LIBRO I: EL INICIO
…Si inventara un jutsu para atrapar la belleza de los cerezos, sería sólo para tenerla a ella a mi lado, porque pareciera ser que ella es la flor efímera y no las sakuras que al menos ellas sí se dejan atrapar entre mis dedos…
Clasificación: (H/C), (OTP), (OOC), (OC), Angst, Lemon (+18).
Parejas: Principales: SasuSaku
LIBRO I: ARPEGIO, EL RETORNO DEL OJO MÍSTICO
PARTE II, LA BÚSQUEDA: La indagación de Sasuke para detener al Fénix Bruno de Akahaki, un misterioso enemigo que atenta contra Konoha.
Capítulo I
Un recuerdo…
De niño solía recordar pasillos oscuros, techos tan altos como el cielo nocturno, y rostros tan viejos como los gestos que hacían las montañas al caerles el olvido del tiempo… Sasuke, pequeño y de ojos grandes y oscuros, fue visto por un par de perspectivas húmedas y secas por la costumbre del determinio. La totalidad en su faz estaba en las sombras, hasta que alguien sopló unas palabras desconocidas y las velas a su alrededor se encendieron de pronto como el movimiento de una ola. Sasuke se asustó y fascinó, pero aún sus ojos no podían ver lo que ocurría… -Así que este es tu hijo. Sasuke Uchiha, hijo de Fukagu y nieto del legendario Kozuki Uchiha… -dijo una voz que no alcanzó a ubicar. Sasuke miró a su alrededor, miró rostros entre cavernas de tela y otros ocultos detrás del aura débil de las flamas, por lo que sus rostros eran deformes.
-Descendiente de Madara, por lo tanto, portador de la sangre de Tengu. No olviden lo qué pasó hace veinticinco años en la batalla de Domaina… -dijo lo que fue una voz femenina.
-Eso ya forma parte del pasado. El tratado de paz ya fue sellado por Yodaima y el Amo del Atardecer. Ahora, debemos de aliviar los lazos que fueron negados a unirse… Mikoto…
Sin darse cuenta el pequeño Sasuke, su madre estaba a su lado. Ambos estaban hincados mirando hacia una superficie oscura y poco alumbrada por las velas. Sasuke miró con mayor atención a su alrededor y fue que se percató de forma escalofriante, que quienes los miraban, a él y a su madre, eran varios ojos rojos con un carácter extraño, un doujutsu en forma de caleidoscopio, era el sharingan o algo parecido a él. El par de ojos que estaban en el altar de la reunión los miraban fijamente, era muy diferente a los otros y parecía tener más facetas. A diferencia de su sharingan su brillo era más intenso y despedía iluminaciones doradas, a disconformidad de las suyas que eran más oscuras, después fue percatándose de cierta aura pesada y dominante en el espacio…
-Señor, -dijo Mikoto… -Sí, este es mi hijo, Sasuke Kozuki Uchiha y estoy aquí para presentarlo frente al clan Miyahara. Mi fin es… que le permitan realizar la prueba de Akahiratsu con el propósito de deslumbrar la luz y la oscuridad que corren por su sangre…
-¡Más oscuridad que Luz! –Insinuó la misma voz femenina detrás de las velas, su tono era de desprecio cada vez que mencionaba su apellido… -Vuelvo a repetir que tomemos en cuenta las acciones del pasado. El chico es más uno de ellos, que uno de nosotros. Es un Uchiha. A esta distancia pueden ver mis ojos el predominio de Kozuki y Madara en sus venas… La determinación de su herencia puede llevarnos a la ruina. Si el primer producto de la unión de ambos clanes falló ¿Qué nos hace pensar que éste si se logrará?...
-¡La leyenda, Madoka! ¡Ya que hablas de escuchar las voces del pasado, entonces atiende a esta!... Tarde o temprano, la luz y la oscuridad de los poderes del Demonio Tengu tendrán que volver a su unidad. Si eso es posible, podremos tener una oportunidad para protegernos de los poderes de Hikai… -dijo una voz masculina y vetusta.
Madoka volvió a hablar… -Las leyendas no nos salvarán de Hikai, aunque fuesen ciertas. Los Haruno, los Miyahara y los Akio han forjado alianza cuando se fundó nuestra aldea. Nuestra unión ha sido poderosa debido a que hemos considerado con prioridad las cosas que tenemos en común, entre ellas, nuestros enemigos, los Uchiha son nuestros enemigos y aunque el forje de los kages y ésta unión tengan el fin de cambiar esas diferencias, será en vano por la profundidad de la herida…
Mikoto miró severa y con rencor a los ojos de Madoka… -Sí las heridas no han sanado ha sido por gente como tú…
Los ojos de Madoka brillaron hacía ella feroces…
-Bien, bien, bien, bonita argumentación, Madoka. Pero todos nos estamos precipitando ¿No creen?... –Un par de ojos salió de la oscuridad, tenían la misma forma del caleidoscopio de los otros doujutsu, la única diferencia, era su color, era de un azul celeste con deslumbramientos zafiros. El hombre del doujutsu celeste comenzó a salir entre las sombras… -¡Vamos! No seamos tan pesimistas si tampoco podemos ser optimistas… Además, hay que pensar en el bienestar del pequeño, primero. –el hombre era joven, de tez blanca, rasgos finos y sus cabellos negros y encrespados eran largos y sueltos. Llevaba en su frente una cinta ninja roja con la placa de Akahaki, una estrella de nueve picos que representaba la luz en destello de amanecer, y unas joyas que colgaban de él, en su punta había una piedra verde muy bella y extraña. El hombre era carismático, Sasuke pensó que si aquel hombre le llegase hablar, apostaría por él bajo cualquier situación. Su expresión era de confianza, amigable, determinante y misteriosa; no era fría ni severa… -Suena bien prescindir de un futuro sin Hikai y es verdad que los Uchiha son los primeros en desalentar la paz entre las aldeas. Pero, antes de comenzar en calcular nuestros propios intereses, debemos de tomar en cuenta la solución de las prioridades más cercanas…
El hombre miró a Sasuke haciendo que se sonrojara… -El niño debe conocernos, debe conocer de dónde viene y también tiene el derecho de saber cuáles son en realidad sus habilidades, saberlo puede llegar a salvarle la vida algún día; a él y a sus seres amados. ¿Quiénes somos para negarle el conocimiento que tiene por derecho de sangre? También es uno de nosotros. Todos hemos pasado la prueba y ninguno la ha satisfecho; no me hagan pensar que podrían ser por celos injustificados no haber logrado una probabilidad de cambio, un Uchiha puede llegar a pasar la prueba como también puede llegar a fallarla ¿Quién sabe?... Podríamos averiguarla, si accedemos a la petición de nuestra querida, estimada y valorada Mikoto… Una de las leyes del clan es acobijar a nuestra familia, Mikoto es nuestra familia y su hijo… No podemos darle la espalda, al negarle conocernos nos ofrecemos a la propia extinción y al olvido… ¿Qué dicen?... –terminó el hombre mirando a su alrededor a los ojos rojos que refunfuñaban su seguridad. Sasuke no entendía nada y al mirar a Mikoto, su consternación fue más, ella sonreía radiante y agradecida a aquel extraño hombre. Su ojos negros radiaban ternura y conmoción, eso, el niño, jamás lo había visto o, el hombre, recordado. Los ojos rojos alrededor en la oscuridad seguían siniestros, otros indecisos…
-Miyahara tiene razón. Debemos hacerlo. El pequeño tiene derecho y es deber del clan proveer a sus hijos de su sabiduría para protección suya y de sus seres más amados. Esa ley fue dada por el primer Miyahara, antes de que la luz y la oscuridad se ocultaran de nuevo de sus ojos… -dijo un anciano.
