Tardé bastante, ya que, tampoco recibió muchos comentarios.
2. El primer tesoro, escondido en la mansión de Venomania
-¿Qué? –Lily no daba crédito a lo que veía, pero algo le decía que podía confiar en aquella niña.
-Así es, pero para que eso ocurra debo ponerte a prueba. –Dijo ella más seria. –Deberás encontrar seis tesoros que están dispersos alrededor de todo el mundo. –Meikai hizo aparecer una niebla a su alrededor, la cual empezó a tomar diferentes formas. –Una espada, una copa, un espejo, una muñeca, unas tijeras y una cuchara. Si logras juntarlos entonces yo te obsequiaré esto. –Dijo extendiéndole un frasco que contenía varias luciérnagas de diferentes colores. –Esto te concederá cualquier deseo que pidas.
-¡¿De verdad?! ¿Dónde debo comenzar a buscar? –Exclamó entusiasmada.
-Si te dijera le quitaría lo divertido, pero como soy una buena estrella y me siento generosa esta noche, comienza a buscar en tu ciudad, encontrarás algo interesante seguramente. –Sonrió ella.
Liane abrió los ojos al momento siguiente, de nuevo estaba en su cuarto, ya había amanecido y una nueva jornada de trabajo se presentaba. El día entero se preguntó si lo que había soñado fue real, tenía sus dudas acerca de ello, pero nada perdía con intentarlo, además, la niña había dicho que era una estrella y ella creía en las estrellas que conceden deseos.
La tarde siguiente a su cumpleaños fue de lo más agradable, la gente la felicitaba y se disculpaba por no haberla visitado el día anterior, pero Liane se contentaba con un abrazo o una sonrisa. Algo que si la sorprendió fue que Sateriajis le había regalado un caballo, muy bello por cierto, y no pudo negarse bajo la excusa de que no podría mantenerlo, Sateriajis fue muy claro, él se haría cargo del animal en su mansión, pero seguiría siendo de ella. Incluso la había invitado a cabalgar en la tarde, después de que ella terminara sus deberes en la cantina.
Su mente seguía en la noche con Meikai, varias veces su jefa tuvo que reprenderla por estar durmiendo en el trabajo, pero ya era de esperarse esa actitud soñadora de la muchachita rubia, siempre ajena a lo que ocurría a su alrededor.
Liane volvió a ver a Castiel Venom alrededor de las doce de la tarde. Ella no se veía muy bien, su rostro estaba golpeado y su ojo derecho lloraba sangre; un par de soldados de la Compañía la ayudaron a sentarse en la barra y luego se retiraron.
-¿Qué ocurrió? –Preguntó Liane preocupada por el estado de la comandante.
-Traté de cumplir mi promesa, pero mi hermano es tan testarudo que mandó a que me hicieran esto. –Castiel le sonrió con tristeza. –Al parecer tu padre hizo un muy excelente trabajo en el frente, Gast tiene controlado Toragay y la mitad de Levianta, no lo quiere soltar y tu madre se convirtió en la diversión favorita de los cerdos. Lo lamento, no pude hacer nada.
Liane no pudo evitar derramar lágrimas por esa noticia, su pecho se oprimió tanto que sintió que su corazón dejaría de latir. Castiel estaba humillada, derrotada y ese estado tan lamentable que mostraba hizo imposible que Lily se enfadara con ella, así que la abrazó para compartir un poco el dolor.
Leslie, la jefa de Liane y encargada de la cantina, invitó a Castiel a refugiarse unos días en su casa. Gast Venom no dejaba ningún asunto sin terminar y le estaba claro a ella que lo de Castiel solo estaba empezando. Liane también quiso ayudarle, pero sería demasiado peligroso para ambas si el demonio de Asmodean llegaba a enterarse de que fue ella la persona a quien Castiel le prometió devolverle esas personas que tanta utilidad tenían para él.
