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Autor Tema: Hermanos - capítulo 11  (Leído 8811 veces)

AiixChaan Desconectado
« en: Diciembre 03, 2015, 01:10 pm »

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Hermanos - capítulo 11
« en: Diciembre 03, 2015, 01:10 pm »
Capítulo 11: Tormenta (parte 1)

- Papá? - Hiroto contestó el celular aturdido
- Lo tenemos- Dijo Naruto a travez del celular - Sora ya está sano y salvo...
- Están todos bien?
- Si claro... Konan solo nos lo ha dado. Dijo que ella no era partidaria de lo que Akatsuki estaba haciendo ahora, pero no pretendía negar todo lo ha hecho… creemos que va a renunciar...
- No es algo extraño? - Los demás presentes en la cocina miraban atentos al peli azul, mientras hablaba rígidamente con su padre.
- Nosotros también creemos eso... Konan siempre fue una mujer fría, calculadora y estricta... pero hoy en el puerto… creo que mostró su verdadero ser...
- Que extraño… algo debe de haber pasado… además lo de Jiraya... papá fueron ellos, verdad?
- Si. Aunque fue su profesor en la faculta de economía, parece que algo tendrían contra él... No entiendo realmente lo que está pasando hijo, pero debemos estar atentos... A principio, volveremos a casa y ya veremos cómo continuar...
- Entiendo. Bueno, vuelvan con cuidado.
- Si, adiós Hiroto.
El Uzumaki hijo cortó el celular, seguido de su padre. Se quedó atontado y pensativo mirando el aparato. Recordó brevemente todo lo que habían charlado, lo que pensaba sobre esa mujer, su tía y sobre Akastuki. Había cosas que no le cerraban, hilos que no podía conectar y en un pensamiento fugaz la vio a Konan y supuso que podría estar muerta por su atrevimiento. Apartó rápidamente ese pensamiento de su mente, eso era llegar muy lejos, y no creo que supieran como borrar todas las pruebas...
- Hiroto? - Una voz impaciente lo sacó de su trance.
El joven levantó la vista y se encontró con los ojos dulces y curiosos de su querida Hoshiko.
- Hiroto? - repitió aún más impaciente - Cuéntanos que ha pasado...
Todos se irguieron un poco para escucharlo hablar.
- Todo está bien, Sora está a salvo...
Todos relajaron sus músculos. Todos dieron un largo suspiro como si desde que Hiroto hubo atendido el celular, ellos no estuvieran respirando. El suspiro fue hondo y relajante, sin embargo Hiroto seguía sumido en sus hipótesis, en ese pensamiento que cruzó por su mente: pensar que Konan estaría muerta. No era que le interesara, pero sí le aterraba la idea, la idea de que Akatsuki pudiese llegar tan lejos...

En el elegante Vento de Naruto iba manejando él, junto a Sasuke quién seguía mirando por la ventana y aleatoriamente, pegaba un vistazo por el espejo retrovisor. Detrás, Neji había recostado a su hijo y apoyado su cabeza en la pierna. Lo miraba triste y feliz al mismo tiempo. Se sentía culpable y le prometió que jamás lo dejaría solo. Sora comenzó a llorar y luego se quedó dormido aún con lágrimas en los ojos.
- No puedo dejar de odiarla, se que ella fue parte de lo que le hicieron a Jiraya. Pero...- Naruto giró la cabeza y miró a Sora que dormía tranquilamente sobre la pierna de su padre. Luego volvió a tender a la carretera. - pero... algo anda mal.
- Lo sé Naruto - contestó Sasuke atento a la carretera. - Lo que más me extraña es que viniera sola y nos entregara a Sora así como si... nada.
Naruto asintió y rápidamente se sumió en sus propios pensamientos. Ahora que Jiraya había muerto, Naruto estaba perdido, distraído y triste. Su hermana le negó explicarle el motivo de su muerte, pero él sabía que lo habían asesinado y su hermana también. Realmente no se había acostumbrado a la idea de tener una hermana, sin embargo Kokona le daba esa calidez que el siempre buscó, aunque habían pasado muchos años, él sabía que ella era de la familia. Miró por el espejo rectángular ubicado a su lado, que le reflejaba la parte de atrás del auto. No había nadie siguiéndolos, lo que lo relajó un poco. Su tutor, como lo había llamado él toda la vida, le había enseñado todo de finanzas. No había acudido a la universidad por falta de tiempo, Naruto tenía la empresa en sus manos, pero necesitaba interiorizarse en el tema. Le había enseñado de todo, hasta que Naruto pudo superar algunos planes económicos que su padre había ideado. También había sido como un abuelo para él, aunque Jiraya había insistido en que lo llamara "tío". Salían mucho juntos y a veces se le sumaba Tsunade, que los obligaba a comprarle comida, alcohol y tal vez alguna prenda de ropa. Fue su compañía por todos estos años y ahora estaba muerto. Giró la cabeza bruscamente y miró hacia afuera. Un par de lágrimas habían brotado de sus ojos casi instantáneamente. "Hasta los hombres más fuertes y adultos lloran de vez en cuando" Ahora lloraba a borbotones, en silencio, al recordar las palabras de sus "tutor", cuándo él mismo había llorado por hablar de Minato y Kushina.
Naruto lloraba sin que nadie se diera cuenta. Sasuke estaba fastidiado, pero en su pecho se sembraba un auténtico miedo psicológico que le hacía hervir los sesos. Temía que lo que le pasara a Neji pudiera pasarle a su familia. Neji dormí en los asientos traseros junto a su hijo, quién soñaba inocentemente con una mujer peli azul que le repetía constantemente que todo iba a estar bien...

