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Autor Tema: Nati sabe  (Leído 4752 veces)

Jaded Desconectado
« en: Diciembre 20, 2011, 07:57 pm »

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Nati sabe
« en: Diciembre 20, 2011, 07:57 pm »
¿Qué es «Nati sabe»?: Es un conjunto de historias independientes que cuentan las vivencias de la pequeña Natalia. Tienen algún tipo de conexión, así que si deseas entender mejor, comienza  a leer desde el principio.

N/a: Había publicado esto en el IN anterior, ahora lo hago aquí y espero que tenga también la misma buena acogida.  Tiene apenas pequeños ajustes, pero nada que afecte a la trama.

¡Disfruten la lectura!


Nati sabe

Por: Jaded



║Nati sabe que mamá miente║


Natalia no entiende, no lo hace y no quiere hacerlo. Porque es todavía una niña, y en su raciocinio el no entender algo significa que aún eres menor para hacerlo, y solo te toca esperar a crecer. Y Natalia quiere crecer, por supuesto; quiere ser una mujer hermosa y recorrer el mundo… Igual que su hermana; ella cumplió diecisiete y se fue de casa—huyó, Nati lo sabe, pero hace como que no y solamente sonríe cuado sus padres le repiten una y otra vez que Ángela tuvo que salir de viaje para resolver algunas cosas… pero que muy pronto volvería. También sabe que ella no regresará, no porque así mismo lo dijo esa noche—estaba escondida detrás de la puertita bajo las escaleras mientras oía los gritos de Angie que decían «¡Me largo de esta mierda para no volver jamás!» —, lo sabe además porque noches antes de aquella, Nati visitaba la habitación de su hermana y la encontraba llorando, sufriendo; y cuando algo te causa sufrimiento, tú simplemente te alejas de él.

Extraña a su hermana, claro; pero tiene esa esperanza de que tal vez en un futuro ambas se encuentren de nuevo. No en aquella casa, no en aquella realidad, tal vez cuando Nati sea por fin una actriz reconocida y pueda recorrer toda Europa, seguramente se encontrará a Angie pintando la Torre Eiffel en París—ella siempre amó el arte, ¿saben? Y Francia era su sueño—, entonces Nati la invitará a acompañarla y comerían helado de chocolate y almendras—el favorito de ambas—, mientras ven el manto negro que anuncia la noche caer sobre alguna hermosa ciudad, riendo y siendo hermanas, como si nada hubiese sucedido nunca.

Nati tiene ocho años, pero pese a no comprender muchas cosas, sabe también de muchas otras. Sabe que cuando las parejas se pelean tanto como lo hacen mamá y papá, normalmente no terminan bien—así pasa en las novelas, y también lo dicen los libros de autoayuda que mamá lee a menudo. Una vez papá pegó a mamá, estaba de parranda con sus amigotes y se pasó de copas, luego al escuchar el reproche de ella apenas poner un pie dentro de casa, alzó su mano derecha—¿era la derecha? Sí, la derecha, ya que desde su punto de vista al frente, ella la veía como la izquierda, grande y callosa—y entonces pegó duro a mami, le rompió el labio y varias gotitas de sangre mancharon la alfombra; pero está bien, porque el mismo papá las limpió a la mañana siguiente, gimoteando para sí mismo que era un «Maldito bastardo»—ups, Nati, no debes decir groserías, ¿recuerdas? Ni siquiera debes de pensarlas.

La escuela es un lugar especial para Natalia, mucho mejor que estar en casa. Tiene dos mejores amigas: Ana y Claudia, y a ambas al igual que ella, les gusta el color rojo. Hubo una vez, solo una vez, en que Nati detestó la escuela tanto como el hogar: cuando Alex, el niño que siempre se la pasaba molestando a todos, pegó un chicle a su cabeza y la obligó a cortarse sus bonitos rizos castaños. Fue la primera vez que Nati sintió que de verdad odiaba algo. Aún no soporta ver a Alex, quien luego del castigo de la maestra—y supone también que de la reprenda de su padre, ese hombre alto y musculoso que dice muchas malas palabras y que a Nati le da un miedo inmenso—dejó de molestarla, pero ella sigue abarcando cierto rencor por él… Y por el chicle de uva. 

