aki la conti, me voy k teng prisaa!
14.
-No la creo subinspectora Hyuga-dijo la mujer rubia con el ceño fruncido mientras apoyaba sus manos fuertemente sobre la mesa.
Hinata permanecía con la mirada fija en el suelo y el pelo cubriéndole toda la cara, prefería mirar al suelo antes que enfrentar la mirada de la jefa de policía Tsunade.
Todavía ahora se recriminaba por el hecho de no haber salido del lugar de los hechos antes de que los guardias llegasen y la encontrasen allí, en medio de todo el desorden, en lugar de eso se había quedado parada en medio de la estancia como una imbécil y con la mirada clavada en aquella ventana rota por la que se había ido Naruto.
Naruto, él siempre estaba allí para complicarle la vida, pero ¿realmente podía culparlo? ella había sido la estúpida que no se había alejado de él.
Y ahora allí estaba, en la sala de interrogatorios, sentada en la silla de sospechosos y soportando las duras palabras de Tsunade-sama y la mirada decepcionada de Kiba. Sintió como si las oscuras paredes de la estancia empezasen a moverse y a querer aplastarla y ella no sentía fuerzas para levantarse de aquella silla de hierro clavada al suelo y escapar de aquel horrible sitio.
Con un suspiro elevó la mirada y la clavó en aquella imponente mujer. Tsunade vestía chaqueta y falda por las rodillas de color verde oscuro, ambas en conjunto con aquellas gafas de pasta negra. El rubio pelo iba recogido en un pulcro moño que le daba un aspecto más severo aún.
-Usted estaba encargada de interrogar al sospechoso que habían capturado sus compañeros de brigada y en lugar de eso va a molestar a un compañero suyo que está ocupado protegiendo la entrada del archivo.
Hinata no supo que contestar, ella había actuado sin pensar en que algo como aquello podría pasar y ahora no sabía que contestarle a aquella mujer.
-Porque usted-continuó Tsunade con un tono incisivo-dejó al sospechoso sabe Dios donde y se fue directa al guardia a decirle que se le había escapado un sospechoso y que necesitaba ayuda.
-Eso fue lo que pasó-dijo ella con voz trémula.
Sintió como las gotas de sudor frío le recorrían toda la nuca, estaba claro que Tsunade no la creería, vamos, ni ella misma se creería con una declaración tan floja como aquella.
-¡No me mienta más! cuando estaban en la sala de interrogatorios, esta sala, de la cual usted dijo que el sospechoso había desaparecido, usted desapareció y el guardia no sospechó porque pensó que estaría en otra zona buscando, pero lo que usted estaba haciendo era ayudar al sospechoso a abrir la sala del archivo.
-En realidad Tsunade-sama-intervino Kiba-la puerta fue abierta mucho antes de que se viese a Hinata adentrándose en el pasillo.
La pelinegra lo miró, a pesar de que sabía que él se sentía decepcionado la defendía, y no pudo más que sentirse agradecida con él.
-¿Intenta disculparla, inspector?-reclamó Tsunade-es cierto que lo que dice es verdad, pero si ella fuese inocente, ¿por qué no detuvo al sospechoso? llevaba un arma y él solo era un hombre, ¿me va a decir que se sintió intimidada, subinspectora?
El intento de Kiba había sido bueno pero Hinata sabía que ya no podría mantener aquello por más tiempo, pero lo que tenía muy claro era que no iba a delatar a ninguno de los chicos, ellos no se lo merecían, ni siquiera podía culparlos por lo que le estaba pasando.
-Me descuidé-empezó-y se me escapó por eso fui a pedir ayuda, después de dejar al guardia aquí yo me fui a buscarlo por otro sitio y lo encontré en la sala del archivo con la carpeta del caso Kyubi en sus manos.
-¿Y bien?
-Él me dijo que si yo no lo delataba me dejaría mirar todo el contenido de la carpeta para ver la foto de Kyubi pero que primero debía dejarle escapar y...yo le creí.
Cuando la última palabra abandonó sus labios se vio obligada a agachar de nuevo la mirada, lo cierto es que la verdad era mucho peor y ella no quería ver las miradas de aquellos dos policías, no quería ver reflejada en sus ojos la humillación a la que voluntariamente se había sometido.
-Es usted una vergüenza Hyuga-murmuró Tsunade-¿sabe que es lo único que la libra de arresto por complicidad? su intachable carrera hasta ahora y los incontables servicios que su familia ha hecho en favor de la ley, de gracias a ellos que no acabe presa.
Ella se mantuvo callada, mientras Tsunade se llevaba una mano a la cara y suspiraba.
Al otro lado de la sala Kiba se mantenía callado, se sentía traicionado, él nunca hubiera pensado que Hinata fuese capaz de algo así, había colaborado con un delincuente, un delincuente que podría ser el mismísimo Kyubi, entonces recordó otra cosa.
-El día del museo-empezó, atrayendo la atención de las dos-la subinspectora Hyuga se encontró con Kyubi pero este escapó, ella tenía su arma.
Hinata tuvo que reprimir las ganas de llorar ante aquel cruel tono de acusación, estaba claro que a partir de ahora nadie la creería nunca más.
Kiba sintió como una especie de rabia maligna le revolvía las entrañas, ya comprendía todo lo que estaba pasando.
-Te ha sobornado ¿verdad?-rugió-te ha prometido que te diría su identidad a cambio de que tú le cubrieses, seguramente tú aceptaste porque eres una de esas fanáticas locas que haría cualquier cosa por saber quién es, ¡¿es eso verdad?!
La pelinegra fue incapaz de contener el llanto, Kiba pensaba que ella era una traidora, y lo era, pero él no conocía las cosas, no sabía lo que pasaba en realidad y ella no podía decírselo, no podía.
Al ver que Hinata no desmentía aquella información Kiba abandonó la sala de un portazo y ella supo que nunca jamás recuperaría su amistad, nunca.
-Queda suspendida de trabajo y sueldo, entrégueme su placa y su pistola-dijo Tsunade-no quiero volver a verla por aquí, señorita Hyuga.
Con todo el dolor de su corazón se levantó de la silla y dejó la placa y pistola sobre la mesa. Se vio incapaz de mirar a Tsunade a la cara y tampoco salían palabras de su boca, lo único que quería era irse de allí, irse lejos.
Alcanzó en dos pasos la puerta y se marchó. Luego hizo el mayor esfuerzo posible por recorrer la distancia hasta la salida lo más rápido posible, todos la miraban acusatoriamente, la miraban como si fuese la peor de las traidoras y delincuentes.
