Hola, les dejo la actualización ,D
Capítulo 5 — ¿Tony? ¿Quién es Tony?— preguntó Francis.
— ¿No saben quien es Tony?— Alfred miró casi escandalizado como los europeos negaban con enérgicos movimientos de la cabeza.
— ¡Pero a qué mundo he venido!— gritó histérico, luego, sin bajar el volumen de su voz, les informó—: ¡Tony es mi amigo extranjero!
Inglaterra y Francia se miraron y no pudieron retener las carcajadas. Fue Arthur quien dijo:
— ¡No sabía que tenías amigos extranjeros! Sé que tienes algunos aliados por conveniencia, pero no exactamente amigos.
— ¿Cómo que no tengo amigos?— USA los miró ahora ofendido— De donde vengo, soy muy amado por todos.
Nuevas risas por parte de los rubios. Francis lo miró ahora burlón y dijo:
—Eso fue en un tiempo muy remoto. En este tiempo eres una gran nación, una muy poderosa, pero la mayoría de las otras naciones no son tus amigas. Nosotros por ejemplo, no interactuamos contigo. Si estamos en América, es porque dos veces al año la ONU tiene una reunión muy importante en donde se tratan asuntos de suma relevancia para la paz mundial, estas importantes reuniones tienen su cede en distinto país. Este año tocó aquí y dura tres días cada una. Se supone que mañana comienza la segunda reunión y aunque nos vemos personalmente dos veces al año, lo único que reconoceríamos de ti es tu avanzada tecnología en las armas ¿no es verdad mí querido Arthur?
—Verdad —concordó el europeo con frialdad— No somos amigos. Nos toleramos en pro de la raza humana, pero nada más. Sin embargo, ahora la raza humana está en peligro de extinción por tu culpa. Se supone que las naciones estamos en este país para llevar a cabo una reunión que aboga por la paz mundial y ahora dos de esas naciones estarán siendo señaladas como principales enemigas de USA.
—Y es seguro que si hubiera una guerra— siguió informando Francis— varias naciones se aliarían a nosotros. Naciones poderosas como Rusia, por ejemplo. Rusia traería a Bielorrusia, Ucrania y los bálticos. Ellos siempre han sido parte de él.
—Por otro lado, tenemos a Vietnam e Irak, dos países que te odian, tanto o más que yo —continuó Arthur— Y no podemos olvidarnos de Alemania, quien por supuesto, tendría el apoyo de Italia…
—Sin olvidar tampoco a algunos países de este mismo continente, como Venezuela— lo interrumpió Francis muy pensativo.
— ¿Y qué tal Cuba? — Fue el turno de Arthur de interrumpirlo con un brillo especial en la mirada, como si sopesara la idea de hacer realidad la guerra con USA— ¿O China? O…
— ¡Ya basta! — Alfred bajó del auto para rodearlo e ir decidido a abrir la portezuela del lado de Arthur, quien lo miró asombrado, pero el americano hizo caso omiso a su expresión y tomándolo por la solapa del traje, lo bajó del vehículo como si se tratase de un muñeco de goma —¡Yo manejo! No debemos permitir que esto continúe adelante. Iremos a donde Tony para que me regrese a mi tiempo.
— ¡Awww!— Exclamó Francis con su característico buen humor y asomándose por la ventanilla del auto, miró muy sonriente a USA al decirle—: ¡Tienes miedo!
— ¡Por supuesto que no tengo miedo! —Se defendió Alfred indignado —Soy un país muy poderoso y puedo con cualquiera. Pero no hay razón para hacer la guerra.
—El odio es una razón muy poderosa — mencionó disgustado Arthur alisándose la solapa del traje mientras sin remedio, iba a ocupar el lugar de Alfred.
—O sea que por el bien de todos, nos vemos en la necesidad de ayudarte— concluyó Francis y de manera despreocupada, se estiró en el asiento, se cruzó de brazos y cerrando los ojos, terminó—: Me despiertan cuando lleguemos a donde tengamos que llegar.
