
Sakura realmente tampoco, se esperaba antorchas y todo tipo de objetos de la Edad Media pero lo único que encontró fue un vestíbulo como el de cualquier mansión de hoy en día.
-Cuando tienes sirvientes humanos lo mejor es asustarlos en la menor medida posible-dijo el pelinegro.
Pero allí no había nadie, nada olía a humano.
-Los despedí cuando regresé a Japón-contestó Sasuke a su muda pregunta.
-Bueno...yo me voy a mi cuarto, siempre me sorprendo cuando vuelvo, la última vez tenía una chimenea de leña y una cama con dosel, espero que ahora tenga una televisión y una Play Station-dijo Naruto, luego miró a Hinata-y que siga teniendo la cama con dosel.
Agarrando a Hinata con un entusiasmo juvenil ambos desaparecieron por uno de los pasillos.
-Estoy sorprendida-dijo la pelirosa cuando se quedaron a solas-esto es realmente genial, fantástico, es el hogar de mis sueños.
Sasuke medio sonrió mientras se acercaba a ella y la abrazaba por la espalda.
-Es todo tuyo-le susurró en la oreja.
Sakura sonrió cuando sintió cosquillas ante ese acto.
Le gustaba cada momento que Sasuke compartía con ella y más cuando se comportaba así de cariñoso.
-Tal vez deberíamos repetir lo de la noche anterior-le dijo.
Sakura se sonrojó hasta la médula al recordar como Sasuke la había ''instruido'' acerca de las relaciones sexuales de los vampiros.
Ella se removió en sus brazos y le agarró la cara con las manos.
-Ten piedad de mí, estoy cansada, o lo que quiera que sea-dijo ella.
Él se rindió encogiéndose de hombros.
-¿Qué quieres hacer, entonces?
Ella sonrió.
-Háblame de nosotros, de los vampiros, quiero saber.
Él bufó ante la terquedad de la chica, sabía que si no le daba lo que pedía lo estaría agobiando todo el rato.
-¿Qué quieres saber?
La pelirosa sonrió y luego se concentró.
-Cuéntame alguna historia, lo que sea.
-Hay muchas historias-dijo él-y como te dije, ninguna es bonita.
Ella agachó la cabeza.
-¿Alguna vez estuviste enamorado, Sasuke?-preguntó de golpe.
-No-contestó sinceramente-en nuestro mundo el amor es un error, a nadie le importa.
Ambos se quedaron callados durante unos minutos, reflexionando sobre la profundidad de aquellas palabras.
La emoción y el buen ánimo de Sakura decayeron.
-Ya que no me vas a contar ninguna historia-dijo ella-¿puedes entrenarme físicamente?
-¿Ya?-preguntó sorprendido.
-Cuanto antes mejor, quiero estar preparada para regresar a Japón.
Sasuke sonrió de medio lado.
-Echas de menos tu vida humana-aseguró.
Con un suspiro, Sakura se giró y salió por la puerta que acababan de atravesar. Desde allí, el lugar ya no parecía tan terrorífico, solamente un sitio más.
Sintió la mano de Sasuke en su hombro y solo entonces se permitió derramar algunas lágrimas.
-A veces me pregunto como hacían mis padres para aguantar todo esto-susurró-yo solo llevo apenas tres semanas en esto y me siento incapaz de poder cumplir con lo que se espera de mí.
-Nada de eso es importante-contestó él indiferente-cuando yo tenía tu edad pensaba lo mismo pero cuando pasan los siglos te das cuenta de que nada que venga de los demás te tiene que importar porque tienes toda la eternidad para hacer lo que tú quieras.
-Pareces mi abuelo cuando me hablas así-dijo conteniendo un sollozo.
Sasuke no pudo evitar echarse a reír, reclinando su cabeza contra el hombro de ella. Y entonces se dio cuenta, hacía siglos que él no se reía así, hacía siglos que él no mantenía conversaciones largas con otras personas, hacía siglos que él no era feliz.
Desde arriba les llegó el sonido que pistolas y metal chocándose. Sasuke rodó los ojos.
-Naruto encontró la Play Station-dijo la pelirosa con una sonrisa.
-¡Vámonos de aquí antes de que me de algo!-exclamó cuando el rubio empezó a gritarle a la pantalla.
Sin previo aviso agarró a Sakura de la mano y empezó a correr a la velocidad del viento, pronto Sakura se situó a su altura.
