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Autor Tema: Hermanos- capítulo 10  (Leído 8692 veces)

AiixChaan Desconectado
« en: Diciembre 01, 2015, 02:06 pm »

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Hermanos- capítulo 10
« en: Diciembre 01, 2015, 02:06 pm »

Capítulo 10: Bajo el manto de la noche

Nueve menos diez minutos Neji doblaba en la tercer esquina antes de llegar al puerto. Solo restaban unas quince cuadras más.
- No podemos arriesgarnos, si esto realmente es una trampa las chicas no podían venir con nosotros... - Naruto se rascó la cabeza y esperó que esto terminara pronto.
- Lo que no entiendo es por qué tanta amabilidad de parte de ella... después de todo no deja de ser parte de Akatsuki. - Neji miraba nervioso por el retrovisor, temía que lo estuvieran siguiendo.
- No creo que su rivalidad acabe, como bien te dijo, pero Konan, quieras o no, siempre fue diferente... Jiraya ya me lo había contado.
- Si fuera así... porque dejaron que él muriera...? - Sasuke sentado del lado del acompañante también controlaba por los espejos a cada auto que circulaba.
- Estoy seguro que hay algo detrás que los animó a hacerlo...
- Te refieres a algún engaño, Naruto? - Neji miró al frente la entrada del estacionamiento.
- No lo sé, pero esto se está tornando demasiado obscuro...

Los pequeños habían terminado su comida y, debido a la rutina, se habían acostado a dormir. Hiroto arropó a sus hermanitas y luego bajó a la cocina dónde, nuevamente, estaban todos reunidos. Hoshiko miró la hora. Eran las nueve menos cinco de la noche. Tragó saliva.
- Ya deben estar por llegar... espero todo salga bien... - Hiroto también miró al reloj y su mente empezó a debatirse, a inquietarse. Quería saber cómo iba todo, como había salido y si todo estaba bien. Su ansiedad acababa con él lentamente.
Yota se levantó y se fue a la sala poseído por los nervios. Mei lo siguió preocupada. Ahora la cocina era de Hoshiko y Hiroto. La castaña se acercó al uzumaki y le acarició el rostro.
- Todo estará bien, Hiroto.
ÉL no tuvo más remedio que creerle. Aunque estuviera a punto de morir y ella le dijese que todo iba a estar bien, él le creería. La amaba y había esperado mucho tiempo para decírselo. La luz de la luna entraba sutilmente por la ventana. La luz brillante de la cocina iluminaba a la pareja como si un reflector estuviera enfocado en la escena principal de una obra de teatro. Hiroto agarró la mano de aquella joven y la besó. Su rostro rígido se fue ablandando y de a poco se suavizó por completo cuando ella lo abrazó con tristeza.
- Cuando creo que todo está estable vuelven a pasar cosas... la llegada de esta mujer que es la hermana de mi Padre, el secuestro de Sora... No puede estar pasándonos esto... - El joven de ojos color perla estaba acurrucado entre los brazos de la chica que quería con todo su corazón. Le hablaba despacio y al oído. Ella lo abrazó más fuerte y le beso el cuello.
- Por lo menos ahora me tienes a mí, Hiroto-kun.- Un beso invadió la boca de la castaña sintiendo un fuego interior intenso.
Hoshiko le devolvió el beso instantáneamente. Lo abrazó, lo tomó del cabello y siguió besándolo. Sus manos no quería dejar de acariciarlo y su boca no quería soltarlo. Hiroto la sostenía firme de las caderas. La quería junto a él para siempre. Quería a Hoshiko Nara como nunca había querido a nadie, la amaba.
Después de un interminable beso se apartaron uno del otro lentamente. Recuperaron de a poco el aliento y por un segundo no se dirigieron la mirada. Sentían demasiado pena por el calor que acababan de sentir sus cuerpos. Al fin se miraron sonrojados y comenzaron a reír. Ahora si lo sabían, realmente todo estaría bien.
Yota se sentó en el sillón cercano al enorme ventanal que daba al jardín de la casa. Miró el oscuro jardín y el cielo. Le gustaba creer que algunas personas estaban destinadas a estar con otras personas, cruzarse con unas cuantas y volverse a cruzar con unas pocas. Mei se acercó y apoyó su mano en el hombro del joven.
- Qué es lo que tanto te angustia, Yota?
- No conocías antes a Hiroto... es mas... antes no éramos tan amigos. Nos Conocimos por mi padre y Naruto. Son amigos desde la secundaria y se convirtieron en socios... Pero yo no entendía a Hiroto. Él no hablaba con nadie, no jugaba con nadie, solo leía y estaba con sus hermanitas. Yo no entendía porque era así pero... está claro que pasó por muchas cosas. Desde ya cuando era pequeño quisieron separarlo de sus hermanitas porque su padre sufrió un accidente, que sospecharon que fue culpa de los Akatsuki. Luego estuvo siendo la sombra de su padre por mucho tiempo hasta que empezó la preparatoria las conoció a ustedes y a otros chichos. Comenzó a abrir su mente, no podía estar pendiente del mundo de su padre todo el tiempo. Además ahora que apareció esta tía que por lo visto ni cuidó de su hermano... él está agobiado y, encima, ahora su primito... parecería que todo lo que lo rodea fuera...
Mei en un gesto desesperado por consolar a su novio, le giró la cara y lo besó. Yota enmudeció al acto, pero relajó todo su cuerpo y se entregó a su primer beso con la chica que amaba. Subió sus manos y las puso sobre los hombros de la morena. Luego acarició su negro pelo azabache. La besó y la besó y disfruto ese beso que había esperado por tanto tiempo.
 