— ¡Este no es momento de dormir, Francis!— lo reprendió Arthur lanzándole una desdeñosa mirada mientras Alfred ponía el vehículo en marcha y conducía lo mejor que podía dado a la imperfecta visión a través de las gafas.
—No fastidies, Arthur —replicó el coqueto rubio sin abrir los ojos — Contra el estrés, una buena siesta. No quiero verme poco atractivo por tanta preocupación, además, por el momento no puedo hacer nada. Y Alfred, ¡verás mejor si te quitas las gafas!
Inglaterra suprimió el deseo de gritar de ira. Estaba en una posición involuntaria, al lado de aquel que con el paso del tiempo se convirtió en alguien indeseado, pero que ahora, se veía obligado a ayudar, porque después de todo, desde épocas atrás venía existiendo una bendita paz entre las naciones a la que se había acostumbrado. De hecho, fue en la última guerra que tuvieron contra una nación del medio oriente, cuando el americano y él perdieron la amistad, olvidando el cariño que había existido entre ambos… Su independizada colonia jamás lo pudo perdonar y poco a poco, él comenzó a odiarla por ello.
Concentrado en sus pensamientos, se sobresaltó cuando Alfred gritó repentinamente:
— ¡Aaaaah!
Hasta Francis abrió los ojos y los dos rubios preguntaron al mismo tiempo:
— ¿Qué pasa?
El auto se había salido del camino e iba directamente a estrellarse contra un grupo de árboles, pero reaccionando a tiempo, Arthur tomó el volante y ordenó con voz estridente a la vez que dirigía el auto al camino de nuevo:
— ¡El freno, Alfred! ¡Frena!
Pero Alfred tenía los brazos levantados frente a él y con mirada desorbitada, miraba sus… inexistentes manos, o mejor dicho, trataba de ver sus manos que no estaban.
— ¡Mis manos! —Gritó angustiado moviendo los brazos sin manos — ¡Mis manos no están! ¡Han desaparecido!
Y aceleró en vez de frenar.
— ¿Qué diantres te sucede, Alfred? — Muy admirado, Francis se echó para adelante para tocar el lugar donde deberían estar las manos del americano.
— ¡Con un demonio! —Gritó de nuevo Arthur— ¡Frena!
— ¡Woow!— Francis estaba fascinado tocando los brazos de USA en busca de sus manos, sin que le importara tanto que el angustiado americano había pisado a fondo el acelerador e iban a gran velocidad por un camino que no estaba en óptimas condiciones, guiado por un asustado rubio que no podía perder la concentración porque si no se estrellarían — ¡Que divertido, Alfred! ¡Estás desapareciendo!
— ¿Estoy desapareciendo? ¿Por qué estoy desapareciendo?
El auto saltó de manera horrible al pasar por un tramo en peor estado, pero ni siquiera el que los países saltaran en sincronía con el vehículo hasta casi darse en la cabeza con el techo, los hizo desistir de su concentración, cada uno en lo suyo.
—Supongo que estás desapareciendo porque no perteneces a este tiempo— informó Francis con una gran sonrisa, mirando aún más fascinado como de pronto las manos de Alfred aparecían — ¡Ahí están de nuevo!
Casi enseguida volvieron a desaparecer.
— ¡No! ¡Volvieron a irse! —gritó USA
— ¡Y los tres nos iremos para siempre si no frenas! —gritó ahora Arthur mientras sentía que la tensión maniataba sus músculos.
— ¡No quiero desaparecer!— se lamentó Alfred muy preocupado y más angustiado, ignorando de nuevo a Inglaterra— Si desaparezco por completo, ¿a dónde me iré? ¿Seguiré existiendo en este tiempo?
Como un mal presagio, en ese momento un perceptible temblor sacudió la tierra y el auto se cimbró, lo que pudieron sentir a pesar de la velocidad que llevaba.
