El sujeto se sentó un poco apartado de todos. Pronto los acostumbraría a hacer orgías de manera consciente, libre de las ataduras morales. Era fácil dominarlos como a un par de perros que solo movían la cola.
—La moral solo se creó para limitar a los hombres. Para refrenar nuestros verdaderos instintos animales que en realidad deberíamos satisfacer sin problemas. Por eso, ahora les estoy dando la oportunidad. Hombres y mujeres, deben procrear, no porque yo solamente se los ordeno, sino porque es su propósito natural de vivir. Satisfagan sus deseos carnales hasta el cansancio. Por eso, ustedes, mujeres, también den rienda suelta a su sexualidad.
Mientras tanto, tomaba nota mental de lo que veía.
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Raymundo no tardó en bajar con su lengua no muy delicadamente desde su cuello hasta el pubis.
Poco a poco, con gran satisfacción, iba sacándole salvajemente la ropa, destrozándosela por completo.
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Artemis obedeció a la orden del sujeto que los miraba como, prácticamente, se apareaban como animales solo por responder a su voz.
Así que dejaría hacerse cualquier cosa. Cerró los ojos suavemente…
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Freya no tenía impulsos sexuales. Es más, podría decirse que su mentalidad era como la de una niña aun. Como si una niña de seis años estuviese enfrascada en un cuerpo adulto. Una niña indefensa e inocente.