-Lo hicimos con el mayor, no pasó la prueba… -rugió una voz.
-¿A quién le importa eso? Kihan puede ser un imbécil por las razones equivocadas, pero el anciano tiene razón… Si a Itachi no le hemos negado ese derecho, porque sí al hermano menor… -dice otra voz más joven y masculina.
-El pequeño puede tener derecho, pero que tal sí pasa la prueba. ¿Acaso los Uchiha no intentarán usarla para hacernos daño?... –dijo una voz femenina y madura.
-¡No! ¡Se equivocan! –gritó inesperadamente Mikoto. Su mirada era de suplica, más que de reto. –Ustedes aún no pueden juzgar a los Uchiha. Han pasado centurias desde que comenzaron las grandes guerras, pero ¿Cuándo terminarán?... Si seguimos con estas ideas, ambos seremos al olvido. Por ello, sino piensan en el bien de mi hijo, piensen en el suyo y del clan, porque ahora todo puede llegar a ocurrir.
Los ojos brillaron y las voces se elevaron en discusión. Algunos afirmaban, otros protestaban, las voces se intensificaban y acaloraban la fría atmósfera… -Bien… -dijo una voz más fuerte y dominante… -¡Basta!… -al momento de alentar la primera explosión de aire, todos callaron y ningún sonido se emitió…
-El muchacho hará la prueba; pero antes, Fukagu debe de saberlo… -las voces iban a levantarse, pero un par de ojos se abrieron en el altar y todos enmudecieron y dejaron de brillar los iris en las sombras. El doujutsu era atemorizante, rojo y más intenso, tenían la forma de una estrella de nueve puntas, era similar al suyo, pero su brillo despedía un arcoíris nacido del infierno que le succionaba el alma…
Pasaron tres años y medio; estos parecieron largos y tranquilos, pero no para los shinobis…
Sasuke se encontraba observando la aldea desde la cima del árbol más alto y viejo de los alrededores. Por unos momentos se había distraído de su guardia tras una pequeña e instantánea migraña. Desde que sufriera el ataque sorpresivo de la akahaki tiempo atrás, comenzaba a tener ensoñaciones involuntarias e inoportunas. Se distraía con facilidad gracias a ellas, sin embargo no estaba dispuesto a revelarle al mundo su fastidioso secreto. Mientras nos se distrajera gravemente de su trabajo, todo estaba bien, además, los necesitaba para poder descifrar los enigmas que años atrás le marcaron la vida. No hallaba qué pudieran significar, se encontraba tan distinto y ajeno a esas imágenes que pensó que tal vez era una maligna jugarreta para hacerlo caer en algo más oscuro. Sencillamente no le desenterraba sentido ni ubicación a ninguno de los extraños personajes que remembraba. El golpe en la nuca que le diera aquella Akahaki, hace tres años no pareciera tener explicación o fin. Mas, él no dejaba de recordar o de imaginar cosas en momentos tan calmados como aquel. Muchos eran recuerdos de la infancia que había olvidado, no se había reconocido en ellos hasta no ver su imagen en el reflejo visual de los otros.
Especuló que los akahakis querían decirle algo con los recuerdos, pero aún no era capaz de interpretar que significaba el contenido de su memoria; su valor no era descifrado, tal vez debió haber consultado con Tsunade o haber confiado en alguien, sin embargo, los únicos quienes podrían ayudarlo estaban muertos, su hermano Itachi fue el último en llevarse los secretos de la familia Uchiha al infierno. Sasuke, como su hermano, no compartía su secreto por egoísmo y temor de volver a castigar a sus cercanos con otro error; además tenía el presentimiento de que sólo a él le concernía, si los hijos de abukara deseaban atraparlo no les haría fácil el camino.
Sentado en la noble rama del árbol contemplaba absorto el paisaje. Pronto acabaría su media hora de descanso y quería aprovecharla para relajarse y respirar el aire puro. Tenía mucho trabajo por delante y demasiadas cosas en qué pensar. No tardarían en anunciar la declaración formal de la guerra entre el País del fuego contra el País de la luz. En cualquier momento lo llamarían para ir a la oficina de la Hokage y enterarlo de las nuevas y malas noticias.
Para el shinobi no había descanso, mientras todo el mundo se preparaba para el combate venidero, ellos ya estaban sobre las trincheras. Él y su escuadrón perseguían a un grupo de Takatami que merodeaban por el país del Fuego recolectando información para sus aliados de Abukara. Había mandado a sus mejores shinobis, pero todos ellos habían fallado para molestia de él. Mientras su aldea combatía, ellos debían de resguardar sus espaldas, así como los enemigos se meterían en los territorios de los países para debilitar sus fuerzas, Sasuke y sus ninjas se introducirían en el sector de seguridad de la nación con el mismo fin.
