Encogió un poco los hombros, tomando entre dedos suaves la nueva vestimenta, era extraña hasta cierto punto, si se sumaba que Zay en sí era extraña. Miró al chico, no le importaba si se salía o no, después de todo era lo mismo. Parpadeó entorpecida, levantándose el vestido por encima de los muslos y de la cabeza. Su cuerpo pálido recibió una corriente de frío mientras intentaba meterse en la nueva fibra. Poco hablaba, se limitaba a respirar de acuerdo a sus látidos; seguía adormecida.