Como fiel compañero, la lluvia cae. El frío es ya efímero. Miro el cielo, oscuro y casi sin vida. Cierro los ojos y veo los objetos por el sonar de las gotas al caer en los objetos ¿Quién soy? ¿Qué hice? La gente me mira con recelo, yo no recuerdo, me insultan me agreden y solo puedo guardarme su odio y seguir adelante, pero, esta muralla que hice para proteger mi corazón se agrieta con el paso de los días. No pueden comprender, ellos no saben, ellos me parten en pedazos porque ellos no sufren sus agresiones. No se que hice, que les hice a ellos, lo lamento una y mil veces, se los digo cada vez que sus miradas que ni a mil agujas enterradas en el corazón se comparan. Me torturan cada noche, cada dia. He perdido el valor del habla, ya mi voz es solo una memoria de lo que un día fue, el camino se hace angosto. El sonido de lo desconocido se acerca, abro los ojos que tratan de ubicarse, bajo la mirada y veo a los humanos ajenos a mi pesar, pasan bajo la sombra de este edificio corriendo a resguardarse de la pura y bella lluvia sin detenerse a ver al ser que en sus cornisas se balancea. Frase trillada pero no se más que decir:
“Adiós mundo cruel”
Morir, es renacer. Quiero renacer para no cometer el error que dicen cometí y no puedo recordar.