De inmediato que le dieran el aviso iría personalmente en busca de aquellos astutos oponentes. Eran cuatro meses de persecución y nada habían conseguido. Tendría que hacerlo como a la antigua, si quería algo bien hecho tendría que hacerlo él mismo.
Sasuke miró que el sol comenzaba a declinar y una extraña sensación le llegó de pronto. Siendo la aldea de Konoha el ejército de todo el País del fuego tenía ciertas libertades que lo caracterizaban de independiente y único en la nación; pero al enterarse de la llegada de Murai Ozu, hace ya tres años, no pronosticaba que existiera una relación estable actualmente con los señores feudales. Después de la última guerra con Akatsuki, algunos de estos nobles señores seguían mirando inquietos el poder que los shinobis podían llegar a desarrollar. Los problemas que existían entre las aldeas ninjas involucraban necesariamente a sus países y viceversa, pero esto comenzaba a ser visto con poca tolerancia frente a las nuevas y burocráticas ideologías como las de Murai Ozu. -¿Qué tramará ese individuo? -se dijo tratando de descifrarlo en la caída del sol.
Cuando lo conoció no fueron bajo las más amenas circunstancias ni condiciones…
…
-Soy Murai Ozu. Pertenezco al sector de seguridad Soun, una fuerza especializada en atrapar plagas virulentas como aquella a la que defiendes niña… ¡Entrégalo! y nada va a pasarte
…
Otro recuerdo le causaba una dolorosa punzada, no era por aquel hombre, sino por quien lo defendía…
…
-¡Niña necia! ¡Haz lo que te ordena aquel hombre! -le rugía una mujer madura y harapienta que se encontraba a un lado de Sakura.
La pelirrosa suspiró y se acomodó sus guantes lista para la lucha. –De acuerdo… No me queda de otra. Si lo quieres, ven por él. Pero antes tendrás que probar tu fuerza conmigo - la pelirrosa se preparó.
-¡Niña idiota! ¡Ése no es cualquier pelele! ¡Es Murai Ozu! ¡Ni con lo que te acabo de enseñar le ganarías!... ¡Dale al chico y huye!... ¡No vale la pena dar tu vida por un traidor! –gritó la extraña mujer.
Murai sonrió confiado… -Ustedes los de Konoha son una gran broma. Jovencita, debes de hacerle caso a tus mayores, de lo contrario no alcanzarás a ser uno.- aconsejó con burlona frialdad.
Sakura no respondió, miró con sus ojos jade detenidamente hacia su oponente y salió a la carga con el puño cerrado…
…
Evitaba pensar en ella. Pero aquella tarde necesitaba recordarla y no entendía por qué…
…
Después de la batalla con Naruto todo fue oscuridad y escuchó la lluvia caer…
-Te dije que cumpliría con mi promesa, Sakura… Te prometí que lo traería de regreso, aunque tuviera que romperle los brazos y las piernas…
-¿Estarás bien? ¿Acaso el poder de Itachi…
-No… Le estoy agradecido ahora… Sin él no estoy seguro de lo que hubiese pasado...
-¿Y ahora? ¿Qué vamos a hacer?... No estás repuesto aún de tus heridas y… Si te pasara algo, yo…yo…yo no podría soportarlo… ¡Al menos deja que vaya contigo! ¡Tú sólo no podrás contra ese demonio! ¡Si no regresaras yo me…
Se escuchó el sonido de un golpe en el piso. Sasuke no podía ver, tenía vendados los ojos…
-Sakura… Regresaré. Te doy mi palabra y tú sabes que puedes contar con ella… ¡De veras!.. Nada me impedirá regresar, menos ahora…
Hubo un largo silencio… -¿Ahora qué ocurre? -se preguntó el pelinegro. Unos fuertes y veloces pasos se escucharon a toda prisa y sonó el zarpazo de la puerta… Un fuerte viento golpeó con ella y gritaba junto al llanto de una tormenta…
-¡Naruto! ¡Naruto!... ¡Naruto!... -interrumpió la desesperada voz de la joven.
Nada más escuchó y cayó rendido por el dolor de sus ojos y el de su cuerpo.
…
Despertó y sintió un calor suave y cómodo. Aún tenía vendados los ojos y partes del cuerpo, pero el dolor era menos insoportable y cada recorrido de aquella cálida sensación resucitaba las partes desahuciadas de su cuerpo. Como si hubiese estado muerto, sin sensación, fragmentado por el rencor y el dolor, su cuerpo jamás había experimentado algo así. Cada emanación de aquel calor reanimaba su entidad, lo llamaba, unía cada miembro que creyó perdido, lo conectaba de nuevo unos con otros y era como si volviese a nacer en aquel consolador tejido, olvidando todo aquello que había conocido y lo había destruido. Caricias y masajes lo envolvían en un exquisito claustro, se sentía protegido y comenzó a descubrir que volvía a sentir, no dolor, sino paz y placer, cada partícula cuando el calor que lo calmaba avanzaba despacio y sutil sobre su piel, su carne y sus huesos…
-Sí que eres afanosa; pero muy idiota. Tarde o temprano te encontrarán a ti y a tu disque amigo… Luego a tu novio lo matarán y todo se habrá perdido… ¿Por qué no huyes conmigo? Te enseñaré nuevos trucos y podrías serme util y mientras no les muestres que eres una ninja de Konoha, podrás vivir tranquila… ¿Oye, me escuchaste? ¡Hey!... -era la voz chillona de una mujer, a Sasuke le confundía su velocidad.
Las sábanas fueron movidas, las vendas quitadas con cuidado y sus heridas fueron mojadas con un fresco ungüento que olía muy bien. Unas suaves manos pasaban por ellas y eso lo confortaba a tal grado de desear su eterna continuidad.
-Sí, te escucho… Gracias por el interés, pero me quedare en dónde estoy y esperaré a Naruto… Además, él me necesita. -la respuesta fue muy seca.
-Vaya, sí que has cambiado… No me golpeaste como la otra vez. Mmm… ¿Por qué no lo curas como lo hiciste con tu novio? Ah… ¡Eres elitista! ¡Qué mala persona eres!...