-Desde que sé que soy mejor físicamente he sentido ganas de hacer una cosa-comentó con un brillo travieso en los ojos.
-¿Y eso es?-preguntó Sasuke.
-Te reirás de mí.
-Pruébame.
-Juguemos, quiero jugar a algo.
Sasuke volvió a echarse a reír.
-¿Qué pasa?-preguntó ofendida.
-Realmente eres un niño vampiro.
Sakura frunció el ceño, si seguía riéndose así de ella llevaría una buena trompada y no lo decía de broma.
Sasuke la miró divertido y entonces se le ocurrió una idea.
-Quieres jugar y quieres aprender-dijo-pues juguemos.
Los ojos de Sakura brillaron de emoción, su nuevo ''yo'' sentía unas ganas inmensas de conocer hasta donde llegaban sus fuerzas.
Sin previo aviso Sasuke desapareció de su vista.
Se quedó extrañada, ¿a donde había ido?
Relegó toda su racionalidad humana a un rincón para encontrar a Sasuke, si aquello era el juego del escondite ella lo encontraría. Dejó que el vampiro que había en su interior tomase el control.
El aire le llevó una risa gutural hacia sus oídos y una alarma se encendió en ella, pero al oler ese aroma dulzón tan conocido se relajó, más aún así continuó jugando y fingió sentirse ofendida por esa intromisión en su territorio.
Relegó su raciocinio humano y se avandonó a la alerta del vampiro que había en su interior que quería conocer su naturaleza y que defendería con uñas y dientes su territorio frente al extraño.
Sasuke la observaba desde la distancia, tal y como había pensado, Sakura estaba perdiendo el control, hasta ahora no había pasado porque siempre había estado acompañada pero el juego del escondite claramente había sacado afuera su lado animal.
-Sakura no dejes que te controle-dijo.
El cuerpo de ella se tensó cuando captó la dirección de su voz y con un salto potentísimo se encaramó a la copa del árbol donde se encontró con un macho de su raza que la miraba fijamente.
-Sakura...-empezó él.
Ella no le dio tiempo a hablar, se tiró encima de él provocando que ambos cayeran desde lo alto del árbol al suelo provocando que la tierra de hundiese diez metros debajo de ellos.
Sakura había caído encima de él y lo agarraba con tanta fuerza que el pelinegro empezaba a pensar que no podría soltarse.
La pelirosa estaba completamente fuera de todo raciocinio y le enseñaba los largos colmillos en un claro signo de que tarde o temprano se los clavaría para despedazarlo.
Midiendo cuidadosamente sus actos, alzó poco a poco una de sus manos hacia la cara de ella, Sakura le gruñó pero no se apartó cuando él la tocó.
-Soy Sasuke-le susurró él.
Algo en la mente de Sakura hizo clic y poco a poco fue recobrando el control sobre sí misma.
-Yo...-intentó decir-yo solo quería buscarte...yo...
Él suspiró aliviado al ver que volvía a ser ella.
-No pasa nada, tus hormonas adolescentes te controlaron.
La pelirosa estaba aterrada, casi lo había matado, prueba de ello era el espacio tan reducido en el que se encontraban a diez metros del exterior.
¿Eso lo había hecho ella? de repente empezó a temerse a sí misma, ¿por qué le pasaba esto ahora? ¿Por qué le daban esos ataques ahora?
El pelinegro observó la confusión de la chica, seguramente intentando comprender lo que había pasado. Él le explicaría pero primero necesitaban salir de ese agujero, la levantó con cuidado, por si acaso y de un salto los subió al exterior.
Sakura se sentó sobre la fina hierba, con la cabeza entre las piernas y el cuerpo entero temblando.
-A los vampiros nos pasa lo mismo que a los humanos en la adolescencia-empezó a contar mientras se sentaba junto a ella-llega un día en que nuestra verdadera naturaleza se manifiesta y pasamos a ser vampiros, lo llamamos conversión, hay una etapa después de la conversión realmente peligrosa, las hormonas vampíricas luchan contra las humanas, normalmente en una etapa que solo suele durar dos semanas, pero es diferente en cada vampiro.
Se calló unos segundos para dejar que la pelirosa asimilase lo que le decía, el tema que venía ahora era extremadamente delicado, sabía que tendría que habérselo dicho antes pero él no quería asustarla, había sido demasiado ingenuo como para creer que ella no tendría problemas para superar aquello.