Todos sus sueños se habían ido por la borda, ya nadie querría darle empleo en ninguna comisaría, nunca podría continuar con la tradición familiar y se convertiría en la deshonra de los Hyuga, su padre nunca se lo perdonaría.
Por fin salió a la calle y no dejó de caminar hasta que dio la vuelta y vio de lejos como algunos policías rodeaban el coche estrellado de Ichi.
¿Por qué había hecho ella todo eso? ¿Para evitar que arrestasen a unos ladrones inocentes? ¿Era tan ingenua para buscar escusas tan baratas? la verdad es que ella no había dicho nada porque no quería que lo encontrasen, porque no quería que encerrasen a Naruto.
-Dios mío, yo...-intentó decir, pero nada salió de su boca.
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-Estoy muerto-jadeó Ichi cuando los tres llegaron a la verja de la casa de Hachi después de una hora de caminata a pie.
-Eso te pasa por ir en coche hasta para comprar el pan-replicó Naruto con una sonrisa.
-Me parece que vosotros dos estáis en problemas-dijo Hachi con un tono indiferente.
Kyu e Ichi clavaron su mirada al frente, allí en medio de la explanada, los esperaba Kakashi, fumándose un cigarro mientras los observaba con cara de póker.
-¿He mencionado que estoy muerto? olvidadlo, ahora sí que lo estoy realmente-murmuró.
-Bueno, que os sea leve la bronca-dijo Hachi con una media sonrisa.
Naruto, que había estado mirando todo el rato a Kakashi pudo ver que al lado de él había otra persona, la cual enfadada daba aún más miedo que el peligris.
-Yo que tú esperaría, a ti también vienen a buscarte-dijo señalando a nana que prácticamente echaba humo por las orejas mientras caminaba a hacia Hachi.
-¡Sois unos inconscientes! ¡¿Quién creéis que sois, superman?! ¡Era una puta comisaría!-gritó mientras agarraba a Hachi por la ropa y empezaba a zarandearlo.
Naruto anotó mentalmente que aunque su hermana fuese bajita si lograba mover a alguien tan alto y fuerte como Hachi había que tener su fuerza en consideración, para ocasiones futuras.
-Vosotros dos-esta vez fue Kakashi quien habló, dirigiéndose a él y a su hermano pelirrojo, su tono era como el de la calma que precede a la tempestad y su mirada demasiado relajada, demasiado bastante-¿os lo pasasteis bien? digo, como habéis entrado a atracar una comisaría y empotrado un coche contra la pared y puesto vuestro pellejo en peligro inútilmente por lo menos habréis sacado provecho de la salida.
-Teníamos que hacerlo-contestó Ichi encogiéndose de hombros, como si nada.
-''Teníamos que hacerlo'' bien, ¿tú tienes algo que decir?-dijo mirando a Naruto.
-No era a Hachi a quién tenías que mandar, era a mí, yo soy el principal causante de todo esto y el que debe solucionarlo.
Kakashi tiró el cigarro al suelo y lo pisoteó.
-Mira chaval, creo que estás crecidito para saber cómo están las cosas, si mandé a tu hermano y no a ti sería por algo, pero es igual ¿no?, aquí todo el mundo hace lo que le sale de las pelotas.
Naruto apretó los puños con fuerza, ya estaba empezando a cansarse de aquella actitud de Kakashi, como él le había dicho estaba lo suficientemente crecidito para saber cuidarse, de hecho llevaba bastantes años cuidándose él solito.
-Hago lo que me sale de las pelotas porque me sale de las pelotas-contestó conteniendo la ira-y tú no eres nadie para decirme a mí como y cuando debo actuar.
Los ojos de Kakashi se convirtieron en dos pequeñas agujas que enfilaron a Naruto.
-Cuidado con lo que dices mocoso, me debes mucho.
-¡Lo sé!-gritó Naruto-¡pero eso no quiere decir nada! ¡No me vas a decir lo que tengo que hacer, joder! ¡Voy a salir de ahí y matar a ese cabrón!
Kakashi dio un paso hacia adelante, no permitiría que ese idiota de Naruto le faltase al respecto.
-Haz eso y no vuelvas a presentarte delante de mí nunca más-contestó el peligris.
Naruto sonrió con desgana, ¿con que así eran las cosas no? al parecer ni siquiera alguien como Kakashi lo veía como a un hijo, solo lo veía como una herramienta de su organización. Pues bien, aquel juego se acababa.
-Tranquilo que no me volverás a ver nunca más-dijo dándose la vuelta y echando a andar a zancadas hacia la salida del recinto.
Nana se acercó a Kakashi y lo fulminó con la mirada.
´-¿Piensas dejar que se marche? ¿A dónde va a ir? si sale ahí a fuera lo atraparán.
-No me importa, él ha dejado de formar parte de esto, cuanto antes lo olvides mejor.
Ichi se quedó mirando a Kakashi y luego siguió a Naruto.
-Oye tío, ¿no lo dices en serio, verdad? no puedes irte.
-Pues me voy-contestó el rubio-me voy y que él sea feliz con su maldita organización.
Porque él no tenía intención de volver.
-Espera, me voy contigo, no puedes tú solo con esto.
Naruto se paró en seco y miró a su hermano, él realmente se preocupaba por él, pero Naruto nunca dejaría que ninguno de ellos se pusiese en peligro para salvarse el culo, eso nunca.
-Tú te quedas aquí, y como me entere de que me sigues acabarás igual que tu amado coche-le amenazó.
Dicho esto echó a andar calle abajo, hacia su casa.
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No sabía qué hacía allí parada, sentada en la escalera de la puerta de entrada en medio de aquel inmenso jardín, delante de aquella enorme casa que se encontraba totalmente vacía.
Al salir de la comisaría pensó en ir a casa de Ino, pero ¿qué explicación le daría a su amiga? es más ni siquiera sentía ganas de hablar con nadie, estaba cansada de dar explicaciones que ni ella misma se creía, ¿qué no los había delatado porque ellos ayudaban a niños desvalidos? Puede que esa fuese una razón, pero no la verdad, porque si fuera la verdad ella no estaría sentada allí, en aquella casa, esperando a algo que sabía que no iba a suceder.
Las lágrimas resbalaban ya sin control por su cara mientras se repetía un y mil veces que era una completa idiota al dejar que todo aquello entrase en su vida, cuanto mejor le hubiese ido si nunca la hubiesen trasladado de la sección de tráfico. Así nunca habría conocido a Kyubi, nunca habría conocido a Naruto, ni a sus hermanos y no estaría así.