-¡No es por eso! El rastreador de Ozu… Rastrea chakra, si lo uso como con Naruto nos hallará. Se lo proporcionare poco a poco para pasar desapercibidos. Además, tampoco me queda mucha energía, necesito un poco más de tiempo para recuperarme, en la operación gaste mucha y… ¿Quién era ese sujeto? Nunca había visto nada igual. Absorber chakra con las yemas de los dedos es...
-¿Imposible? Jajaja, niña. Hay cosas que aun te faltan por ver… Ese hombre trabajaba para Abukara, el clan líder de los aliados del estandarte blanco del sol. Fueron alguna vez el clan más poderoso del continente…
-¿Y? ¿Y qué pasó con ellos?
-Nada… Perecieron en la tercera guerra ninja… - Sasuke olió por unos instantes a tabaco.
-Como se lo merecían al ser unos pedantes arrogantes… El cuarto Hokage los venció. Después sus secuaces sobrevivientes se dispersaron. Algunos murieron por acuerdos de las aldeas, fue la única vez que se unieron… bueno, hasta ahora… Otros se unieron a Orochimaru o a Akatsuki… Mmm… Supongo que por ello no me has golpeado, no tienes más chakra… Sí que te dieron una enorme tunda, niña…
-¿Orochimaru y Akatsuki? Pero… ¿Qué hacía con Murai Ozu?...
Sasuke pensaba que lo que decían no tenía sentido. Estando con Orochimaru no recordaba a ningún ninja con esas características del finito clan Abukara o a alguien de Akatsuki. No entendía que pasaba a su alrededor. Permanecieron calladas por otro largo rato. Creyó que estaba mejor, así podría sentir a gusto aquellas manos que lo curaban, su suavidad lo estremecía y olvidaba por momentos el padecimiento que lo atormentaba. Había hallado consuelo en aquel cálido tacto, el olor del ungüento lo abrumaba con delicia y deseaba que no terminara…
-¿Hey, niña? -dijo la voz chillona. A Sasuke ya comenzaba a molestarle. Cada vez que hablaba los masajes de la joven eran menos.
-¿Por qué… por qué lo curas? Traicionó a tu amigo, casi destruye a tu aldea y por si fuese poco, casi te mata a ti… Pasaron muchas viscitudes para encontrarlo y él lo único que hizo fue darles una patada en el trasero, dime ¿Por qué tú y tu novio insistieron tanto? También debieron recapacitarlo, su búsqueda pudo traer la ruina de Konoha. -el tono de la voz chirriante ya no era burlón, tenía un toque un poco más serio.
-… Por un momento casi llegué a creer eso también. Mas, al descubrir cómo habían sucedido las cosas, supe con certeza que Naruto y yo debíamos seguir intentándolo. Sasuke se convirtió en nuestro punto en común; es nuestro amigo y compañero, no podríamos abandonarlo… Algo lo une a Naruto y a mí que es imposible renunciarlo… No sabría explicarlo… Sólo sé que no volveríamos a dejarlo solo… No espero que lo entiendas…
Sasuke era quien no lo entendía…
-Mmmm… Ya veo, síp, sí lo entiendo. Ese tipo de vínculos no necesitan explicarse, con verlos basta para sentir empatía. Tú y ese niño zorro me sorprenden… Otra cosa más… He notado que ya no te molesta que llame al niño zorro “tu novio”… AHHHHH!!! ¡Lo suponía! ¡Te sonrojaste!... Bien, hacen una bonita pareja. Me alegro por ustedes. -olió ligeramente a tabaco.
Sasuke no entendía nada…
-Por favor, apaga eso ¿No ves que estoy frente a un herido?...
…
-Sa… Sakura… -dijo cuando al fin despertó sin la venda de los ojos…
Su recuperación le pareció lenta y sosegada. La operación de sus ojos había sido ardua y dolorosa, mas se salvó su vista. Estaban ocultos en una pequeña choza en lo profundo del bosque, en el País del Fuego. Sasuke no se podía mover completamente, tenía que reposar en cama. La habitación era pequeña, pero fresca en días soleados y calientes en temporadas frías. En aquellas regiones los cielos eran invadidos por los caprichos del invierno y encontrándose en una zona alta eran comunes las lluvias por las tardes, en algunas noches y en las madrugadas; mas, por el mediodía el sol al fin iluminaba su morada cálidamente. Era la única habitación en la choza, por lo que, Sakura, decidió dormir en el recibidor para darle espacio a Sasuke una vez que estuvo consciente.
Durante su dolorosa atención, sentía el aroma de los cerezos muy cerca de él. En aquellos momentos, con la venda en los ojos, aun no descifraba de qué podría tratarse, mas sentía una presencia a su lado que lo confortaba; era muy familiar su naturaleza y le agradaba en todos los sentidos. Después de tanto padecer, era la primera vez que llegaba a sentir una sincera paz en su interior. Cuando tenía pesadillas por consecuencia de la fiebre, la misma y tersa mano lo vivificaba con una acaricia en la mejilla o posándose gentilmente sobre su frente, ojos y pecho. Emanaba una cálida energía y volvía a descansar. Al pensar en ese grácil perfume, se dio cuenta que Sakura estaba cerca o dormía a su lado, con la cabeza recargada en su colchón para velar por su salud. Al irse ella a la otra estancia el perfume era menos fuerte y se esfumaba, dándole al lugar cierta desolación.
Sasuke era atendido cariñosamente y en silencio. No hablaban ni comentaban nada, ni cuando le traía los alimentos, lo ayudaba a acomodarse en la cama, le cambiaba las vendas, le revisaba los ojos o en la tarea que debía llegar a ser la más embarazosa, la hora de baño, articularon palabras. Por las noches solía leerle algunos poemas e historias que se reservaban en el escaso y anticuado librero del hogar. Sasuke no prestaba atención y Sakura, aunque lo sabía, continuaba leyendo para construir un puente de comunicación que llegara a servir. El lenguaje de la joven era discreto y transparente, cada mañana le colocaba flores frescas en un jarrón a un lado de su cama, acomodaba las cortinas para que los rayos del sol calentaran su habitación y encendía velas para que la entibiara por las noches.
