Meian , por alguna razón , se sentía mucho más tranquila. Se acariciaba su pequeño vientre , el último regalo que le había dado Gakupo en vida. Y lo atesoraría mucho hasta el día en ella tuviera que cerrar los ojos.
-No quiero sufrir más - Soltó de repente.
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Kanade se sentó en el piso a escucharla.
Tenía un talento inigualable que él había sabido apreciar. Ahora tendría que hacer los papeles de adopción.