-Si logras que tus hormonas humanas mantengan el control lo máximo posible no pasará nada, lo malo es si ocurre lo contrario-tomó una bocanada de aire-cuando tus hormonas vampíricas se hacen dueñas de tu cuerpo te conviertes en una bestia y atacas a todo lo que se interpone en tu camino.
Sakura continuó sin moverse o decir nada.
-Cuando eso sucede solo hay algo que te gustará más que matar humanos y beber su sangre.
Eso llamó la atención de Sakura quién levantó la cabeza y miró a Sasuke a los ojos, lo que allí encontró la asustó, Sasuke estaba muy serio.
-Matar y beber sangre de otros vampiros.
Los ojos de Sakura se abrieron de puro pánico al comprender lo que eso quería decir.
-¿Me...me convertiré...en Sombra?-tartamudeó asustada.
Sasuke la abrazó para confortarla, él nunca dejaría que eso sucediese, nunca.
-Tú no harás eso, yo no te dejaré.
Sakura se separó de él.
-¿Estas son las cosas que no quieres contarme sobre los vampiros?-las lágrimas volvieron a recorrer su rostro-¿por qué? podría haber matado a alguien.
-Pero no lo has hecho-dijo él.
Sakura se levantó, furiosa.
-¿Eso quiere decir que en las próximas dos semanas puede que me acabe convirtiendo en Sombra si no tengo el suficiente control sobre mí misma?
Sasuke asintió y ella lo fulminó con la mirada.
-Quiero que me lo cuentes todo ahora-rugió.
Sintió como las hormonas volvían a tirar de ella y se obligó a relajarse.
-No puedo-dijo él.
No podía destrozarle la vida de esa manera, no quería que ella se volviese un alma triste.
-Entonces-dijo ella levantándose-tú y yo hemos acabado.
Dicho eso se volvió corriendo a toda velocidad al castillo dejándolo solo.
Sasuke se levantó y dio una patada al árbol más cercano, tirándolo al suelo.
Por su parte, Sakura regresaba dolida al castillo cuando detectó en el aire un olor que le era muy familiar. Su corazón se removió al sentirla e inmediatamente giró hacia la entrada principal del castillo, y allí estaba ella.
-¡Sakura!-exclamó con alegría al verla.
La pelirosa se lanzó a los brazos de su prima y la abrazó con fuerza, apenas se conocían pero Sakura estaba feliz de volver a verla, Alecto era la única familia que le quedaba viva.
-¿Estás bien?-preguntó la peliverde preocupada-mi padre y la Reina te andan buscando y si te encuentran...
-Lo sé-dijo la pelirosa-por eso quiero irme de aquí.
Eso dejó totalmente sorprendida a Alecto.
-Estoy en esa fase hormonal después de la conversión-dijo atropelladamente-y tengo miedo Alecto, mucho miedo.
La peliverde volvió a abrazarla fuertemente, ella comprendía por lo que su prima estaba pasando, era horrible saber que de un momento a otro podía perder su identidad.
-Llévame contigo, por favor-suplicó-sé que tú no quieres a tu padre y que deseas tanto como yo escapar, marchémonos juntas.
Alecto se sorprendió ante lo que Sakura le pedía.
-No podemos huir-contestó.
-No pretendo huir-dijo Sakura-solo necesito tiempo para prepararme y necesito tu ayuda.
-¿Y Sasuke?
Sakura se rió con desgana.
-Se niega contarme nada sobre mi nueva vida, por favor Alecto, marchémonos ya.
-¿Sabes por qué estoy aquí? mi padre me mandó venir a cazarte aquí a Europa, si desaparezco sabrá que estoy contigo y las cosas se pondrán aún peor.
Pero Sakura no estaba dispuesta a rendirse.
-No si nos marchamos ahora, tardarían tiempo en darse cuenta y tú serías libre, por favor Alecto ayúdame, no quiero convertirme en un monstruo.
Alecto se congeló ante las palabras que ella se repetía a sí misma una y mil veces, ''no quiero convertirme en un monstruo''
Volvió a mirar a Sakura y entonces lo supo, aquella era la única oportunidad de buscar una vida mejor y de ayudar a su prima a reclamar lo que por derecho les pertenecía a ambas, sobre todo a Sakura.