Cuando Nati cumplió nueve años sus padres estaban a solo un día de firmar el acta de divorcio, claro que eso ella no lo sabía. Se enteró ese mismo día—día que nunca olvidó, por cierto; y que todos sus cumpleaños recuerda con cierta aprensión—, ellos le dijeron que se separarían. Nati iría a vivir con mamá y los fines de semana visitaría a papá a su cabaña cerca del lago donde casi todos los domingos solían ir a pescar. Nati no entendía eso, como muchas otras cosas. ¿No se supone que mamá y papá siempre están juntos? Para eso se casan, ¿no? Sabía que los padres de Claudia estaban separados, pero ellos nunca estuvieron casados, en primer lugar—vivían en concu….Concu… ¡Concubinato! ¡Sí! Esa es la palabra—, por lo que fue la primera vez que Nati escuchó el término «Divorcio».

Las primeras veces que mamá dejó a Nati en casa sola, fue porque se presentaron dos emergencias. La primera fue cuando mamá se rebanó el dedo con la podadora, era muy de mañana y Nati aún estaba en la cama, por lo que pensó que no había problema en dejarla sola un momentito en vez de alarmarla al mostrarle su dedo desmembrado. Nati despertó a las nueve de la mañana y se encontró sola en la gran casa; al principio llamó a mamá a gritos, lloriqueando y pensado que la había abandonado por fin. Y cuando estaba  a punto de ir a que algún vecino, mamá llegó con el dedo vendado y la cara pálida. Nati corrió a sus brazos y ella la consoló diciendo que había salido solo un momento a la clínica—Nati recuerda lo que sintió la primera vez que vio el dedo ahora amorfo de mami: una mezcla de curiosidad morbosa, se sintió asqueada y fascinada al mismo tiempo.

La segunda emergencia se presentó de noche. Era muy tarde y era invierno, y el nuevo novio de mamá tuvo una sobredosis por consumir tanto de esas pastillas de siglas que en este momento Nati no recuerda bien. Ella estaba en su cuarto jugando el nuevo solitario que mami le había enseñado luego de regalarle un bonito juego de cartas con dibujos de Hello Kitty en ellas, mientras también veía Cartoon Network. Mamá llegó muy atareada a la habitación y le dio un beso en la frente, avisándole que tenía que salir rápido porque Paúl estaba muy enfermo. Y se preguntarán, ¿cómo siquiera Nati sabía lo que era una sobredosis?, pues porque no era la primera vez que Paúl se «enfermaba», solo que las otras dos veces, tía Fernanda estaba en casa y se encargó de cuidar de ella… Y de pregonar toda la hora miles de insultos a aquel «Drogadicto aprovechado»—«¡Ojalá esas jodidas sobredosis lleguen a matarle algún día a ver si deja a esta familia vivir en paz!», decía.

Ah, el novio de mamá. La primera vez que Nati lo conoció fue cuando su madrina Cindy invitó a unos amigos a casa para alegrar el cumpleaños número treinta y nueve de mami. Él se veía un poco más joven que ella, pero mami al parecer quedó prendada a primera vista, y hoy en día Nati todavía no sabe por qué—barbudo, desarreglado y oliendo por todos lados a nicotina y algo más. Al principio Paúl ni siquiera pareció reparar en ella a pesar de que mamá era la dueña de la casa, pero aquel comentario que hizo tía Cindy de «Es una chica sola que necesita a un hombre en casa» pareció levantar su interés de repente.

Honestamente a pesar de ser Natalia una niña encantadora y simpática, él nunca le dio buena espina. Tal vez se debiera a que una vez lo pilló husmeando en la cartera de mamá a escondidas, o simplemente porque cuando reparó en ella por primera vez, hizo esa mueca que siempre hacía Angie de «Argh, no soporto a los niños», cada vez que Nati se ponía a chillar reclamando su atención para que jugara un poco con ella.