-Estúpida.
Estúpida por todo, por ser tan ingenua como para pensar que ella sola sería capaz de mantener un secreto de tal magnitud sin que le perjudicase, por pensar que nada de aquello le afectaría. Se sentía sola y desprotegida, asustada y sin saber a dónde ir, por eso estaba allí, frente a la casa de Naruto, sin importarle ya que el enemigo estuviese cerca, si venían a hacerle algo esta vez ella no pondría resistencia, su vida se había ido al carajo y le daba todo igual.
Oyó unos pasos caminando hacia ella, seguramente ya la habían visto e iban a por ella otra vez, le dio igual, ni siquiera levantó la cabeza del suelo, no hizo nada. Los pasos se detuvieron a su lado.
-¿Qué haces aquí?-escuchó la voz de Naruto-es peligroso.
-No sabía a dónde ir-contestó.
-¿Y pensaste que este era el mejor lugar?-dijo él con tono ácido-como si yo no tuviese suficientes problemas como para hacerme cargo de los tuyos, ¿qué ha pasado esta vez? ¿Se enfadaron porque no arreglamos la ventana rota?
Hinata alzó la cabeza y clavó sus ojos en los de él.
-No seas injusto-recriminó.
Naruto sintió como su pecho se oprimía al ver que ella estaba llorando, llorando como nunca había visto a nadie llorar, salvo a su madre. Pero en ese momento él no estaba dispuesto a aceptar otro rechazo o otra bronca, simplemente no podría soportarlo, estaba cansado de que todos le diesen de lado.
-Injusto ¿no? ¿Quién es la injusta Hinata? tú siempre dices que quieres que me aparte de ti y cuando lo hago vas tú y te presentas delante de mi casa, estoy cansado ya de tus juegos, ¿de qué coño vas?
-No tienes derecho a hablarme así-dijo ella levantándose.
-¿Ah, no? ¿Y cómo quieres que te hable? porque sinceramente a estas alturas ya no sé lo que quieres de mí Hinata.
La pelinegra sentía como si le clavasen una estaca en el medio del pecho con cada palabra de ira y desprecio que salía de la boca de Naruto. Él estaba siendo muy injusto, no tenía ni idea de lo mucho que ella estaba sufriendo con esa situación.
-No me merezco este trato después de todo lo que he hecho.
Naruto casi se echa a reír ante tal acto de hipocresía, quería que se marchase, quería gritarle y ser malo con ella, pero aún así no podía, no podía ni mirarla a la cara por miedo de derrumbarse al verla llorar.
-Aja, ¿y qué has hecho?-preguntó con ironía.
-¡No lo sé!-exclamó ella-¡tal vez cubrirte, dejar que me secuestrasen y ya que estamos, perder mi empleo de por vida y ser expuesta a humillación pública por no delatarte! ¡Deja de pensar que eres el único con problemas porque no es así! ¡Estoy sin casa, sin trabajo y pronto me llamará mi padre para decirme que se avergüenza de mí por ayudar a delincuentes! ¡¿Y aún me preguntas que qué es lo que he hecho?!-se desahogó mientras Naruto la miraba atónito-pero ¿sabes qué? se acabó, mando todo a la mierda, me voy, así no te molesto más, tal con un poco de suerte alguien me pega un tiro al doblar la esquina.
Naruto se quedó helado mientras sus ojos seguían la figura de ella que comenzaba a andar por la acera, ¿la habían despedido por encubrirlo? nunca nadie había hecho tal gesto por él, sabía cuánto significaba ser policía para Hinata y el hecho de renunciar a ello por protegerlo a él...
-¡Espera!-gritó.
Hinata se detuvo en medio de la acera mientras escuchaba como él se acercaba a ella corriendo.
-Déjame en paz Naruto, creo que ya he entendido lo que quieres.
-¿Por qué lo has hecho?-preguntó con la voz grave-¿por qué has jodido tu vida para encubrirme a mí?
Aún dándole las espaldas ella pudo sentir su presencia, quiso gritarle y pegarle y decirle de todo pero sabía que era inútil, nada de eso serviría para nada y de verdad ya apestaba mentirle a todo el mundo, al menos con él se permitiría ser sincera.
-Tú hace unas horas dijiste que ibas en serio-susurró-supongo que después de todo yo también me he dado cuenta de que voy en serio, tan en serio que estoy asustada, yo...lo he perdido todo.
Sintió como dos fuertes brazos la abrazaban por la espalda y como la cabeza de Naruto se apoyaba en su hombro.
-No debiste hacerlo Hinata, he abandonado la organización y Kakashi ya no me ayuda, estoy solo y mi situación ahora es más peligrosa que nunca.
-Como si la mía fuese mejor-ironizó-tal vez esta noche me muera de un resfriado al dormir debajo de un puente, o vuelva a mi casa y uno de esos asesinos me apuñale mientras duermo, tal vez incluso alguien ahora me este apuntando directamente a la cabeza.
Naruto la apretó con más fuerza, si algo de eso llegaba a suceder a ese hijo puta no le quedaría rincón del mundo donde esconderse de él.
-Entonces siento decirte que tendrás que quedarte conmigo.
-Sin duda la peor de las opciones-contestó ella ya más calmada-solo quiero saber una cosa, ¿roncas?
Sintió como Naruto se reía mientras le daba la vuelta. Con esmero le secó las lágrimas de la cara con la yema de los dedos y luego los dejó estar allí, mientras los dos se miraban sin decir nada, hasta que Hinata le rodeó el cuello con los brazos y lo acercó a ella en un profundo beso.
Sus lenguas chocaron esta vez en un compás lento, sin buscar el placer animal el uno en el otro, solamente el cariño y la compañía que les hacía saber que allí estaba el otro, que no estaban solos.
Se separaron para tomar oxígeno pero en seguida Naruto volvió a apresarse de sus labios esta vez en un beso mucho más exigente.
-¿Sigue en pie lo de dormir conmigo?-preguntó.
-Veamos, creo que tengo un hueco en mi agenda-contestó ella con una sonrisa.
Naruto la agarró de la mano, y sacando las llaves del bolsillo abrió la puerta de la casa, la cual seguía exactamente igual a como la había dejado al irse de allí. Encendió las luces de la casa y obligó a la pelinegra a quedarse en la puerta mientras él iba a ver si no había nadie husmeando por allí.
Hinata permaneció quieta en la entrada pero al ver que pasaban los minutos y Naruto no aparecía empezó a preocuparse.