Leslie y Liane acomodaron un espacio para que la comandante pudiera dormir. Castiel sonreía con ironía al darse cuenta de cómo es que se sentían sus víctimas cuando juraba cazarlos hasta la muerte.
Después de eso, Leslie le dio el resto del día a Liane y ella lo agradeció infinitamente, pues ya era casi hora de verse con Sateriajis. Pidió poder arreglarse en la casa de su jefa y después se marchó velozmente a la mansión de Venomania. Apenas puso un pie dentro de la vieja construcción un escalofrío recorrió su espalda, extrañamente el ambiente que rodeaba el lugar era muy diferente al que recordaba. Apestaba, no de manera desagradable, pero varios aromas atacaban la nariz de Lily, entre ellos pudo reconocer el olor del sudor y…
-Me alegro de que hayas venido. –Sateriajis la sorprendió por detrás -¿Nos vamos?
-Si. Oye, ¿no sientes que huele algo extraño? Cuando yo venía a molestarte siempre apestaba a incienso, pero ahora…
-Recuerda que usaron mi casa como un burdel, es difícil deshacerse de ciertos olores.
-Si, pero eso fue hace dos años, el aroma es más intenso ahora. –Sateriajis pasó de largo el comentario y la ayudó a montar su caballo.
-Hablaremos de eso luego, ¿te parece? –Sateriajis montó su caballo, un bello corcel blanco, y ambos cabalgaron hacia las colinas.
En el camino no hablaron mucho, no había nada que fuera realmente importante comentar que les haya pasado. Bueno, Liane no quería decir algo con respecto a Castiel porque seguramente eso afectaría a Sateriajis, si de por sí fue demasiado malo que él viera asesinado a su padre ¿cómo sería si se enterara que su tía huía de su propio hermano?
Le urgía un tema y pronto, a ella no le gustaba demasiado el silencio, contrario a Sateriajis que no decía más de lo necesario. De pronto él se detuvo y Liane lo imitó. El duque bajó del asiento de su caballo y con un ademán con la mano le indicó que lo esperara, después desapareció entre el follaje del bosque al que se internaron.
Venomania caminaba sin rumbo fijo aparentemente, pero en realidad sabía a donde se dirigía entre el espeso y oscuro bosque. Tardó media hora hasta que pudo regresar. Liane lo notó algo cansado y no dudó en ayudarlo a subir a su caballo nuevamente, pero también notó que de su mano derecha escurría un pequeño riachuelo de sangre.
-Tranquila, era algo necesario. –Lily no entendió, pero confió en las palabras de su amigo y volvieron. Apenas guardaron los animales en el establo, Sateriajis tomó de la mano a Liane y la obligó a verle a los ojos. –Liane, me encantaría que trabajes para mí.
-Tardaste bastante en reconsiderar la oferta. –Se burló ella y él atinó a sonreír. -¿Qué te hizo pensarlo?
-El miedo, han estado desapareciendo muchas mujeres y no quiero que tu desaparezcas, por eso, si estás conmigo podré cuidarte mejor –Explicó el duque con preocupación en su voz, pero los ojos de él le decían a Lily otra cosa. Un extraño brillo púrpura en aquellos orbes le hacía dudar.
Sin embargo, aceptó. Sateriajis, encantado, mandó a algunas de sus sirvientas a transportar algunas cosas de la casa de Liane a su mansión.
-¿Tendré que decirte amo?
-Si gustas, en realidad, ninguna de mis sirvientas me llama así. –Respondió divertido por la actitud de burla que su amiga había tomado al momento de formular la pregunta. –Me dicen Duque, pero tu puedes seguir llamándome como siempre lo has hecho, Lily.
-Bueno, pero empezaré a trabajar mañana, ¿te parece? Quiero despedirme de mis otras compañeras de la cantina.
-Como gustes, pero no regreses después de las ocho, te tengo una sorpresa.