A las diez de la noche Madara había convocado una reunión en las oficinas centrales de Akatsuki. En una mesa larga y ovalada de color negro, estaban sentados todos los integrantes del la empresa más corrupta e impune de Tokyo. Madara tomó su lugar en el medio de la mesa, justo atrás de una pantalla reflejada por un aparato que mostraba lo que él tenía en su portátil.
- Buenas noches - saludó Madara a Konan y Nagato que se había terminado de acomodar. - Comenzamos?
Loa aludidos asintieron.
- Bien - comenzó Konan - Le he pedido a Madara que los convocara a todos para informarles que el niño a escapado - Todos giraron sorprendidos hacia la mujer que había tomado la palabra.
- Como puede ser que un niño se te ha escapado? UN NIÑO?!! - gritó incrédulo y furioso Deidara.
- Cálmate - pidió parsimoniosamente Nagato - Hasta recién estuvimos buscándolo. Por lo visto se escapó por una de las ventanas del cuarto en que lo dejaron.
- Pero es solo un niño!! Como pudo cruzársele la idea de escapar?!! Acaso no tendría miedo? Lo habían atado...?
Konan se levantó bruscamente y golpeó fuertemente la mesa con sus manos.
- Deidara no puedes tener atado a un niño inocente, deja de ser tan egoísta. Somos una empresa de negocios, no de sicarios... - Konan estaba alterada, no quería que descubrieran que ella lo había dejado ir, pero tampoco pretendía que esa empresa de endemoniados siguiera siendo tan corruptos y egoístas, incluyéndose.
La disputa entre Deidara y Konan iba aumentando su nivel de agresividad. Él había comenzando a insultarla, pero ella era una mujer astuta, sabía que decir y que a Deidara le doliera. Nagato se levantó para interrumpir la discusión, mientras los demás veían como escaparse de allí y volver a sus viviendas. No consideraban el secuestro del niño como algo primordial, sabían que podrían hacer algo más doloroso para acabar con Konoha e ir debilitándola lentamente... Madara sonrió y comenzó a aplaudir repentinamente. Todos voltearon a verlo. Sonreía como un niño pequeño y aplaudía como si acabara de terminar de ver una gran película. De repente todos callaron. Cesaron los aplausos y el moreno de mirada frívola y tétrica levantó la vista para míralos a todos, especialmente a Konan y Nagato.
- Los felicito - dijo con ironía - Han alcanzado a armar un gran teatro, señores.
Konan y Nagato cruzaron furtivamente miradas. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de la mujer de carácter fuerte. Nagato miró fijo a Madara, intentando descubrir a que se refería.
El moreno los penetró con su lúgubre mirada, luego presionó enter y lo que su portátil mostraba, se reflejaba ahora en la pantalla que tenía por detrás. Una cámara, por lo visto escondida entre los arbustos, mostraba a Konan entregando al niño. Luego, se hacía un acercamiento en el momento que Nagato subía al coche junto a la peli azul.
Konan estaba desesperada, había entrado en un completo estado de Shock miraba nerviosa el video, a Madara que le sonreía complaciente, y a los demás, que la miraban decepcionados. Ella se sentía decepcionado, aterrada, miedosa, pero no arrepentida. Nagato la tomó firmemente del brazo y, corriendo, llegaron hasta la puerta de salida. Lentamente una escena de persecuciones se desarrolló en el hall de la oficina. Madara, más que preparado, desenfundó su calibre 38, que ya estaba sin el seguro, y disparó. Nagato, había soltado la mano de su mujer y estiró sus brazos para cubrirla. Todo pasó extremadamente lento y cada acción que transcurría parecía quitada de su tiempo real. Konan volteó. Nagató gimió. Madara volvió a sonreír complacido.
Cuando la bala salió del arma, Nagato ya sabía que iba a morir. Recordó en un suspiro toda su vida. Su infancia en el orfanato. Sus inicios en la universidad y su vida junto a Konan. El día que la conoció, vestida de jeans y una simple remera de seda que dibujaba sutilmente sus hermosas curvas. Su sonrisa. Sus lágrimas. Sus enojos. Hasta recordó cuando la veía dormir y secretamente la besaba. Al alcanzarlo el proyectil sintió como si hubieran roto algo dentro de él, un dolor agudo inundó su cuerpo, dejándolo débil y sin mucho mas por lo que luchar. Se desplomó sobre el frio piso y sintió como todo su ser se apagaba lentamente. Sintió como todo terminaba.




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