Nati también sabía que él fumaba y consumía cosas que no eran normales ni buenas, una vez encontró a su madre gimoteando en la cocina, pidiéndole sin conseguirlo que botara esas «LSD»—¡Oh! Allí está el nombre, ya lo recuerda—, mientras lo jalaba de los hombros, pero su fuerza no era suficiente para moverlo de su sitio. Cada vez que Paúl estaba «colocado»—esa palabra la aprendió de su tía Fernanda, ¿eh?—se comportaba de manera extraña; a veces, cuando fumaba, solía reírse mucho de cada tonta cosa que veía y oía, y decía disparates que Nati comprendía a medias. Cuando tomaba pastillas o se inyectaba esa cosa rara, cerraba los ojos y se quedaba muy quieto, jadeando y gruñendo de vez en cuando. Minutos después vociferaba a mamá que le diera agua porque tenía mucha sed. 

Nati sentía a mami cada día más cansada, más descuidada tanto con ella como consigo misma. Una vez le pidió ayuda para una tarea de lenguaje, y mami ni siquiera le prestó atención porque discutía por teléfono con quien pareció Paúl. Él dormía en casa, pero la mayoría de los fines de semana salía de noche y volvía al día siguiente muy, muy tarde. Y mamá se estresaba, y sollozaba, y aunque no lo sabía, una vez Nati la descubrió a punto de hacerse un corte en la muñeca; había bajado hacia la cocina porque tenía sed y vio a mamá con un cuchillo en la mano—«¿Estás cocinando, mami?»; «S-sí, amor…».

La última vez que vio sonreír a mamá fue en el día de las madres, cuando ella, ayudada por tía Fernanda, hizo un lindo tarjetón de flores rojas y amarillas—rosas y narcisos—, y preparó un rico pastel relleno de moras—la fruta favorita de mamá. Junto con su tía, arregló el desayuno y se lo llevó a la cama—ya que como siempre, los domingos Paúl llegaba pasado el mediodía. Entró al cuarto gritando «¡Mamá, te amo! ¡Feliz día!» y le dio un beso en la mejilla izquierda. Mami sonrió, todavía incrédula, y sus ojos avellana adoptaron ese brillo que hace tiempo no tenían, y que pese a que esa misma tarde Paúl llegó apestando a aguardiente, no se borró hasta el otro día. 

Pero al año siguiente, Nati no pudo celebrar nuevamente el día de las madres, no pudo hacer otro tarjetón ni gritar a los cuatro vientos «¡Feliz día, mami!»… Porque mami se había ido. Un dieciséis de febrero, el mismo día que Natalia nació—y eran diez, ¡por fin diez años!— mami se despidió luego de que se apagaron las velitas del pastel. Le dio un beso en la frente y la abrazó por largo rato—«Siempre te amaré, nena», recuerda tan claramente esas palabras cada vez que se va a dormir. Luego mami le avisó a todo el mundo que saldría un momento con Paúl a comprar más refrescos y Cheetos… Y no volvió.

Ah, si algo odia Nati verdaderamente, son sus cumpleaños. 
   

║Finition║

Phaganax Desconectado
« Respuesta #1 en: Diciembre 21, 2011, 06:27 am »

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Re:Nati sabe
« Respuesta #1 en: Diciembre 21, 2011, 06:27 am »
D: que duro, muy buena historia, ¿hay continuación?


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Kel|Thuzad Desconectado
« Respuesta #2 en: Enero 29, 2012, 03:38 pm »

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Re:Nati sabe
« Respuesta #2 en: Enero 29, 2012, 03:38 pm »
No no... ¿¡Pero por qué este tema!? haha es broma; buen relato, muy pulcro, ordenado y excelente ortografía. Me encantó el tono pueril del relator, como que le dio un matiz medio irrisorio, satírico, perspicaz y agudo. " Nati sabe " un título adecuado -pienso yo- para una historia que me atrapó de párrafo en párrafo hasta terminar, buena técnica para no cansar a la vista. En fin, son estos tipos de relatos los que debería leer una madre gestante o no gestante, casada, divorciada o soltera  (y hasta viuda ¿Por qué no ?). A veces llegamos a ser mayores sin la menor idea de lo que es responsabilidad o mucho peor, sin ser conscientes de que las consecuencias que puedan traer nuestros actos y eso es malo.

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