Él no decía nada desde que mencionara su nombre, así que permanecían cerrados para no incomodarse y, en cuanto a los detalles, estos no eran vistos. Sakura conocía el carácter reservado de Uchiha, por lo que decidió guardarse cometarios innecesarios que pudiesen fastidiar a su amigo, después de todo lo notaba raro y meditabundo. Para ella también era extraño tenerlo tan cerca después de tantos años sin verse. Al principio le temía, había cambiado casi por completo y su aura era más oscura que antes, pero la sensación se esfumaba con los días y la esperanza de su completa recuperación y seguridad la animaba a reconstruir los lazos de amistad que años atrás se hubiesen roto.
Sasuke, en efecto, estaba pensativo y trataba de ordenar poco a poco cómo habían ocurrido los hechos para justificar su derrota. Necesitaba reflexionar y llegar a una conclusión que lo ayudara a descifrar la razón por la cual aún seguía con vida. Se sentía mal y confundido, no le hallaba sentido a su nuevo estado, no tenía idea de qué hacer. Todo lo planeado se había derrumbado y estaba a la deriva ahora sin ningún propósito que lo motivara a seguir existiendo. Guardaba furia, tristeza y cólera con el paso de las horas y los días al no hallarle un significado. Naruto había arruinado con todo…
-¿Por qué?
Dijo con un susurro de voz. Aquella pregunta abrió una pequeña grieta entre el muro que aislaba a Sakura de Sasuke. La ojijade notó el ansioso tono con que dejó escapar esa cuestión. Al principio dudaba si intervenir o no; mas, qué podría decirle si no tenía idea. La pregunta era para cualquier ser invisible y por su melancolía suponía que nadie la contestaría. Sakura pensó que ella seguía siendo invisible a los ojos de Sasuke, entonces podría intentar responder a lo que le aquejaba; y en cuanto a la respuesta, fuese o no correcta, nunca lo sabría si ella no daba el primer paso…
-¿De qué? -preguntó y Sasuke no pareció darle interés y permanecieron en silencio. Sakura se sintió triste al pensar que no llegaría a saber nunca qué pasaba por su cabeza. Todavía no le tenía la confianza suficiente. La joven lo observó y dejó que su sensibilidad la guiara. Le habló de lo que habían padecido en su búsqueda, de la fe de Naruto y de cómo se llevaron a cabo las peligrosas intrigas que sometieron a Konoha y a su familia desde su fundación. De algún modo Sakura quería justificar la inocencia de Sasuke señalando los malévolos crímenes del pasado. Pero, el joven Uchiha no mostraba nada en su nostálgico semblante. Sakura tuvo miedo de que estuviera demasiado deprimido y que llegase pretender una locura cómo el suicidio. Su Inner furiosa no estaba dispuesta a dejar que cometiera semejante locura, suficiente habían padecido ella y Naruto para que al final les saliera con eso.
Sakura pensó rogarle, pero ya estaba cansada de suplicar y severa le exigió que saliera de aquel estado anti anímico por el bien de él y de todos. Sasuke, sin esperarlo, le respondió con lo que se esperaba de él, aquello no debería importarle. Sakura reaccionó furiosa y nuevamente dio una angustiante explicación de cómo Naruto, el resto de sus compañeros y ella hicieron más de lo posible para hallarlo y traerlo a Konoha. No derramó lágrimas, estaba cansada de ellas. Si Sasuke no comprendía o no aceptaba por lo que Naruto y ella estuvieron dispuestos a hacer por él, entonces no tenía caso gastar el aliento. Sakura respiró agotada y permanecieron callados; después sonrió y aceptó que ambos habían hecho suficiente por Sasuke y que todo dependía de él. Ansiaba la ojijade que su amigo se recuperara, sino por ellos, por él mismo o por cualesquiera que fuesen sus fines…
-Después de todo este tiempo… sigues siendo una molestia, una pequeña fastidiosa… No has cambiado… Deja de preocuparte por mí… -le respondió Sasuke mitigando su furia. La travesía de sus amigos no significaba nada a comparación de todo por lo que había pasado, perdido, descubierto y proyectado. Sakura se molestó al principio y después de meditar su resignada idea, sonrió. Había cumplido con parte de su objetivo, Naruto y ella pudieron salvar a Sasuke y ya nada más podrían llegar a hacer. Lo miró sin esperar nada a cambio...
-Tú tampoco has cambiado. Sigues siendo el mismo niño berrinchudo e insatisfecho con todos y consigo. Eres duro, frío y continúas siendo perseguido por los mismos temores una y otra vez. Trato de no sentir lástima por ti porque ambos no lo necesitamos, pero tu actitud lo hace más difícil. -al decir esto Sasuke la miró fríamente…
-¿Qué sabes tú?...
-¡Deja de hablarme como si fuese una vil ignorante! ¡Tú eres él que no tiene idea de nada!...
-¿Quién eres tú para hablarme?...
Sakura lo miró compasiva –Tienes razón, no soy nadie para juzgarte. No sé nada de ti, del mundo, ¡Pero no te atrevas a decir que no sé lo que significa perder a un ser amado! ¡Por tu culpa llegué a sentirlo y quizás sepa igual de eso que tú gracias a ti!... Nada tuyo es de mi incumbencia, nunca lo fue y entiendo por qué… -Sakura, una vez terminada su faena médica, comenzó a salir de la habitación. –Sólo por los viejos tiempos, estoy dispuesta a tenderte la mano y a seguir creyendo en ti… Pero, si llegaras a planear nuevamente algo contra Naruto y Konoha, esta vez no me haré a un lado y no te dejaré en paz… -dicho esto fue hasta la puerta y se marchó.
Eran las primeras palabras de Sakura que llegaban a herirlo y seguía ofuscándolo más en la incertidumbre. En ese momento deseó que Sakura hubiese cerrado la boca para no complicarle más las ideas. Se acostó molesto mirando al techo. Con el cuerpo dañado y sin energías suficientes, aun no podía marcharse de allí. Apretó los puños furioso al sentirse tan inútil. A un lado estaba la ventana que mostraba la dorades del día, cerca había un árbol donde se posó un pájaro azul oscuro, con un pico largo y las plumas encrespadas. Se acicaló por unos momentos y al sentir la mirada de Uchiha, saltó al vuelo. Sasuke no podía más con la impotencia y se hizo el propósito de marcharse de allí en cuanto recuperara las fuerzas, aunque tuviera que martirizar a Sakura otra vez, eso ya no le importaba.