-Pero debemos avisar a Sasuke, él es tu guardián.
La cara de Sakura ensombreció.
-Sasuke ya decidió lo que iba a hacer y yo he escogido mi propio camino, ahora cada uno irá por su lado.
Echó una mirada hacia la ventana por la que salía luz y pudo escuchar las risas de Naruto y Hinata, quería despedirse de ellos, pero eso solo complicaría las cosas.
-Entonces, vámonos ya-susurró Alecto.
Sakura asintió.
------
Minutos después Sasuke regresaba al castillo cuando sintió el aroma de Alecto entremezclado con el de la pelirosa, ¿qué hacía Alecto allí?
Rastreó la zona en busca de las dos chicas pero no había rastro alguno de ellas dos y el olor se desvanecía al entrar en el castillo, por lo que allí no estaban.
Siguió buscando, cada vez con un peor presentimiento, hasta que el olor lo llevó hacia uno de los bordes del foso y descubrió que el puente estaba bajado.
Hacía siglos que ese puente no era bajado y entonces comprendió lo que había pasado.
Sakura se había ido y él no sabía a dónde.
La furia y el miedo lo traspasaron llenando el espacio con un espantoso y desesperado grito.
Epílogo
Neji sentía que la cabeza le daba vueltas mientras volvía hacia su casa.
Acababa de condenarse con lo que había hecho pero lejos de arrepentirse sentía extrañamente que lo que había hecho era sumamente correcto, que no podría haber mejor persona que Tenten para compartir con él, ya fuese causa del destino o de lo que fuese.
¿A caso eso era un castigo de Dios? pero los castigos no eran tan placenteros.
Se sentía como un borracho que acababa de salir de un bar, había condenado su existencia porque una vez probada la piel de la ojimiel era incapaz de borrarla de sus sentidos y su corazón ya rogaba porque su móvil sonase para volver a escuchar esa voz envolvente.
Olfateó su ropa, allí todavía estaba el aroma de ella, el asqueroso olor a vampiro que en ella se convertía en una exquisita fragancia.
Sabía que debía hacer algo para enmascarar aquel olor, ya que si entraba en casa oliendo así tendría que inventarse algo muy creíble para poder justificar aquello.
Se apartó de las luces de la farola y entró al jardín privado de una casa en la que, para su suerte, se encontraban todos durmiendo, sonrió de medio lado, años atrás él había sido uno de esos humanos que dormían plácidamente por la noche sin preocuparse por que cosas peligrosas rondaban por la noche en busca de un bocado suculento.
Brujas negras en busca de órganos humanos para hacer sus ritos, las malvadas hadas que les encantaba comerse las almas y los sueños de los niños, los vampiros en busca de sangre fresca y...ellos.
Sí, ellos también eran un peligro para la humanidad aunque hasta entonces se lo estuviese negando constantemente, la carne humana representaba el aperitivo más jugoso que el olfato de Neji pudiese paladear. Ese era el castigo implantado por Dios.
Los licántropos fueron una raza creada por Dios para combatir a las criaturas malvadas que el demonio había creado, los vampiros. Su único cometido era proteger a la humanidad y demás seres indefensos de aquellas diabólicas criaturas, hasta que el macho alfa de la manada cometió el error tan grave que los había llevado hasta lo que eran ahora.
El macho alfa se había enamorado de una mujer vampiro y ella se enamoró de él.
Dios le instó a que la matara, pues esa mujer había matado a muchas personas, pero él se negó.
La furia de Dios fue tal que le negó su protección a los licántropos y los maldijo.
''Cada vez que os crucéis con cualquier ser vivo desearéis lanzaros sobre él y desgarrar su carne para alimentaros''
La maldición había sido muy efectiva, los licántropos empezaron a matar a otros seres, excepto vampiros, ya que eran los únicos seres cuya carne apestaba a podrido para sus olfatos.
Neji nunca había comprendido al macho alfa y siempre lo había tachado de débil por condenar a su raza a una penosa existencia, él mismo había luchado contra sus ansias de matar hasta que consiguió controlarlas por completo.
Casi se echó a reír al ver que ahora era él el que se encontraba en la piel del macho alfa, ahora entendía lo que el pobre hombre había pasado, en solo una noche él se encontraba irremediablemente atado a aquella hermosa mujer.