Liane le sonrió a manera de despedida. Corrió a la casa de Leslie y anunció su renuncia, la jefa no pudo oponerse porque Lily le había servido muy bien desde que empezó a trabajar, incluso con su llegada el resto de las camareras habían logrado hacer que obtuviera mayores ingresos, por lo que lo menos que podía hacer era una pequeña fiesta de despedida.
Las camareras bebieron, comieron, bailaron, se emborracharon y quedaron rendidas en el suelo. Leslie y Liane fueron las únicas que se abstuvieron de beber, pero a la jefa le encantaba fumar y el humo de la pipa que mantenía en su boca la mareó de sobremanera. Lily se encargó de llevarlas a sus respectivas casas. Cuando dejó a Leslie en la suya, aprovechó para saludar a Castiel y regalarle un poco de pastel que habían preparado durante la fiesta.
Regresó a la mansión del duque cinco minutos antes de la hora que le había fijado. Cuando entró, los olores que la atacaron en la tarde volvieron a ella con mayor intensidad, pero eso no fue lo extraño. Liane notó que las mucamas no se encontraban en ningún lado, la casa parecía desolada y varios pequeños grititos hacían eco en las paredes desgastadas de aquella vieja mansión. Lily se asustó un poco, pero su misma curiosidad le hizo avanzar al lugar donde provenían los quejidos: el sótano.
-Me sorprende lo afortunada que eres.
-¿Meikai?
-En la biblioteca puedes encontrar cosas más interesantes que un aburrido sótano. –La voz de la niña estrella retumbó en sus oídos, pero Lily no atinaba a verla. Aún así, decidió hacerle caso y caminó a la planta alta, donde había una pequeña librería.
Liane recordó que hace mucho tiempo, en una de sus visitas a la mansión, el conde Venomania le había regalado una copia de la llave que daba acceso a la librería, pues el hombre había visto que a la pequeña le encantaba leer cuentos y novelas de caballeros. Lily siempre cargaba esa llave a modo de collar y se convirtió en su tesoro. La muchacha abrió la librería y se dispuso a buscar algo, no sabía exactamente qué, pero Meikai le dijo que lo hiciera. Fue entonces que, revisando algunos documentos regados por la mesa empolvada (se notaba que la ni la Compañía ni Sateriajis tuvo la molestia de abrir el cuarto), encontró un par de notas de adquisición que le llamaron la atención. Una era de un espejo valuado en más de doce mil monedas de oro, algo exagerado para el gusto de la rubia muchacha, y otro era una espada valuada en tan solo cuarenta piezas de plata.
-La espada. –Murmuró Liane. –Pero, ¿será la que busco acaso? –Meditó. –Seguro que si, Meikai me dio la pista, así que debe ser esa.
-Es raro que conserves esa manía de hablar sola y más a tu edad. –Sateriajis la tomó por los hombros y eso claro que la espantó.
-Sateriajis, sabes que detesto que la gente me llegue por la espalda.
-¿Por qué crees que lo hice? –Se burló el duque.
-Eres un pesado, Venomania –Escupió Lily disimulando una sonrisa. –Bueno, ¿me dirás donde voy a dormir?
-Si, sobre eso –Sateriajis se rascó apenado la cabeza –Las habitaciones están llenas, creo que tendré que hacer un recuento de personal, pero por el momento ¿te molestaría si tienes que dormir en el sótano?
-Para nada, ya te he comentado que solía dormir en hoteles de un millar de estrellas. –Bromeó Lily mientras caminaba, al lado de Sateriajis, rumbo al sótano. Pero alguien llamando a la puerta hizo detener su marcha. –Yo voy.
-No es necesario, puedo ir yo mismo. –Trató de frenar su avance, pero Liane prácticamente ya estaba con la mano en el pomo de la puerta.
-Si voy a trabajar para ti, será mejor que haga un buen trabajo desde ahora, ¿no crees?