Sakura lo ayudaba en su rehabilitación, lo ayudaba a caminar y le aplicaba masajes que auxiliaran a su circulación. La pelirrosa enmudecía, pero a veces le parecía tediosa la parquedad del ambiente y mencionaba comentarios alegres y optimistas sobre el clima, la tranquilidad de la noche, el canto de los grillos o lo bellas que despertaban las madrugadas. Sasuke permanecía en silencio y concentraba sus pensamientos en la forma de cómo escaparía. Al dar los primeros pasos por sí solo, pudo caminar por la casa y después por sus alrededores. A Sakura le daba gusto que sanara rápido, aunque la extraña mujer que había jurado a Naruto protegerlos, le insinuaba cosas con el fin de romper la confianza con Sasuke… -Te traicionará. Cuando se recupere, si te interpones en su camino, quizás pueda llegar a matarte. Yo que tú iría aplicándole algunas otras cosas para mantenerlo aquí… - Sasuke, en ese momento, fingía estar dormido. Al escuchar eso, sonrió para sí, de esa manera sería fácil aplicar sus “gentiles” modos para escapar de allí. –No -dijo Sakura consternando a Sasuke… -Sí quiere irse, lo hará… Lo que no deseo es que vuelva a lastimar a Naruto, aunque… sigo teniendo fe en él. Sé que abrirá los ojos tarde o temprano y se dará cuenta que el camino al odio no es la solución… -Se escucharon unas risas estridentes. El joven fríamente gruñó para sus adentros -¡Qué idiota! -pensaba.
La situación no fue sencilla cuando comenzó a recuperarse y valerse de sus fuerzas para atenderse. Sasuke se escapaba y al no poder lograrlo por su debilitada condición, Sakura lo encontraba y lo regresaba a la cabaña, que le pertenecía a la harapienta. Haruno lo regañaba como a un niño pequeño y le volvía a curar las heridas. Sasuke se fastidiaba de escuchar sus reproches y pensaba sencillamente que no le interesaba lo que ella padecía para curarle. Se mantenía callado, la ignoraba y sus gestos eran crueles y groseros cuando ambos no terminaban peleando y gritándose. Hacía todo lo posible por mantenerla lejos de él; pero el feroz carácter de la kunoichi no cedía antes sus amenazantes miradas o bruscos comentarios. De niña hubiese estado callada y soltando lágrimas resignada, pero ahora era tirana en imponer su voluntad y nada la estremecía.
Tras un último intento de escape, Sasuke escogió un mal día. No conocía ese lugar por lo que no premeditó que las lluvias invadieran violentamente esa zona. Se perdió en el bosque y casi llegaba a ser alimento de esas extrañas y feroces criaturas. Su condición era tan delicada que al luchar con un feroz oso de dos cabezas y garras venenosas, quedó gravemente herido, sus garras le habían rasguñado parte de la espalda y el veneno era insoportable… -¿¡Qué clase de maldito bosque es este!? -se preguntó furioso. La harapienta llegó a interponerse y le exigió a la criatura que se largara. El oso le hizo caso como si hubiese sido hipnotizado por su voluntad y se fue en paz. Sakura llegó a él y lo atendió.
Al día siguiente, despertó en su colcha, con Sakura durmiendo a su lado en el desnudo suelo y ella sin abrigo. Se veía muy exhausta. Sasuke recordó las heridas mortales de aquel animal, se revisó y se descubrió que estaba curado. Después de aquel fallido intento, no lo hizo más. Tenía que recuperarse completamente para poder salir de allí, aunque eso significase aguantar a la fastidiosa de su ex compañera. Nunca antes le había molestado tanto como en aquellos momentos, mas, cierto sentimiento de culpa le punzaba al verla tan apacible y cansada a su lado.
La harapienta de vez en cuando pasaba por allí para observarlos y cuando veía que todo seguía en calma, se marchaba con sus lobos. El joven sospechaba de ella, sentía que algo turbio se presentaba con su acabada imagen.
El verano ya anunciaba su efluvio y cuando su espiración llegó desapercibida, el otoño alargó las noches como si fuesen días. Haciendo más callados los cantos de las aves y más parlanchines los cuchicheos de los vientos. Sasuke observó cómo se curaban sus heridas y Sakura feliz no dejaba de atenderlo con ternura y paciencia; cosa que a Uchiha no le conmovía o trataba de no complacerla. Su fin seguía siendo el mismo día con día, salir de ese infierno helado y estático en donde el tiempo ya no corría.
Sasuke tenía pesadillas, las mismas que de niño. Recordaba la muerte de su clan y ahora se unía al tumulto de sangre el asesinato de Itachi por sus propias manos. Despertaba agitado y sudando, después se tranquilizaba y sus sentidos recuperaban la calma para percibir su alrededor. En ocasiones no llegaba escuchar nada, pero a veces, había voces y golpes que estallaban en el exterior. Al guardar algo de fuerza para caminar, pudo al fin descubrir de qué se trataba.
Con una yukata blanca de descanso, llegó hasta los sonidos y vio al fin el rostro de la vieja harapienta que solía acompañar a Sakura con sus viles comentarios. El rostro de la mujer se veía jovial, podría llegar a pensar que era bello, pero tenía ciertas marcas que opacaban ese discreto detalle, cicatrices que sólo se dejaban a los espectadores de la guerra y el sufrimiento. La mujer le hablaba a Sakura del chakra, fumando una agraciada pipa de madera. Sakura asentía, preguntaba, era respondida y después volvía a asentir o a negar. Sasuke silencioso las miraba con sigilo, buscando con sus oscuros ojos algún indicio más extraño que le indicara ataque o traición… ¿Traición?...
Fue su sorpresa al ver como la mujer de las sucias capas que le cubrían sacaba una katana filosa que emanaba un chakra poderoso y malévolo. La expresión de la mujer cambiaba completamente, de una cínica y acabada, a una furica y concentrada. Sasuke no había sentido un aura así antes y de inmediato supo que aquella mujer era capaz de matar a Sakura con esa emanación tan extraña. Fríamente, recuperándose de la impresión iba a interponerse, un golpe suyo podría llegar a bastar para detenerla. Sakura no tenía el suficiente poder para derrotarla, por lo que los resultados serían devastadores para la joven. Entonces, se detuvo al finalizar la última idea. Vio asombrado que Sakura detenía el golpe con un kunai. La ojijade se concentraba en mantener su chakra en su mano, una vez logrado, golpeó la espada de la mujer y casi la mandaba lejos. Así ellas comenzaron a pelear y se dio cuenta Sasuke que lo que hacía Sakura era aprender a dilatar su chakra para dar mayor velocidad a la circulación de éste al punto que ella deseaba para atestar el golpe. La observó con cuidado, cada movimiento, gesto y ataque.