Se quitó toda la ropa y luego se convirtió en un lobo de un marrón tan oscuro que casi pasaba por negro, Cogió la ropa con las fauces y se dedicó a despedazarla, mejor no dejar pruebas.
Ya más seguro de que nadie descubriría lo que había sucedido esa noche salió del jardín y emprendió una rápida carrera hacia su casa, evitando las luces en la mayor medida de lo posible, ya que siempre podía haber algún humano solitario por la calle y no era conveniente que viese a un lobo más grande de lo normal campando a sus anchas por las calles de la ciudad.
Pronto llegó a los límites de su barrio y se encontró con dos de los cachorros de la manada, Ben y Ane, dos gemelos de pelo rubio casi blanco y ojos negros, ambos de unos dieciséis años y con una altura bastante envidiable.
Los dos eran americanos y habían ido de vacaciones el verano pasado a Japón donde tuvieron la mala suerte de que una noche un licántropo descontrolado mató a sus padres y los convirtió a ellos dos, por suerte ese desgraciado ya estaba donde se merecía, bien muerto.
-Hola jefe-saludó el chico-no sabes la que se está montando en tu casa.
‘‘¿Qué sucede?'' gruñó.
-Ino y Kiba se encontraron al lobo que anda matando gente y ahora se encuentran en una reunión ''familiar'' en el jardín trasero de tu casa-contestó Ane-a nosotros nos ordenaron la vigilancia de la entrada, y la verdad es una pena, la cara que llevaba Ino era de película, si yo fuera el tal Sai ese, o como se llame, me mantendría lejos de ella.
A Neji se le habría descolgado la mandíbula sino estuviese en su forma de lobo.
''Mantened la guardia alta'' ladró ''cualquier problema me avisáis, yo iré adentro''
Los dos gemelos asintieron y Neji se dirigió a todo correr hacia su casa.
Su tía abrió en ese instante la puerta, estaba muy enfadada.
-¿Podría alguien por lo menos asistir en forma humana? así no hay forma de que Hanabi no se entere de lo que somos.
Neji ignoró el comentario de la mujer y subió a toda prisa por las escaleras hacia su cuarto, tarea difícil ya que un lobo está acostumbrado a todo menos a subir escaleras.
Cuando hubo llegado a su cuarto recuperó su forma humana y se dirigió rápidamente al armario. Se vistió unos jeans gastados y una camiseta de manga corta ancha que a veces utilizaba para dormir.
Al rato salió de su cuarto y bajó por las escaleras para luego salir al jardín por la puerta trasera de la casa.
Allí estaba casi toda la manada, con su tío en frente, en completo silencio, en el medio de ellos se encontraba un joven de pelo y ojos negros y una piel tan blanca que casi parecía un vampiro.
Al otro lado Kiba sujetaba con fuerza a Ino, que amenazaba con saltar encima del extraño y despedazarlo en mil cachitos.
-Al fin has llegado Neji-dijo su tío-necesitamos tu presencia para discutir sobre este tema tan delicado.
Neji se dirigió hacia su tío, lanzándole una mortal mirada al moreno al pasar por su lado.
-Bien Sai, ahora que mi sobrino está presente puedes decir lo que quieras, empezando por el lugar del que provienes, es obvio que no eres de nuestra manada.
En lugar de contestar, el moreno alzó su labio superior para que todos pudiesen ver el par de colmillos que tenía, a simple vista se veían como los dientes de un humano normal pero si te fijabas bien eran algo más puntiagudos de lo normal, eso solo podía significar que aquel tipo era como su prima Hinata.
Un grito sofocado inundó la reunión, hasta Ino se quedó paralizada ante ese hecho.
-Mi nombre es Sai Serim.
Otro grito atravesó a la manada.
Neji estaba atónito, se suponía que la única sangre pura Serim que quedaba en el mundo era Sakura, entonces él...
-¿Eres hermano de Sakura?-preguntó.
Los ojos de Sai se clavaron con sorpresa en él.
-¿Conoces a mi hermana? ¿Sabes dónde está? ¿Está a salvo?-preguntó con preocupación.
-Está bien pero no sé donde está-contestó aún sorprendido ante la revelación.
El chico suspiró de alivio y se hizo un minuto de silencio.
-Dinos que es lo que está pasando-exigió Hiashi-quiero saber por qué acabaste convertido en licántropo y por qué estás matando gente.
El moreno asintió.
