Sheryl se ruborizó y entrecerró los ojos.
A la semana, fue a la casa de Kokone y le dijo a esta que la iba a ayudar con las tareas del hogar.
Iba todos los días, movida por su corazón y por el amor que estaba creciendo en ella, y le limpiaba el cuarto a Konen con una paciencia infinita, aun así si no se lo agradecía. Y se iba antes de que este llegara.
También dejaba preparado postres que ella hacía.