-¿Naruto?-lo llamó mientras atravesaba el comedor y se encaminaba hacia uno de los innumerables pasillos de aquella casa, andando y andando llegó hasta una zona que ella no había visto antes en la cual al fondo de todo había una sala que tenía las luces encendidas.
-¿Naruto?-volvió a preguntar.
-Estoy aquí, pasa-dijo él.
Hinata entró en la estancia y se quedó maravillada, dentro alguien había colocado una réplica de una antigua litera romana cubierta por una tela de terciopelo de color rojo que destacaba con el blanco puro de la litera.
Alrededor de las paredes, también blancas, se encontraba una serie de cuadros que la dejaron impactada de lo bien trabajados que estaba, hasta que llegó a uno que la dejo totalmente helada. En él aparecía una adolescente vestida totalmente de negro, con el pelo rosa recogido en dos lazos de color rojo, era nada más y nada menos que Nana con unos dieciséis años, eso quería decir...
-Todos los he pintado yo-dijo Naruto apareciendo a su lado.
-Son...son geniales-contestó-es como si fuesen fotos, tienes un gran talento.
-Gracias-contestó él.
El resto de cuadros representaban a sus hermanos, había uno especialmente aterrador en el que salía un chico de pelo azul y ojos violeta con una enorme arma automática en la mano, y ella que creía que había conocido a gente rara...la familia de Naruto era digna de comedia americana.
El último de los cuadros era totalmente diferente, en él aparecía una mujer pelirroja vestida con un vestido azul de tela barata, sentada en las escaleras de entrada de un edificio, era muy guapa pero aparecía con expresión triste con los ojos fijos en algún punto inespecífico, como esperando a alguien.
-Es mi madre-dijo él-es curioso que de todos los momentos que he vivido con ella este sea el que más recuerde, cuando mi padre no volvía a casa ella iba a esperarlo sentada en la entrada del banco central, yo siempre me sentaba al lado de ella y los dos pasaban horas allí esperando a que el imbécil de mi padre apareciese, y ahora...ella luchó tanto porque yo no fuese como mi padre y mírame.
-Era muy guapa y el cuadro es precioso-dijo-tú no eres tu padre Naruto, no hay ni punto de comparación.
Él sonrió.
-Tú sí que eres guapa-dijo escaneándola de arriba a abajo con la mirada, provocando, como de costumbre, que todo el cuerpo de la ojigris ardiese de deseo.
-¿Me pintarías a mí?-preguntó de repente-es que no es justo que todos salgan en un cuadro y yo, supuestamente con la que vas en serio, no.
-Es que a ti quería pintarte en vivo y directo-contestó divertido.
-Vale, pues tú vete a preparar el material mientras yo me voy a preparar a mí misma, todavía está la ropa que me mandó Ino aquí, para algo tendrá que servir.
Y como una flecha salió del cuarto.
Naruto empezó a sacar los materiales mientras sonreía, nunca había pensado que podría gustarle tanto una persona, Hinata era magnífica, para él brillaba con luz propia una luz muy especial.
Sacó el caballete y lo colocó justo en frente a la litera, a Hinata quería pintarla de una manera especial.
Mientras acababa de colocar la tela de terciopelo Hinata entró por la puerta.
-¿Todo listo?
A Naruto se le secó la garganta de golpe y el cuerpo se le incendió nada más ver como venía. La pelinegra se había puesto un camisón de color rosa que dejaba transparentar las curvas de su cuerpo.
-¿Tú quieres que te pinte o que te haga otras cosas?-preguntó.
Ella se echó a reír.
-¿Dónde tengo que colocarme, artista?
Naruto señaló la litera, intentando concentrarse en el trabajo. Volvió hacia el caballete mientras ella se tumbaba sobre la suave tela roja.
-¿Estoy bien colocada así?-preguntó con fingida inocencia.
Vaya si estaba bien, sobre todo cuando le ofrecía semejante panorámica de sus piernas.
-No tan tumbada.
-¿Así?
-Un poco más elevada.
Hinata sonrió al ver los esfuerzos que él hacía, bien era hora de ayudarlo un poco.
-¿Y por qué no vienes tú aquí y me dices cual es la postura correcta?
Naruto sintió como se endurecía por completo ante aquel juego de palabras, obedeciendo se acercó a ella y sin darse cuenta acabó tumbado en la litera con Hinata encima de él.
-Te has portado tan mal conmigo, que tendré que castigarte-le susurró al oído mientras empezaba a rozar sus intimidades.
Naruto sintió como todo el mundo se le caía encima ante tan placentera situación. Hinata había metido sus manos por debajo de la camiseta, pellizcando sus pezones mientras mordisqueaba su cuello. Si ella castigaba de esa forma, él prometía portarse mal todos los días de su vida.
Hinata disfrutaba inmensamente sintiendo el sabor y el tacto de aquella exquisita piel, lo tenía ahí completamente a su merced, completamente suyo. Agarró fuertemente la camiseta y la rompió en mil pedazos, venganza por lo del vestido, y arrojó los restos bien lejos. Con la palma de las manos acarició aquel estupendo torso mientras se lo comía con los ojos, como podía haberse estado negando el disfrute de una cosa así.
El cuerpo de Naruto llameaba por toda aquella zona que quedaba bajo el radio visual de la voraz mirada de la pelinegra, la cual rápidamente fue sustituida por aquellos pecaminosos labios suyos haciendo que la presión sanguínea del rubio aumentase hasta niveles insospechados.
Hinata fue bajando por aquel espectacular cuerpo hasta llegar al ombligo donde se detuvo mientras enredaba sus dedos en el cierre del pantalón, el cual acabó en el mismo lugar que los trozos de camiseta.
-¿Me...vas a violar...Hinata?-preguntó él.
Ella sonrió mientras retiraba la única prenda que le quedaba al chico, dejándolo completamente desnudo. La respuesta a aquella pregunta llegó inmediatamente con una húmeda lamida por toda la extensión de su miembro, Naruto tuvo que hacer verdaderos esfuerzos por no desfallecer de placer, la lengua de Hinata trabajaba lenta y tortuosamente sobre su pobre miembro, cada vez más hinchado. Quiso detenerla pero su cuerpo no le funcionaba.
Fue Hinata, quien tras unos minutos de diversión se separó de él y se quitó el camisón, quedando en un conjunto de ropa interior negra. Se sacó las braguitas y posteriormente trepó sobre su cuerpo como si de una gata se tratase y se auto penetró a sí misma.
El gemido de los dos fue instantáneo, Hinata se dejó caer sobre Naruto, el cual se había medio incorporado, mientras mantenía el ritmo de las penetraciones. Naruto le sacó el sujetador y cubrió sus pechos con las dos manos, masajeándolos mientras mordisqueaba aquel blanco cuello.