Sakura era vencida una y otra vez por la mujer. Era lastimada y nuevamente la muchacha se ponía de pie y la enfrentaba. –Están entrenando. -se dijo Sasuke, sintiendo más curiosidad por la extraña vagabundo y sus técnicas. Sin embargo, la actitud de Sakura lo había asombrado, no llegó a pensar que ella se hiciera tan fuerte en todo aquel tiempo; mas no lo suficiente ya que no podía derrotar a esa anciana. Para observar mejor los ataques de Yasu, usó el sharingan en primera fase; ya casi se había recuperado y no gastaba energías ni dolor sólo para ver.
Reconoció sorprendido que Sakura había mejorado mucho desde la última vez que combatieron juntos; incluso, comprobó que cada golpe era preciso y acertado en sus intenciones; sus técnicas eran más veloces y flexibles, tenía excelentes movimientos y reflejos, y, por unos momentos, debido a la agilidad natural de la joven, pensó que también eran muy bellos y hasta hipnotizantes para un oponente masculino. Su feminidad había florecido como las ternuras del cerezo, detrás de toda su fuerza bruta, nacida de sus firmes puños, se asomaba algo fresco y exquisito que hacían que toda su frágil naturaleza, llegara a ser sensual y tenuemente provocadora. Su taijutsu tenía una extraña mezcla de tosquedad y lindeza que jamás había visto en ningún shinobi. Nunca creyó que tal mezcla pudiese existir y que fuese un deleite el simple hecho de contemplarse.
Sasuke, recuperando la indiferencia, se dio la vuelta y dejó a las mujeres hacer lo suyo. Aun no había comprendido en qué consistía aquel entrenamiento, pero no le importaba. Sasuke tenía que prepararse para salir de allí.
Uchiha entrenaba por su propia cuenta para fortalecerse e irse en busca de su equipo. El cuerpo le dolía y se lastimaba; aguantaba sus gritos y continuaba. Cuando presentía que la muchacha se acercaba dejaba de hacer lo que hacía y tranquilamente se sentaba en un rincón de su habitación. Sakura volvía, la vagabundo se marchaba y ella aprovechaba para adentrarse en el desgastado cuarto de baño y limpiar sus heridas, curarlas y caer rendida por el fuerte encuentro. Soportaba el dolor y se acercaba a Sasuke fingiendo normalidad para atenderlo con una jovial sonrisa. Sasuke, teniendo los dos brazos lastimados, por culpa de Uzumaki, tenía que dejar que ella le diera de comer, la idea lo hacía sonrojar muy molesto. Sin embargo, poco a poco podía moverlos mejor y aunque los hería con su terca práctica estaba seguro de poder sujetar los palillos por sí solo. Al mirar a Sakura sonreír con el platillo en las manos, pensaba que era mejor mantener las apariencias y fingir que estaba débil para despistar a la pelirrosa. Llevaba bajo las mangas amplias de su yukata un kunai en caso de que decidiera actuar antes. No le importaba nada, ni ella ni nadie; sólo esa noche esperaría.
Una vez terminando de comer, Sasuke pudo ver las heridas que Sakura tenía en los brazos y manos. Estos eran ocultos con escasas vendas y las telas de su rosada yukata. Haruno al percibir que Sasuke las había descubierto las ocultaba. El joven la interrogaba y ella mentía con su tímida sonrisa. Sasuke sospechó con furia que tal vez aquella vieja le enseñaba una técnica nueva para retenerlo o acabarlo. Tal pensamiento le provocaba una incomprensible ira que aumentaba cada vez que la veía sonreír, andar con serenidad por la casa o escuchaba hablar de sus hipócritas visiones optimistas. Sintió odio y repulsión, no lo creía de ella y tenía deseos de sujetarla por el cuello y hacerla sufrir, torturarla y hacerle pedazos el alma y el cuerpo por su engaño con todas sus fuerzas. La miraba fríamente y con profundidad para leer su inquietante plan. Sakura evitaba sus ojos oscuros, temblaba al saber que no eran apartados y con nervios recuperaba la calma para salir por la puerta y dándole con dulzura un –Buenas noches, Sasuke.
Sasuke Uchiha estaba convencido de que sería traicionado por Sakura. Cada mañana ella hacía sus tareas por él. Después, en las tardes desparecía por tres a seis horas y regresaba ocultando sus heridas. No podía más con la certitud. La cólera le ardía y el odio crecía, invadiendo por completo sus ideas, hasta sumirlo en una terrible inseguridad. No entendía por qué sentía aquella amenaza y no deseaba saber si le molestaba más la idea de ser engañado o decepcionado. No confesaba que ya comenzaba a volver a tener cierto aprecio por la pelirrosa, hasta disfrutaba de sus cuidados y sus pequeñas conversaciones sin receptor, y la idea de que lo estuviese manipulando encendía su odio contra Konoha. Sasuke se sintió listo para partir en una noche tranquila, tomó su espada que reposaba junto a unas ropas que la joven había conseguido para su supuesta recuperación. Aunque le dolía algo el cuerpo, eso no era nada a comparación de lo que sentía por Sakura. La odiaba, inexplicablemente la odiaba y terminaría con ello una vez que se largara con su sangre en el filo de su arma.
Al abrir las puertas de su cuarto, vio enfrente de él la grácil figura de Sakura reposando de costado, cubierta por unas delgadas mantas y con los cabellos rosados y cortos esparcidos por la almohada. Estaba serena y respiraba con quietud. Sasuke, con los ojos encendidos en su fiero sharingan, admiró a su víctima con rencor. Se acercó a ella, sus pasos imitaban el ritmo de su corazón y el de su futura sacrificación. Se detuvo y la contempló por última vez. Un desconocido dolor le embargaba el pecho, pero era más su deseo de venganza que aquel sentimiento tibio que apenas comenzaba a nacer. Preparó su espada, lo menos que podría darle, por los viejos tiempos, era una muerte rápida. El aroma de los cerezos lo hacía temblar, lo seducía y molesto decidió no caer en la trampa.