— ¡Un terremoto!—se unieron las voces de los europeos mientras eran sacudidos adentro del vehículo y el movimiento de éste fue errático, por lo que a Arthur le costó más trabajo controlar el volante. Pero aún así, Arthur no soltó el acelerador. Era como si se hubiera olvidado que su pie estaba puesto sobre él.
Unos metros más adelante, la tierra se abrió formando una gran brecha y el peligro al que se expusieron fue mayor. Arthur, sudando a mares, ya con la atención de Francis puesta sobre la peligrosa situación que vivían, pidió con voz histérica:
—Ayúdame con él…
Desde atrás, Francis tomó a Alfred por los hombros y ladeándolo para acomodarlo entre los dos asientos, lo atrajo hacia sí por ese espacio y lo sacó del asiento del conductor, el que inmediatamente ocupó Inglaterra, quien fue metiendo poco a poco el freno para que el auto gradualmente se fuera deteniendo.
—Dejaré de existir —era lo que USA murmuraba, ajeno por completo al entorno — Desapareceré y dejaré de existir…
Y mantenía su mirada clavada en donde sus manos no estaban, sin dejar de mover los brazos, porque la vista era de alguna manera macabra.
Tanto Inglaterra como Francia cerraron los ojos cuando el auto se acercó a la ancha grieta y no los abrieron hasta que el auto se detuvo por completo, a escaso medio metro de la brecha y fue cuando descubrieron que la brecha era profunda, aunque la tierra había dejado de temblar.
— ¡Ya vuelven! — dijo Alfred con voz esperanzada.
Efectivamente, las manos se hacían visibles y cuando finalmente quedaron bien firmes ante la vista, el americano las tocó varias veces una con la otra.
—Esto es grave —fue lo que dijo Arthur con voz muy preocupada— Debemos darnos prisa en regresar a Alfred a su tiempo. De lo contrario…
—De lo contrario nada será como lo conocemos. No sabemos qué se alteraría con la desaparición de él— finalizó Francia.
—Así es —asintió Arthur y el disgusto que sentía por el americano pasó a ser irrelevante —Alfred, dinos. ¿A dónde nos dirigías?
Alfred dejó de prestar atención a sus manos y centrándola en Inglaterra, respondió:
—A la base en donde desperté después del viaje por el tiempo. Sé que es una base subterránea, aunque en mi tiempo todo eso era parte de mi casa. ¡Ah! ¡Por esa razón no podía recordar ningún plano! ¡No había ninguna base allí! Pero supongo que si me fui de cierto lugar, debí de aparecer en el mismo lugar, aunque este sea diferente.
— ¿Qué? ¿Tú casa? ¿Te refieres a que vamos a entrar al terreno del enemigo? — Y el disgusto por el americano regresó — ¡Claro que no!
— Es la única manera —aclaró Alfred inalterable — Allí es donde puedo encontrar a Tony.
—Y dale con Tony de nuevo. ¿Quién es ése?
—De seguro es su amigo imaginario — se burló Francis.
Alfred los miró con ira.
— ¿De veras no conocen a Tony? ¡En mi tiempo sí lo conocen! ¡Se me hace raro que no lo conozcan! ¿Qué clase de mundo es este?
— ¿Y que tal si ese Tony no existe en este tiempo y por eso no lo conocemos? — interrogó Francis.
— ¡No! — Se asustó Alfred — Mi amigo Tony sí existe también es este tiempo. Ustedes existen, yo existo y todos los demás existen. ¡Entonces Tony tiene que existir! ¡Tony es el único que puede ayudarme!
—Muy bien — Arthur puso en marcha el motor y retrocedió alejándose de la brecha para después dirigir el auto en el camino deseado — Conozco un lugar discreto no muy lejos de aquí. Si no existe otra solución más que esa, entonces debemos actuar en la noche. Iremos a esa base y buscaremos a ese tal Tony. Descansaremos un poco, comeremos y nos cambiaremos de ropa para la misión.
Así, el trío de locos se disponen a aguardar la noche para actuar.
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Y continuará.
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