Liane abrió la puerta, detrás de ella esperaba una jovencita de más o menos la misma edad que ella, de cabellos rizados y rubios, con un vestido azul ceñido a la cintura. La damisela mantenía la mirada gacha y escondía las manos en su pecho.
-Disculpe, ¿se encuentra el duque Sateriajis? –Preguntó con una hermosa y melodiosa voz la mujer frente a ella.
-Si, pero, ¿puedo saber quien es usted? –Dijo Liane tratando de sonar educada y amable. La damisela no supo que responder, pero el duque lo hizo por ella.
-Es mi invitada. Liane, ya puedes retirarte, mañana en la mañana puedes empezar a trabajar realmente.
-Entonces, con su permiso. –Liane le dirigió una última mirada a Sateriajis y a la invitada del duque, pero lo que vio no le gustó en lo absoluto… aquella mujer… escondía un cuchillo en sus manos -¡Sateriajis, cuidado!
Lily embistió a la muchacha y la tiró, el duque se quedó petrificado por la acción de su amiga, pero pronto comprendió el porque. Liane y la misteriosa mujer peleaban en el suelo por el control del cuchillo que sostenía la muchacha. Sateriajis fue a separarlas, a Liane la tomó de la mano y a la mujer del cabello para reprenderla, cual fue su sorpresa al darse cuenta de que en realidad lo que sostenía era una peluca y que “ella” resultó ser un “él”.
-Kachees Crim. –Murmuró el duque al reconocer a aquel hombre.
-Has tenido suerte, Sateriajis, si no te hubiera salvado otra de tus encantadas ya estarías en el infierno. –Bufó Kachees mirando con rencor a Sateriajis. –Te haré pagar por haberme arrebatado a mi esposa.
-Sateriajis, ¿Qué ocurre? ¿De qué está hablando el señor? –Lily se encontraba confundida, pero alerta.
El hombre disfrazado de mujer aprovechó que el duque aún tenía agarrada a Liane de la mano para atacar de nuevo, esta vez, ante los ojos de la muchacha, logró su objetivo: Sateriajis Venomania había sido atravesado en su pecho por una daga. Lily abrió los ojos de par en par, su amigo ahora se encontraba de rodillas tratando de detener la hemorragia, pero para colmo de males, al separar el arma de su cuerpo, ambos notaron que de la hoja escurría un líquido azulino que reconocieron al instante como veneno.
Kachees Crim separó bruscamente a Liane del duque y tomó a este por el cuello. –Ahora me dirás dónde está ella. –Sateriajis le miró con una sonrisa burlesca y eso irritó más al muchacho.
-Esta maldición la tengo en mis manos… no despertaran de aquel pacto y si no me crees… anda… ve y pregunta a cualquier mujer que aquí estuvo. –Cantó él en respuesta mirando a Liane.
-Desgraciado, ¡¿Dónde la escondes?! –Exigió saber y el duque solo se limitaba a entonar una melodía con el aliento que conservaba.
Kachees iba a golpearlo para mandarlo directamente a conocer al demonio, pero varios gritos de mujeres y golpes que provenían de la puerta que daba acceso al sótano lo detuvieron. Ni tardo ni perezoso, Crim corrió hacia la puerta, empujando a Liane en el trayecto. Pero a ella no le importó, ahora solo quería ayudar a su amigo mal herido.
-¿Cómo te encuentras? –Era más que obvia la respuesta, él no se encontraba bien, pero lo había hecho con intenciones de hacerlo sonreír al menos.
-Me siento como una hoja de papel, liviano y como si en cualquier momento me fuera a volar. –Respondió Sateriajis mirándola con dulzura. –Liane, las estrellas no pudieron conceder mi deseo, tuve que buscar otros medios para enamorar a Gumina.