-Te quiero-susurró la pelinegra en un momento de inconsciencia.
Reavivado por esas palabras, Naruto la agarró por las caderas e incrementó el doble el ritmo del acto hasta que al final los dos culminaron en un potente gemido.
-Que liberación-murmuró la pelinegra mientras se tiraba sobre él-no sabes cuantas ganas tenía de esto.
-Mujer, si eran tantas podías haberme llamado antes al móvil y yo te complacía encantado.
Los dos se echaron a reír.
-Hoy ha sido un día agotador, estoy tan cansada-dijo bostezando.
-Puedes dormir, yo me quedaré contigo-dijo antes de darle un dulce beso.
Contenta y en paz, la pelinegra apoyó su cabeza en el pecho de él y cerró los ojos, pronto la venció el sueño. Mientras, el pasaba los dedos a través de aquel suave pelo negro, era tan guapa mientras dormía, la luz le daba en la cara haciendo que pareciese un ángel.
Y entonces se le ocurrió una idea, la apartó suavemente y él se levantó, recogió su ropa interior y pantalones y se los puso, luego se fue hacia el caballete, cogió el pincel y empezó a pintar.
2 HORAS DESPUÉS
Hinata se despertó sola, tapada por la tela de terciopelo rojo, ya había oscurecido y todo estaba en sombras, Naruto no estaba por ninguna parte.
Se levantó cubierta con la tela y fue a encender la luz, Naruto no estaba por ningún lado pero en lugar de él en medio de la habitación había un cuadro sobre el caballete, se acercó a él y se quedó conmocionada al ver que era ella mientras dormía, era como si alguien le hubiese sacado una foto.
Pero la alegría duró poco, en algún lugar de la casa se oyó un disparó. El corazón se le agitó. ¿Dónde estaba Naruto?
15.
Toda la casa estaba a oscuras y en completo silencio. Lo único que podía sentir era el ruido de sus pisadas en el suelo, andando sin rumbo fijo, con el corazón en un puño y la boca fuertemente cerrada, temiendo que saliese un grito de ella. Se había puesto el camisón pero lo que realmente necesitaba era ropa flexible y su pistola. Dios mío, ¿y si los habían encontrado? ¿Y si habían herido a Naruto? de solo pensarlo el nudo del estómago se le apretó con fuerza mientras las lágrimas golpeaban como martillos en sus ojos.
Continuó andando a tientas, aquel pasillo era tan enorme que no encontraba ni el interruptor de la luz, el sonido del disparo sonaba como eco en su cabeza, una y otra vez, al principio casi se deja llevar por la desesperación y un grito subió por su garganta, pero su mente de policía le dijo que eso solo pondría las cosas peores y alertaría al invasor, acabando con su oportunidad de rescatar a Naruto. Se orientó hacia donde creyó oír el disparo pero aún así creía que estaba andando en círculos, sus piernas temblaban, al igual que el resto de su cuerpo, pero no estaba asustada por ella, estaba asustada por no encontrar nada, por no ver nada.
Entonces, como si de un milagro se tratase, su mano encontró un recuadro saliente en la pared, palpó y bajó el interruptor de modo que todo el espacio quedó completamente iluminado. Estaba a mitad del pasillo, atrás quedaba el cuarto de los cuadros y ahora se encontraba parada en mitad de aquel gigante de paredes doradas, rodeado por miles de puertas. El corazón le dio un vuelco, ¿cómo demonios adivinaría dónde se había producido el disparo?
Dejándose llevar por la desesperación empezó a abrir una a una las puertas sin ningún tipo de cuidado, ahora le daba igual que la encontrasen a ella también, no le importaba nada, solo quería saber si Naruto estaba bien.
-Por favor-rogó mientras seguía abriendo habitaciones-por favor, Dios mío, por favor...
Cada puerta que había daba lugar a una estancia llena de estatuas o cuadros, o habitaciones de invitados decoradas con camas con doseles e inmobiliario que recreaba antiguas épocas, hasta había una habitación con el tradicional tatami japonés, esa asa era un museo de pies a cabeza y eso ahora no la ayudaba.
Miró hacia adelante, tres puertas, quedaban tres puertas, abrió la primera y lo único que encontró fue un montón de urnas llenas de jarrones y vasijas que estaba segura que costaban más que el sueldo de cien vidas suyas, no le importó, armándose de fuerza le dio una patada a uno de los cristales y lo hizo añicos, la alarma no sonó. Por un momento Hinata se quedó de piedra, toda la casa de Naruto estaba rodeada de sistemas de seguridad, toda, ¿cómo es que no sonaban las alarmas? se aterrorizó aún más, cogió el caro jarrón de tonos azules, a pesar de su tamaño, pequeño y rechoncho, Hinata se vio obligada a sujetarlo con ambas manos, llevaba tal cantidad de porcelana que si le caía a alguien en la cabeza lo llevaría de urgencia al hospital, bien, eso era lo que ella pretendía.
Salió del cuarto con su nueva arma y se dirigió a la segunda puerta, estaba arrimada y por la rendija salía un fuerte olor a pólvora, sin duda había sido allí, la mano le tembló en exceso cuando la extendió hacia la manilla, con decisión agarró fuertemente el jarrón y abrió de una la puerta, estaba vacía, las paredes marrones estaban completamente desnudas al igual que el suelo de madera, y entonces lo vio, en una de las esquinas del cuarto, espeso y brillante, un charco de sangre reciente, por la pared la sangre se extendía en línea recta hacia la ventana que daba al exterior, sin duda quien quiera que hubiese estado allí se había ido por la ventana.
Sus ojos volvieron al charco de sangre, Dios era tan grande, las manos se le aflojaron y el jarrón cayó al suelo, rompiéndose en dos. Su cuerpo dejó de responderle, las piernas se doblaron haciéndola caer de rodillas y sus ojos ya no fueran capaces de controlar el inmenso torrente de lágrimas que ahora resbalaban por su cara, quiso gritar, no pudo, quiso levantarse y salir en busca del criminal, no pudo, su cuerpo era un montón de goma.
Una imagen de Naruto sonriéndole le llegó a la cabeza y entonces explotó, su garganta expulsó todo el dolor que tenía guardado en su interior hasta quedarse ronca, ¿por qué ahora que estaban juntos pasaba esto? era totalmente injusto, seguramente las alarmas no habían sonado porque Kakashi había mandado desactivar todos los controles de seguridad, no iba a proteger alguien que lo había abandonado, el dolor de su interior se convirtió en furia, contra todos, contra ella misma por haberlo dejado desprotegido y ahora lo más probable era que estuviese muerto o agonizando. Sacando fuerzas de la nada se levantó y miró al interior del cuarto con una decisión que rayaba en la temeridad. Esto no iba a quedar así.
