Lo alzó y apoyó sobre su regazo. Aunque el niño no tardó en apoyarse en su pecho. Los encontraba suavecitos.
Murasaki por un momento, dejó de inquietarse tanto y observó fijamente a Tsukasa. No le habían entrado celos, pero le daba curiosidad lo que iría a hacer.
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—Me gustan los cuellos de tortuga— Mencionó rápidamente y con una frialdad más que evidente.
Parecía que había crecido de golpe de un tiempito para el otro porque ya no tenía tanta apariencia de loli como hacía unos meses. Incluso el tamaño de sus ojos se habían achicado ligeramente. Seguía usando el cabello corto.
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—Primero veamos si lo puedes hacer quieto — Evolet sonrió y lo ayudó a ponerse en posición — Mientras esté yo al lado no te vas a caer — Era la mentira más grande del patinaje artístico, pero servía.