Neji, Naruto y Sasuke entraban con paso firme al puerto. La espesa noche cubierta de neblina incomodaba la visión de los presentes. Los tres dieron un vistazo rápido a sus relojes de muñeca: las 9.02 p.m.
Habían acordado verse justo en la entrada y allí no había nadie. Neji comenzó a desesperar, giraba la cabeza en diferentes direcciones para ampliar su rango de visión, observaba detenidamente entre la agobiante neblina, conteniendo su incesante necesidad de gritar.
A las 9.05 p.m. escucharon el rugido de un auto no muy lejano y el chirrido de los neumáticos al frenar. El encuentro debía efectuarse en la entrada pero Neji y sus dos acompañantes corrieron hacia el estacionamiento sin pensarlo dos veces.
-   Konan! – gritó Naruto a través de la neblina.
Cuando por fin llegaron al lugar donde yacía el auto, vieron descender del despampanante Porche color azabache, que se camuflaba perfectamente entre la negrura, a una persona. Del auto bajó una mujer esbelta, de pronunciadas curvas, de pechos pequeños y caderas perfectamente amoldadas a su cuerpo sereno y armonioso. Un taco color rojo se apoyó sobré el pavimento logrando que el choque sonara en todo el lugar. Una pollera al cuerpo le cubría desde las rodillas hasta la parte superior de su pelvis dándole un aire sensual y sobrio a la vez. Su tronco estaba cubierto con una camisa de seda roja que resaltaba sus blancas facciones y sus preciosos ojos azules. Su pelo azul oscuro, contorneaba su rostro como el marco de un cuadro haciéndola ver hermosa bajo el manto de la noche.
Ella los miró uno a uno a los ojos, notando la desesperación en la cara de Neji, la ansiedad en los ojos de Naruto y el gesto congelante de Sasuke. Ella no bajó la vista, era una mujer fuerte y orgullosa. Se dirigió con paso firme hacia la puerta trasera, la abrió y asintió para que el niño que la acompañaba entendiera que tenía que bajar del vehículo.
Sora bajó de un salto y al ver a su padre corrió rápidamente a su encuentro. Neji lo abrazó fuerte y lo alzó, estuvieron un rato abrazados sin dejar de decirse amables palabras entre ellos. Luego el oji perla lo bajó de sus brazos y lo ubicó detrás de él, dándole protección.
-   Gracias – le dijo el padre aún conmovido – Enserio gracias. Todavía no puedo creer que una mujer como tu sea parte de Akatsuki… Lo siento, pero no puedo entenderlo.
-   Lo sé – Konan se desplomó en el asiento trasero de su auto y miró algo triste a los presentes. – Realmente yo no soy partidaria de lo que están haciendo en mi empresa. Realmente ya no sé por qué esta competencia entre Akatsuki y Konoha sigue existiendo, es solo que Nagato y yo es todo lo que tenemos…
-   Por qué hablas de un Akatsuki que ya no parece ser como antes? – Sasuke la miró intrigada, sin deshacerse de su mirada impenetrable.