Salió tambaleándose del cuarto y se dirigió rápidamente hacia el salón, donde continuaba la maleta de ropa que le había mandado Ino tiempo atrás a esa casa, revolvió toda la ropa hasta encontrar lo que quería, unos pantalones y una cazadora de cuero, negros como el carbón, se quitó el camisón y se vistió de inmediato, calzándose unos botines negros que encontró al fondo de la maleta. Se recogió el pelo en una coleta alta y se secó las lágrimas de los ojos, estaba rota por dentro pero tenía que actuar ya.
Sacó una Glock de uno de los cajones de la entrada, puede que necesitase una pistola para lo que iba a hacer, recogió unas gafas de sol que Naruto había dejado allí y se quedó viéndose a uno de los espejos, un fantasma, eso era lo que era, un fantasma, ya no la ingenua policía.
Algo encima de la mesa llamó su atención, era un móvil, el móvil de Naruto, se le removió el interior mientras lo tomaba en la mano. Sabía que ese móvil tenía un localizador GPS que podía conducirla hacia los teléfonos de los otros hermanos, Nana se lo había dicho. Se lo guardó en el bolsillo y cogió también las llaves del deportivo rojo y la casa al igual que la cartera de Naruto, sabía que eso era robar, pero ya no le importaba, ya nada le importaba.
Con todo lo que necesitaba en sus manos se giró y observó la casa, esta noche habían muerto dos personas, ella nunca más volvería a ser Hinata Hyuga, nunca más. Tras ese pensamiento salió del edificio y poco después entraba en la carretera pisando a fondo el acelerador del deportivo rojo.
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Kiba iba soltando tacos mientras conducía en medio de la solitaria calle, era de noche y estaba en las afueras así que era poco probable que alguien lo viese, pero los nervios le hacían mantener la guardia alta, su mano se mantuvo apretada con fuerza en el volante mientras que con la otra sujetaba el cigarro, por enésima vez miró a través del espejo hacia el asiento de atrás. Tumbado sobre la tapicería del asiento llevaba un bulto tapado por una manta negra, la parte posterior colgando del asiento.
Volvió a maldecir de nuevo, Dios, ¿qué había hecho? él era un policía, no un asesino, ¿cómo había sido capaz de hacerlo? ni siquiera sabía por qué demonios había ido hasta allí, no tenía ni la más remota idea.
Un minuto después las luces de la ciudad lo abandonaron, quedando en su lugar las débiles farolas que iluminaban el campo de alrededor, la carretera metropolitana fue sustituida por la carretera comarcal y pronto el coche quedó oculto entre los inmensos árboles. Volvió a mirar hacia el cuerpo que iba detrás y una inmensa furia lo invadió. No, no había sido culpa de él, él no había querido aquello.
Las lágrimas le cayeron por el rostro, asustado por lo que había hecho, había cruzado la línea, se había convertido en un repulsivo asesino, cuando se dio cuenta ya había disparado y no había nada que hacer.
Tenía que huir, se le reveló con tanta claridad que tembló, no quería hacerlo pero era la única solución, había salido tan rápido que ni siquiera había limpiado la escena del crimen, pronto llegaría la policía y encontrarían sus huellas y el casquillo de la bala. Joder, él conocía tan bien el procedimiento del tiempo que había estado en homicidios que verse en el otro lado del meollo le hacía darse cuenta de cuantas probabilidades tendría de librarse de la cárcel si se quedaba, cero.
Se había perdido, completamente.
A lo lejos vislumbró lo que andaba buscando, el terreno se hundía dando lugar a un terreno desprovisto de cualquier tipo de vegetación debido a la contaminación, había ido tantas veces allí que recorrer el camino para aquel propósito le hacía sentirse aún más enfermo.
Aparcó el coche en el mismo borde del vertedero, al abrir la puerta el fétido olor le golpeó de lleno en la nariz, dándole arcadas. Se repuso y abrió la puerta de atrás, sacó el bulto con dificultad ya que pesaba lo suyo y lo arrastró hacia el montón de basura, quitándole la manta. Inmediatamente un grito abandonó su boca, Naruto tenía los ojos abiertos y lo miraba fijamente mientras respiraba con dificultad y se tapaba con una mano la herida del estómago.
-¿Creías...que me...habías matado hijo de puta?-jadeó.
-No puedes estar vivo, no tenías pulso.
Naruto sonrió con desgana.
-Tienes razón soy un puto fantasma que viene a atormentarte cabrón, ¿y tú defendías tanto al bien? ¿No perseguías tanto a Kyubi? mírate, das pena.
-¡Cállate! no me compares con ese ladrón, nunca, puede que me vaya de la policía pero acabaré encontrándolo.
El rubio se echó a reír.
-Te deseo toda la suerte del mundo, nunca lo encontrarás.
Kiba se apartó de él, tenía que irse ya. Se giró y caminó hacia el coche cuando volvió a escuchar a Naruto.
-Puede que yo muera-dijo más débil-pero si te acercas a Hinata te perseguiré hasta matarte, te lo juro.
Kiba se metió en el coche y abandonó el vertedero, dejando a Naruto agonizando en la basura.
16.
-¿Por qué todo esto me resulta tan familiar?-preguntó Ni mientras él e Ichi salían de entre las sombras de uno de los edificios de la calle.
-Tal vez porque tres veces a la semana vives una situación como esta-contestó su hermano con una sonrisa-¿no eras tú el traficante de armas?
-Sí y como no acabemos esto rápido usaré mi Tokarev para hacerte un precioso agujero en los huevos-contestó mientras echaba a andar detrás de Ichi.
Como cada vez que salían a hacer alguna ''travesura'' Ichi llevaba puesta una gorra, esta vez roja, que dejaba casi cubierto por completo su extraño cabello rojizo, nadie sabía por qué hacía eso y no querías forzar a Ichi a ponerse de mal humor, antes preferías enfrentarte a una manada de rotwailers.
-No sé ni por qué nos escondemos-prosiguió el peli azul-vas vestido que pareces el repartidor de Telepizza, nadie sospechará si te ve por la calle.