-Hace dieciocho años mi familia fue atacada por un ejército de sombra dirigido por Demetrio, la versión oficial es que todos menos mi hermana pequeña fuimos asesinados, pero no es cierto-empezó el moreno-a mi hermano gemelo, Akatsuki, y a mí nos capturaron, teníamos dieciséis años y todavía no habíamos pasado nuestra conversión por lo que no éramos vampiros completos.
Todo el mundo estaba en absoluto silencio.
-Lo que Demetrio hizo fue llevarnos con él y como todavía no habíamos pasado nuestra conversión hizo que un licántropo nos mordiese, así fu como dejé de ser vampiro. Yo logré escapar hace bastantes años pero a mi hermano le lavaron el cerebro y consiguió pasarlo a sus filas, él fue quién estuvo cometiendo estos crímenes, hasta quiso matarme a mí.
-¡Mientes!-rugió la rubia-¡solo mientes para librarte del castigo!
Sai se echó a reír.
-Yo ya estoy sufriendo un castigo señorita, soy un paria al que nadie quiere y que ha perdido a toda su familia delante de sus ojos sin poder hacer nada.
Las palabras de Sai sonaban sinceras pero Neji no estaba del todo confiado, solo había un modo de descubrir la verdad. Él podía presumir de tener el mejor olfato de la manada y por mucho que el olor de Sai y de su hermano fuesen parecidos, debido al hecho de ser gemelos, siempre había una pequeña diferencia.
De inmediato cogió una mano de Sai y se la llevó a la nariz, el moreno no hizo nada por impedirlo.
Aunque fue difícil de detectar Neji supo la verdad, él no era el lobo asesino.
-No es él, Ino-dijo mirando a rubia que seguía luchando por liberarse de Kiba-no tiene su olor.
-¿Estás seguro?-preguntaron la rubia y su tío al mismo tiempo.
Él asintió.
-¿Cómo podemos saber que no te envían los vampiros?
-Porque me odian-contestó el moreno-dije que ellos no quieren tratos con alguien como yo, es más si la Reina llega a saber que hay otro Serim vivo me mataría, no me dejaría libre.
-Eso es cierto-dijo Hiashi-¿y qué buscas aquí?
Neji lo supo antes de que Sai contestase.
-Una manada-dijo-¿qué te hace pensar que nosotros si te acogeremos?
-Porque yo puedo ayudaros a cazar al asesino-contestó.
-¿Matarías a tu hermano?
-Akatsuki dejó de ser mi hermano en el momento que se pasó al otro lado e intentó matarme, él tampoco vive ahora con los sombra y su única obsesión es encontrar a mi hermana y entregársela a los sombra y eso nunca lo permitiría.
-¿Y eso por qué? ¿por qué querría matar a su familia?
Sai no contestó.
-Basta con que sepáis que os ayudaré a matarlo.
Neji asintió, por él no había ningún problema, pero el resto de la manada era diferente.
-Yo quiero que se quede-dijo Ino-si él me puede ayudar a cazar al bastardo que mató a mis padres quiero que lo aceptemos.
El resto de la manada se mostró de acuerdo.
-Bien-dijo Hiashi-entonces a partir de hoy serás miembro de nuestra manada.
-------
Sakura y Alecto estaban sentadas en un restaurante en Ámsterdam.
Se habían pasado toda la noche corriendo y no habían parado hasta que al amanecer divisaron a lo lejos la capital de los Países Bajos.
Ambas habían entrado a una tienda de ropa para lograr pasar un poco más desapercibidas y luego habían decidido comer un poco de comida humana.
-¿De verdad crees que en Inglaterra estaremos seguras?-preguntó la pelirosa.
-Es el único sitio, al ser una isla no cuenta con tantos vampiros y será más fácil encontrar un lugar en el que puedas prepararte.
La pelirosa asintió, por suerte había aceptado asistir desde pequeñita a la academia de idiomas y sabía defenderse en el idioma extranjero, pero eso no era lo importante, sino la seguridad de ambas.
-De verdad Sakura, no entiendo por qué haces esto-dijo-Sasuke te habría enseñado mejor que yo, ¿por qué huyes de él?
Una lágrima solitaria escapó de un ojo de la pelirosa.
