Tortura escolar.
Hoy como todos los demás días será otra tortuosa jornada, me limitare a intentar poner atención a las lecciones, aunque la mayor parte del tiempo mis cavilaciones las mantendrán a raya, solo dejándolas que pasen de largo por mi mente sin que logren su objetivo de enseñar.
Pretenderé fingir mí siempre inagotable alegría con el fin de evitar preguntas que busquen escudriñar en mi intimidad, emociones y vivencias; tratare de mostrarme amable y colaborador cuando sea necesario, y sobre todo luchare contra estos malditos sentimientos para lograr mantenerlos bajo control durante el tiempo que duren las clases y no vayan a dejarme vulnerable frente a los demás.
En estos momentos aún no ha comenzado el itinerario escolar, por lo cual aquí en esta azotea, puedo enfrentar en soledad las consecuencias de los tormentos que debo sufrir a diario, los cuales empiezan desde el momento que escucho su voz saludar a los presentes en el salón y continua a lo largo de la jornada, cuando ríe junto a sus amigas, cuando contesta las preguntas que le hacen los profesores y sobre todo cuando le asignan un lugar junto al mío; ya que así puedo escuchar cuando tararea alguna canción, puedo oler las distintas fragancias que utiliza, todas dulces y empalagosas, invitándome a que me le acerque y entable conversación, y sobre todo esto, el peor de los castigos, cuando me habla y con esa sonrisa angelical pronuncia mi nombre para luego hacerme alguna pregunta trivial, y yo sin remedio alguno debo permanecer impasible y no delatar la inquietud que me produce su presencia, obligándome a contestarle con una sonrisa en los labios.
¿Por qué me pasa esto a mí, que crímenes he cometido en mi vida anterior?, para que se me obligue a penar de esta manera; ¿Por qué siento esta extraña sensación cada vez que la veo?, bueno yo conozco la respuesta pero esta me aterra más que mi actual problema, ya que desde que mi hermano murió, jure sellar mi corazón a ese patético sentimiento que nos hace débiles, el que nos hace aceptar con alegría cualquier agravio si viene de parte de la persona que inspira esa emoción, y que nos sume en la más profunda desesperación cuando las cosas no funcionan y se debe de dejar a un lado a quien se cree querer; como le paso al idiota de mi hermano solo hallando descanso a su sufrir quitándose la vida cuando aquella desgraciada lo dejó.
Si, odio al amor y sus dulces y a la vez amargas consecuencias, detesto los obstáculos que surgen frente a quienes están enamorados y más aún aborrezco a los cambian totalmente su forma de ser bajo la influencia de ese sentimiento.
Pero lastimosamente mi corazón ya ha caído en las garras del enemigo, aunque mi mente se niega a dejarse doblegar, convirtiendo mí interior en un campo de batalla, poniéndome en la situación en la que actualmente me encuentro; gracias a ese encantador monstruo que socavo en mi interior.
La campana ha sonado, indicando el inicio de las clases, tomo una gran bocanada de aire para despejar mis pensamientos e intento pensar en el suicidio de mi hermano para acongojar un poco a mi corazón el cual ya está comenzando a palpitar descontroladamente sabiendo que pronto vera a quien lo hace desbocar.
Comienzo mi camino hacia el salón, solo esperando que ella no venga a estudiar, porque cada segundo cerca a su presencia fortalece este sentimiento que cada vez más, amenaza con controlar mis acciones; tengo esperanzas en que mis amigos puedan entretenerme lo bastante como para evitar prestar atención a su voz y así reunir toda la concentración posible para mantener el control en el momento que ella me hable e intente echar abajo toda mi determinación.
Ya es la hora, tomo asiento y solo me limito a esperar, el profesor ya ha llegado lo que solo le dará oportunidad de saludar, que alivio una hora menos de desesperación, aunque la misma situación, mi Karma, me atormentaran cada día hasta la graduación, espero poder mantenerme cuerdo hasta ese momento, porque por más que mi cerebro lo niegue; ¡estoy ENAMORADO de ella!
-Buenos días a todos-escucho decir a mí odiada y a la vez amada y venerada pesadilla, para luego dejar escapar un suspiro de resignación y voltearme sonriendo y decir.
-Buenos días- Misha-Kun.
Reflexión
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