Ichi se giró lo suficiente para hacerle el corte de manga. La verdad que todo ese despliegue de sarcasmo y humor solo era para aliviar un poco la tensión del momento, si Kakashi descubría que habían ido hasta allí les arrancaría la cabeza y utilizaría sus pelos de mondadientes, aunque ni a Ichi ni a él les importaba mucho, así te ahorrabas sufrir por el dolor craneano.
Cruzaron la solitaria carretera y se dirigieron hacia el bloque de pisos de mediana clase que tenían ante sus narices, no eran del todo malos pero la chorreante humedad y el desvaído color gris no ayudaban a imaginarse un interior mucho mejor, al menos esperaba que el portal estuviese más limpio. Si bueno, sin duda si aquel intento de puerta era un portal con mucho prefería las vistas de la fachada, comparada con aquello era el Palacio de Buckingham. La puerta, o lo que quedaba de ella, había sido hecha de bronce pero ahora parecía como si la hubiesen rociado de gasolina y montado allí la hoguera de San Juan.
-Hemos encontrado la casa de Shaggy-bromeó Ichi.
-Prefiero no ver la caseta de Scooby entonces-respondió al ver que el portal por dentro tenía los mismos chorretones de humedad que la fachada-¿de verdad que un policía puede vivir en un cuchitril como este? ya has visto que mi casa no es lo más pero al lado de esto...
Desde ese momento ambos se quedaron callados, cuando uno quería entrar de incógnito lo que menos quería era despertar a todo el bloque de vecinos. Al fondo había un ascensor que debía ser de dos metros cuadrados.
-Alguien tendrá que subir las escaleras y no voy a ser yo-dijo el ojivioleta entrando raudo en el ascensor-arrivederci.
Ichi lo fulminó con la mirada mientras la puerta se cerraba y ocultaba la figura de su hermano. Resignado se dirigió a las estrechas escaleras, que sin duda servían de vivienda a los ratones, Ni tenía razón, aquello era asqueroso incluso para un policía soltero, y para joderse tenía que subir a pie hasta el séptimo, me cago en Ni y todos sus descendientes.
Poco más de cinco minutos después llegó al rellano del séptimo piso, donde Ni lo esperaba recargado en la pared y haciendo girar su dedo índice dentro del gatillo de la Tokarev rusa, que más que su pistola parecía su amante.
-Deja de jugar con eso hombre, acabarás matando a alguien-dijo mientras sacaba una ganzúa y se dirigía a la puerta en la que rezaba ''7D''.
-Si no se han muerto ya del asco...-murmuró el otro mientras guardaba la pistola.
La vieja puerta de madera se abrió con un ligero clic, al abrirse los dejó en la sala. Las paredes estaban pintadas de color salmón, menos mal ya pensaba que todo era humedad, pero como lo bueno no dura para siempre el suelo estaba para contrastarlo, el parqué, la moqueta o lo que fuera que ese hombre tenía en el suelo estaba cubierta por una preciosa alfombra de ropa sucia, algo que parecían latas de cerveza y cartones de pizza y a partir de ahí no se atrevió a comprobar que más.
Ni recogió una camisa del suelo y apartó la nariz asqueado.
-Eau de toilette Sobaqué pour home-gruñó devolviéndola al suelo.
Avanzaron entre la marea de suciedad, solo había dos estancias más, un cuarto con un baño, más ordenado que el salón, y un sótano.
-¡Joder!-exclamó Ichi cuando abrió la puerta.
Aquello era lo más parecido a un santuario dedicado a Kyubi, todas las paredes estaban cubiertas de fotos de su hermano, en todos lados y desde todos los ángulos.
-Virgen Santísima-segundó Ni al entrar tras él-¿esto qué es? ¿El club de fans de Kyubi? joder, Kyu tenía razón al decir que el tipo este era un maníaco obseso, ¿y si el acosador es él y no otra persona?
-¿Kiba? lo dudo, tú mismo lo has dicho, es un obseso de la ley.
Ni se paseó por el cubículo y arrancó una de las fotos en las que Kyu aparecía sonriendo a cámara mientras desaparecía entre el humo vestido con su traje negro.
-Lo que he dicho es que es un obseso de Kyubi, sabiendo esto el acosador pudo haberse puesto en contacto con Kiba y conociendo su obsesión ofrecerle información sobre él a cambio de que Kiba le sirviese de medio para capturar a Kyubi-dijo mientras seguía revolviendo entre las cosas que había por allí.
-Oye, ¿tú eres delincuente o poli? me parece que te has equivocado de bando Sherlock y desde luego vuelto un loco total, eso es imposible.
-Ya claro, y esta carpeta está aquí porque el hada buena la trajo volando-dijo señalando una carpeta abierta igual a la que se habían llevado de la comisaría y llena de información de todos los miembros de la organización-debemos darle gracias de paso porque solo hay fotos y supuestas direcciones en las que han visto a los ''sospechosos'' y no nuestros datos personales, y bien Watson, ¿algo que decir al respecto?
-Pudo haber fotocopiado la carpeta de la comisaría y traerlo para casa, eso no significa nada.
-No, claro que no, salvo porque esta carpeta tiene su mayor parte del contenido dedicado a ''Hatake Kakashi, presunto líder de la banda'', que la otra carpeta no tiene.
-Joder-dijo llevándose una mano a la cara-estamos hasta arriba de mierda.
-Yo sugiero ir a hacerle una amistosa visita a nuestro amigo el inspector-dijo mientras acariciaba la culata de la pistola.
-Ya, por si no te has dado cuenta a estas horas de la noche uno suele estar en su casa y no en el trabajo y yo aquí no lo veo.
-Déjame hacer una llamada y lo localizo en dos segundos-aseguró Ni.
-Tenemos que volver e informar, si lo sé, me apetece enfrentarme a Kakashi como una patada en los huevos, pero me apetece menos que nos encuentre un poli, así que arreando.
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Hinata se bajó del coche de Naruto delante del bloque de edificios donde vivía Kiba, nunca había estado allí antes y, sinceramente, no se había perdido nada, aquello hubiera pasado tranquilamente por la vivienda de Jack el Destripador. La puerta del portal estaba abierta pero por educación tocó al timbre, nadie contestó.
Genial, necesitaba a Kiba para que le informase sobre todo lo que supiera de Kyubi, por donde se movía o si tenía manías a la hora de robar, cualquier cosa para poder llegar a descubrir quién le había atacado, pero al parecer nada esa noche estaba a su favor, probando a llamar una vez más por si acaso, decidió acabar marchándose.
Subió al coche y se quedó sentada mirando al reflejo de aquella mujer desconocida del parabrisas que le devolvía la mirada detrás de unas gafas de sol oscuras.