-No lo hago por gusto-contestó-pero si Sasuke se niega a decirme la verdad sobre lo que realmente soy nunca lograré nada, claro que me duele estar lejos de él pero...necesito saber que pasará conmigo, que cambios sufrirá mi cuerpo y que es a lo que tengo que enfrentarme y si él se niega a decirme la verdad yo nunca podré hacer nada.
Alecto le estrechó la mano en un apretón.
-Cuando estuve en el palacio de la Reina fue horrible, toda esa pobre gente esclavizada, sin ningún recurso para vivir dignamente, ¿cómo podría yo ayudar a los que supuestamente son mis súbditos sino sé lo que soy? toda esa gente dependen de lo que yo haga, si yo muero en manos de la Reina nadie podrá ayudarlos.
-Yo te ayudaré Sakura-prometió la chica-pero de todos modos debiste avisar a Sasuke.
-Es cierto que fui dura con él porque solo quiere protegerme pero ¿de qué habría servido decirle nada? me habría seguido y se habría puesto en peligro.
-¿Y te crees que lo dejará correr? saldrá a buscarte Sakura.
-Pero no me encontrará-contestó-acabará desistiendo en la búsqueda y así él, Naruto y Hinata quedarán fuera de esto.
La peliverde no estaba tan convencida, pero no insistió.
En ese momento el camarero llegó con sus pedidos y los dejó encima de la mesa.
Alecto cogió inmediatamente su plato de espaguetis, hacía dos semanas que no comía algo sólido y se moría por paladear el sabor de la comida. Por su parte, Sakura recogió la ensalada mixta que había pedido y se llevó el tenedor a la boca.
En el momento que la comida entró en contacto con su garganta sintió que el mundo se le venía abajo, los ojos se le nublaron, y, mareada como estaba, se inclinó adelante y vomitó.
-¡Sakura!-exclamó Alecto al ver el enorme charco de sangre que era el vómito de su prima.
La pelirosa cayó inerte al suelo.
Un humano de unos cincuenta años se acercó a ellas y se inclinó junto a la pelirosa.
-Soy médico-dijo en inglés.
Alecto se colocó al lado de él, asustada, no tenía ni idea de lo que le había pasado a su prima, nunca había visto algo igual.
-Se encuentra bien, solo se ha desmayado-dijo el hombre-de todos modos será mejor que la llevemos al hospital donde trabajo, no es normal que alguien vomite sangre así como así.
''Es muy normal en alguien que normalmente se alimenta de eso'' pensó Alecto.
-------
Itachi arrugó la nariz mientras se adentraba en ese pestilente lugar.
Él y el resto de la Guardia Real habían sido enviados al ''hogar'' de los demonios a buscar a Zedrik.
El pelinegro había estado más veces allí, ya que en el pasado la Reina había solicitado varias veces la ayuda de alguno de los demonios pero nunca se acostumbraría al sitio.
La guarida de Zedrik y sus hermanos era el lugar más asqueroso y caliente que uno pudiese imaginar, todo estaba construido con piedra caliza negra por la cual se escurría la lava ya que el lugar estaba situado dentro de un volcán. Uno se preguntaba como podía existir un lugar así en un sitio como la Antártida pero lo cierto era que existía y era muy real.
El olor a podrido hacía que sintiese ganas de vomitar y solo en ese segundo agradeció no haber bebido ni comido nada antes de entrar, no como sus hombres que lo habían echado todo nada más entrar en el Infierno.
Agarró firmemente su espada mientras sentía como las voces y las presencias de los demonios se acercaban cada vez más, no es que fuesen a atacarlos, los vampiros eran hijos de su rey, Lucifer, pero uno nunca sabía a lo que atenerse con esas bestias.
Pronto se encontraron en una estancia más grande pero no menos asquerosa que la que habían abandonado, el lugar estaba plagado de demonios.
A simple vista lo único que uno veía eran humanos extremadamente altos y fuertes, pero si uno se fijaba bien se daba cuenta de que todos ellos tenían los ojos rojos con un iris amarillo y una pupila negra. Una mirada de lo más angelical.
-¿Dónde está Zedrik?-preguntó al primer demonio que vio.
El hombre lo miró de arriba a abajo varias veces.
-¿La perra de tu Reina vuelve a necesitar ayuda? muy jodida tiene que estar para llamar a Zedrik.
Itachi, no se movió ni un pelo, ni siquiera pestañeó.
-Zedrik está en la forja haciéndose una nueva espada-acabó por decir el demonio.