-No encontraste la estrella indicada. –Liane acariciaba los largos y lacios cabellos del duque, intentando no dejar escurrir lágrimas, mientras que él acariciaba el rostro de la muchacha rubia. –Créeme que si pudiera… yo… te daría la estrella que cumplirá mi deseo… ¡de veras que si!
-No llores, Lily, esto me lo busqué yo mismo. –Consoló limpiando una gota cayendo por la mejilla de ella. –Al menos tú no caíste en mi encantamiento, eso es bueno, siempre fuiste buena conmigo y no quería…
El estruendo que produjo la puerta del sótano al abrirse provocó que Sateriajis dejara de hablar y abriera los ojos con dolor. Liane y Kachees vieron como una cantidad horrorosa de mujeres salieron corriendo a las puertas de la mansión buscando libertad. El hombre buscó con la mirada, y evitando se aplastado por las damiselas, a su esposa hasta hallarla y huir con ella de aquel podrido lugar. En efecto, empezaba a oler a podrido o algo más o menos similar desde el sótano.
Algo le decía a Liane que saliera, otro algo la decía que entrara al sótano a ver por qué esas muchachas habían salido de ahí y otro algo le gritaba ayudar a Sateriajis. Haría las tres de todas formas, fue lo que pensó.
Apoyó al duque contra uno de los pilares de la construcción y logró evitar que la hemorragia siguiera. Se le hizo curioso que el paño con el que limpió un poco la sangre que terminaba por escurrir fuera de color violácea en lugar de roja. Después, caminó de prisa hacia el interior del sótano; conforme avanzaba el olor aumentaba, ahora se parecía más a un aroma de pescado.
Liane se sorprendió mucho cuando notó que el lugar a donde había ingresado se trataba de un enorme dormitorio. Cuando ella jugaba a las escondidas con Sateriajis no recordaba que el sitio fuera tan enorme; alrededor de seis literas acomodadas en dos filas, a los costados de la habitación, y una gran cama matrimonial en el centro conformaban el amueblado, había sábanas de seda regadas por todo el lugar y sobre estas varios pétalos de rosas.
Sateriajis gritó de dolor, pero no de dolor físico, sino más bien fue un desgarrador dolor emocional. Lily dejó de mirar el lugar y salió corriendo hacia donde su amigo. El duque se encontraba tirado boca abajo en el suelo, con la mano extendida a las puertas de la mansión y la mirada perdida entre ellas. Se estaba ahogando con la sangre purpura que salía de su boca y el llanto de su alma. Liane trató de calmarlo, de volverlo a incorporar y buscar la manera de salvarle la vida.
-Nunca pude decirle… lo mucho que la amo… Liane. –Sateriajis siguió llorando y con una mano aferrada a la cintura de la muchacha. –Perdóname… dile a ella que yo… lo siento. –Y Sateriajis murió sin que Lily pudiera hacer algo para evitarlo.
La chica lloró, perdió a su amigo y todo por su curiosidad. Si tan solo hubiera evitado ver el sótano y contemplar lo que ahí había, hubiera podido socorrer a Sateriajis, llevarlo a donde Leslie para que ella lo tratara y así salvarle la vida. Pero no, ahora sostenía el cadáver de su mejor amigo, de quien la ayudó y estuvo a su lado en los momentos que más necesitaba, como cuando sus padres fueron secuestrados por la Compañía de Asmodean. Liane lloró y lloró hasta que no quedaron más lágrimas que derramar.
De pronto escuchó unos pasos a su espalda. Se preguntó quien sería ¿La servidumbre acaso? No, no podían ser ellas porque ellas también escaparon con el resto de las mujeres. Volteó la mirada sobre su hombro y lo único que alcanzó a ver fue una capa atravesando tranquilamente las puertas de la mansión. Cuando devolvió la vista al frente, el cuerpo de Sateriajis desapareció y en su lugar se encontraba una fina espada de mango morado. La hoja tenía inscrita la palabra “Luxury”.
Fin del capítulo dos
Espero les guste nwn