-   Es que ya no lo es… Nuestra rivalidad comenzó cuando Konoha nos dejó en bancarrota, pero no fue culpa de ustedes que nuestra pequeña empresa se fuera por la cañería – Konan sonrió sin convicción y luego miró sus manos, las manos que habían secuestrado a aquel niño y habían hecho trabajos sucios para su bienestar y el de su empresa. – No estoy orgullosa de los que hice, pero no quiero ser mas parte de esto. Hoy, charlando con tu hijo, Neji, me di cuenta que ya no vale ni un centavo lo que hago, me siento perdida y realmente olvidé que era lo que buscaba desde un principio…
Los tres la miraron con pena. Era una mujer con quién era mejor no encontrarse, pero aquella vez solo vieron a una mujer débil, de pocas palabras, agotada y sumida en sus propios fantasmas.
-   Vete ya – apeló Sasuke – nadie querrá saber que soltaste al niño.
La peli azul enjuagó las tenues lágrimas que había dejado soltar de sus ojos, asintió y se incorporó. Con un gesto serio, recuperando esa fortaleza, abrió la puerta del conductor y se metió en el auto. Antes de marcharse bajó la ventanilla y con una sincera sonrisa agradeció a los tres hombres que no hicieron más que compadecerla. 
Ella abandonó primera el estacionamiento del puerto. Cuando estaba cruzando la barrera en alza del mismo, una sombra la paró casi poniendo todo su cuerpo como tope para detenerla. Frenó bruscamente y sintió pánico. Fue fugaz, pero sintió que la habían atrapado y que no viviría para contarlo. La sombra se acerco, era imperceptible bajo la oscura noche. Cuando asomó su cabeza por la ventana Konan dejó escapar todo el aire que la comprimía por su arrebato de miedo.
-   Nagato! Dios mío…
El moreno alto y flaco de ojos profundos y oscuros entró al auto sin una invitación. Miró a la conductora que lo seguía con la mirada y la tomó de la mano.
-   Quédate tranquila – le dijo lentamente – yo hubiera hecho lo mismo – atrajo la mano de ella hacia su boca y la besó. Konan suprimió un llantito y sonrió agradecida. El silencio los cubrió y ellos no necesitaron mas señales para saber lo que el otro pensaba.
Por otro lado el Vento de Naruto salió rápidamente del estacionamiento y se perdió fácilmente en las espesas tinieblas.

-   Ya entregó al niño y Nagato estaba con ella, Madara-san.- Una profunda voz se escuchó en mitad de la noche.
-   Muy bien hecho, Zetsu – Madara Uchiha sonrió satisfecho con el desempeño de su detective privado. Lo hizo subir al auto y arrancó el motor con un gesto inconmutable de éxito. – Nadie se burla de Madara Uchiha… - las palabras del moreno resonaron en los aires del inescrutable cielo mientras el vehículo rodaba calle abajo internándose en el pesado manto de aquella interminable noche.   

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