Itachi asintió y él y su cuadrilla se dirigieron hacia el lugar indicado.
Lo único que diferenciaba a la forja del resto del lugar era que en su centro había un inmenso lago de lava y varias herramientas esparcidas por el suelo.
Al fondo había un único hombre, con el pelo negro como el carbón y una piel tan tostada que parecía negro, lo único que cubría su desnudez era un taparrabos. Se trataba sin duda de Zedrik, el mejor rastreador del mundo y sin duda uno de los demonios más trastornados.
-Zedrik tienes que venir conmigo-dijo Itachi-la reina quiere que busques a una persona.
El demonio se giró y clavó su penetrante mirada en él.
-Depende de lo que me des a cambio.
Itachi suspiró, él siempre le pedía ofrendas y él solo lo odiaba por eso, cada vez que bajaba a buscarlo tenía que sacrificar la vida de inocentes.
-La Reina te regalará lo de siempre-contestó.
Los ojos del demonio brillaron de puro placer.
-¿Qué quiere que haga?
-Rastrear y llevarle a Sakura Serim, viva-matizó-ella dijo ue si no cumplías tu parte deberías atenerte a las consecuencias.
El demonio pareció palidecer, vaya, parecía que Crimilda conocía algo comprometedor contra él, sino no se explicaba que el demonio actuase de esa manera.
-Hecho-dijo el demonio sin un pestañeo-mañana a la mañana empiezo, pero antes quiero mi ofrenda.
Itachi tuvo que controlarse, un mínimo descuido y todos descubrirían que él no estaba a favor de la Reina y acabaría tan muerto como sus padres y así no serviría de ninguna ayuda a su hermano.
-¿Emily?-llamó a una de sus soldados.
La mujer de pelo castaño claro y ojos azules se adelantó.
-Vete a buscar la ofrenda de Zedrik.
La mujer asintió y se marchó para poco después regresar con doce chicas humanas, gritando y llorando.
Zedrik se relamió los labios.
El pelinegro maldijo mientras el demonio se acercaba a las chicas, sabía lo que venía después, primero las violaría y luego las mataría de la forma más cruel posible y él, él no podría hacer nada.
---------
Cuando Sakura abrió los ojos se encontró tumbada en una camilla en un cuarto de hospital.
Quiso levantarse pero en el momento que lo intentó apareció Alecto y la obligó a tumbarse otra vez.
-El médico dice que debes descansar hasta que él nos traiga el resultado de las pruebas que te hicieron-dijo con la voz trémula.
Sakura se asustó.
-¿Pasó algo malo? ¿Maté a alguien?
-No, estábamos en el restaurante y de repente vomitaste sangre y luego te desmayaste, eso fue todo.
La pelirosa suspiró aliviada.
-Solo espero que todo haya salido bien, como hayan encontrado algo raro en tu organismo estamos acabadas-dijo la peliverde.
-No tenías que haberme traído-dijo Sakura-tú sabes que no tengo ninguna enfermedad, no me puedo morir a menos que me apuñalen en el corazón.
-Ya lo sé Sakura, pero en ese momento me quedé en blanco y fui incapaz de decir nada-se defendió.
Ambas escucharon un par de pisadas acercándose a la puerta y un fuerte olor a humano.
-Es el doctor, debe traer los resultados de las pruebas-dijo Alecto.
Un minuto después un hombre con bata blanca entró en el cuarto, y efectivamente traía los resultados.
-Me alegra que ya estés despierta-dijo el médico en inglés con una sonrisa.
-¿Han encontrado algo raro?-preguntó aterrada Alecto en el mismo idioma.
-Tranquila, Sakura se encuentra muy bien pero si hemos encontrado algo...
Las caras de Alecto y la pelirosa se pusieron blancas como la cera.
¿Qué había encontrado? ¿Un órgano diferente? ¿Una anomalía que la identificase como no-humana?
El doctor sonrió mientras miraba a Sakura.
-Felicidades señorita, estás embarazada.
El corazón de Sakura se frenó en seco mientras ella y Alecto se miraban horrorizadas.
No podía ser, no en ese momento, se llevó una mano al vientre donde ahora crecía su hijo, de ella y de Sasuke.
Un grito amenazó con escapársele.
Si eso era cierto, nadie debía enterarse, no cuando la vida de ella y su hijo corrían tanto peligro.