Sakura se giró con una expresión de miedo en su rostro. –Sasuke… Naruto… -dijo con ansiedad. Sasuke se dio cuenta que tenía una pesadilla al ver lágrimas caer sobre su mejilla. Por un momento sintió escalofríos al creer que lo había descubierto. El aroma de los cerezos se hizo más fuerte y lo envolvía con un sutil y suave calor que asustaba el frío de aquella noche.
-Sasuke… Naruto… Los protegeré… Me haré fuerte… Sasuke… te protegeré… me haré fuerte… No dejaré que nadie te lastime, otra vez… -repetía Sakura con angustia. Sasuke abrió los ojos asombrado y su odio se derrumbó. Con un nudo en la garganta tuvo que reconocer que se había equivocado. Bajó la espada y la mirada hacía ella, estaba sereno y la oscuridad de sus ojos se aquietó. El aroma de los cerezos lo conquistó de nuevo y su corazón emanó otra sensación que lo separó de la desolación y la amargura.
La pesadilla de Sakura la atormentaba más. Su cabeza comenzó a moverse de un lugar a otro con inquietud, repitiendo… -Naruto… Sasuke… Sasuke… -Compasivo, Sasuke colocó su mano sobre la sudorosa frente de Sakura y la acarició con suave ternura. –Aquí estoy… Aquí estoy… -decía con piadoso tono.
Sakura pareció escuchar sus palabras, se fue tranquilizando y sonrió al sentir la paz que él le emanaba… -Sasuke… -dijo en un suspiro acallado. Uchiha se sonrojó, el calor de su cuerpo lo abrazó y el aroma de su suave perfume le beso la piel. Sasuke la observó con tristeza y una vez que logró reconfortarla se alejó y se sentó a su lado recargado en la pared con la catana en el brazo. No podía dejar de contemplar a la bella joven que se encontraba frente a él. Sakura había dejado de ser aquella niña ruidosa que recordaba; ahora que la observaba con tranquilidad, pudo apreciar su fresca y dulce esencialidad. Admiraba sus bellos y gentiles rasgos y la docilidad con la que su esbelto cuerpo era delineado por las delgadas mantas.
Se sorprendió al pensar en lo bonita que se había puesto en todo este tiempo y que si las cosas hubiesen sido de otro modo, tal vez él hubiese terminado cediendo a sus encantos, nunca le pareció fea, pero si infantil y desatenta, más ahora, Sakura había madurado y además de ser más fuerte y audaz, también le parecía más linda que antes; no era la pequeña y débil niña que fuese su compañera de equipo, sino una muy bella y atractiva mujer con quien podría… -¿Qué me has hecho, Sakura?... Me has hecho pensar que… Tal vez tú y yo podríamos… -un tenue color rojo invadió sus duras mejillas y rápido se deshizo de tal escandalosa idea en unos instantes. La furia había desaparecido y su sangre corría bajo un poder más tranquilo y abrazador; el fervor no le lastimaba el corazón, lo arrullaba. No había sentido algo tan estremecedor en su camino y anheló que aquello no se desvaneciera. Quedó dormido una vez que presintió que los sueños de Sakura no la perturbarían y el aroma de los cerezos lo acompañó haciéndole sonreír… -Sasuke… yo… te… -dijo Sakura con un carmesí tierno en sus mejillas y una dulce sonrisa. Las mismas que llegaba a pillarle cuando eran niños y él la contemplaba dormir.
Sasuke se ruborizó más y después sonrió. –Después de todo… No has cambiado, Sakura… No has cambiado… pero… sí me estás cambiando a mí… - dejó escapar su agotada voz.
…
-¡Sasuke! -lo llamaban
-¡Sasuke!- Ino era quien gritaba su nombre por el bosque.
El joven dio un último vistazo al atardecer y después se dejó caer para llegar justo atrás de Ino. –Ah, allí estás… Al fin te encuentro. Te hemos estado buscando.- alegó la rubia con una sonrisa y luego lo miró seria. Sasuke ya sabía a lo que venía…
-La han dado ¿Verdad? -dijo sereno.
Ino asintió. –Hay junta con la Godaime. El Señor Feudal y los otros dieron el grito de atención frente a las demás naciones. Los shinobis ya están preparando el siguiente movimiento. Debemos estar allí.- La joven le dio un pergamino a Sasuke, este lo extendió y lo leyó. Pronto asintió y le dijo que allí estaría.
Ino Yamanaka no parecía haber cambiado, seguía siendo muy atractiva, pero en la profundidad de sus azules ojos ahora emanaban mayor enjundia y madurez. Seguía siendo extrovertida y alegre, aunque ya no tan abierta como antes. Ahora se reservaba en ocasiones y estallaba de entusiasmo con más sigilo frente a los demás. Su fuerte carácter ocultaba mejor sus emociones y ya no era tan impulsiva como cuando era una niña. Tras la muerte de su mejor amiga y rival, su interior había permutado en algo más reflexivo y tranquilo. Su dolor fue contenido con el paso del tiempo y dio como resultado esa callada madurez. Aun seguía arreglándose, pero olvidándose de la coquetería para enfocarse en su ahora prometido Sai. Portaba su traje jounnin, con el típico chaleco verde y la cinta de la aldea sobre su frente, aún sujetaba su dorado cabello en su coqueta cola de caballo.
-Ah, otra cosa… Hoy en la noche es la fiesta de nuestro compromiso. Al fin lo haremos oficial. A Sai y mí nos gustaría mucho que fueras. Naruto y los otros también estarán allí… Después de algo de tensión con el exterior, es bueno relajarse un poco para ahorrar energías ¿No crees? – dijo Ino sonriente.
Sasuke sonrió… -Tienes razón estaré allí… - dijo y Yamanaka se fue muy feliz de que hubiese aceptado. –Sai estará muy contento también. -la ninja se fue caminando y despidiendo. Sasuke miró el pergamino y fue en dirección del edificio principal de la Godaima.
CONTINUARÁ...