-¿Quién te ha hecho esto, Naruto?-susurró.
Interrumpiendo sus pensamientos se oyó un pitido, era el móvil de Naruto, acababa de recibir un mensaje nuevo.
''Hemos encontrado algo importante, pasa de Kakashi y reúnete con nosotros en casa de Hachi y Nana. Ichi''
Hinata se quedó clavada en el asiento con el móvil en la mano, al parecer ellos aún no sabían nada de lo sucedido, ¿Pero cómo? Hachi tenía toda la casa controlada con cámaras y radares de movimiento, tenían que haberse enterado de una forma u otra. Luego recordó que Naruto había sido expulsado de la organización y que probablemente Kakashi en persona se había encargado de desvincular todo lo referente al rubio.
Entonces una idea peregrina pasó por su cabeza, vale, realmente era muy tonta y poco probable pero por intentarlo no pasaba nada. Abrió la carpeta del móvil que decía GPS y enseguida se abrió el mapa de toda la ciudad de Konoha, señalando con un puntito verde el lugar donde ella se encontraba, Naruto bien podía tener la dirección guardada en favoritos, era poco probable porque sería peligroso si alguien le robaba el móvil pero por intentarlo no pasaba nada. Abrió la carpeta de favoritos y se encontró con que esta le pedía una contraseña.
-Vamos mejorando por momentos ¿eh?-se preguntó a sí misma mientras volvía a guardar el móvil.
En fin, si Naruto había guardado sus direcciones de favoritos con una contraseña por algo sería ¿no?, al menos creía haber encontrado un hecho positivo en todo aquello, la única pieza del puzle que le faltaba era encontrar la bendita contraseña y como no era adivina, o bien se desgañitaba de la desesperación o buscaba uno de esos súper ordenadores de la comisaría que tanto le gustaban a Ino.
Resignada marcó el número de su amiga en el móvil de Naruto y esperó a que ella contestase.
-¿Diga?-contestó la rubia de mal humor y la voz adormilada.
-Necesito que vayas a la comisaría ahora-se limitó a decir.
-Hinata, ¿sabes qué hora es? ¡De madrugada!-se quejó.
-Es importante Ino-contestó seria-te necesito, nos vemos allí en media hora.
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Colgó el teléfono y maldijo, ¿es que ese idiota de Kiba no iba a contestar al teléfono? apenas se había marchado de allí hacía unas pocas horas y aún no había regresado. Con furia tiró el teléfono sobre el sofá y él mismo lo imitó segundos más tarde.
El inspector había llegado al punto de encuentro de ese noche hecho una furia, por supuesto no había asistido él en persona sino que uno de sus subordinados fue a tratar con él, al parecer su compañera de equipo, la tal Hinata que él ya conocía, había ayudado a unos delincuentes, seguramente hermanos de Kyubi, a robar toda la información que él le había proporcionado del caso porque era una fan del ladrón y por eso su furia contra Kyubi había aumentado hasta límites insospechados.
Su subordinado había aprovechado un momento de ida al baño para informarlo de todo y él le había dicho como actuar, ya era hora de atrapar a ese ladrón de poca monta y obligarle a que le dijese donde estaba el cetro.
Así que su subordinado le había dicho a Kiba que habían estado investigando a un tal Naruto Uzumaki que al parecer se encargaba de ayudar a Kyubi para encubrirlo y ayudarlo con sus asuntos y como prueba le mostró una foto ''retocada'' donde Naruto salía hablando de noche con un tipo vestido de traje de cuero negro, luego le habían dado la dirección de la casa de Naruto y lo había dejado marchar con la condición de que antes de llevarlo a la comisaría lo trajese aquí para resolver con él un asunto que tenían pendiente, el policía había aceptado de inmediato, cegado por la ira, y luego se había esfumado.
Pero algo debía haber pasado en la casa porque el policía aún no había regresado, tal vez había incumplido su promesa, pero lo dudaba.
El móvil sonó y lo recogió rápidamente.
-¿Y bien?-preguntó.
-Señor...-la voz de su subalterno sonó cargada de miedo.
-Habla-gruñó.
-El inspector...acaba de llegar pero no trae al ladrón con él-contestó-al parecer cuando...cuando llegó a la casa...vio al tal Naruto semidesnudo pintando a la mujer esa, Hinata, desnuda también, ella estaba durmiendo y él...él atrajo al ladrón hacia una habitación haciendo saltar la alarma, discutieron y...
-¡¿Y?!
-Le pegó un tiro en el estómago.
La maldición y los tacos se oyeron por toda la estancia.
-¿Lo mató?
-Dice que cuando lo abandonó aún estaba vivo.
-¿Y dónde está?
-En el vertedero municipal.
-Bien, quiero que acabes con ese estúpido, déjalo irreconocible y luego vete al vertedero.
-Sí, señor.
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-Lo he intentado mil veces Hinata pero este móvil tiene todas las contraseñas fuertemente protegidas-dijo Ino tras haber acabado la décima operación con el ordenador.
Apretó los puños, debió haberlo pensado, alguien como Hachi no dejaría desprotegido a ninguno de sus hermanos.
-Aún no me has explicado por qué estás vestida como Lara Croft y llevas el coche de Naruto, ¿qué está pasando, Hinata?
-Absolutamente nada, gracias por tu ayuda Ino, tengo que irme, ya hablaremos-dijo saliendo por la puerta.
-¡Oye, no puedes levantarme de la cama alas tantas y luego dejarme así!-se quejó la rubia.
Pero Hinata no hizo caso, salió de la comisaría, subió al coche, arrancó y volvió a aparcar a dos manzanas de distancia. Miró el móvil, en la pantalla brillaba en letras verdes la palabra ''Password''.
-Vamos a ver-empezó tecleando el nombre de Kakashi y al fallar probó con el de sus hermanos, direcciones, números al azar, pero al parecer nada funcionaba-veamos este-gruñó tras media hora de intentos fallidos-Kushina.
La pantalla parpadeó y mostró la señal de error. Vale, no era el nombre de la madre, de ninguno de sus hermanos, ni el de Kakashi, entonces, ¿su verdadero padre? ella no sabía cómo se llamaba, pero no podía ser, Naruto lo odiaba.
Naruto, se quedó helada. ¡Claro! un informático tan bueno como Hachi no necesitaba saber las contraseñas para acceder al móvil. Sonrió, ¿cómo no se le había ocurrido antes? nadie sabía que Naruto y Kyubi eran la misma persona, era una contraseña perfecta.
Introdujo ''Naruto'' en el casillero y como por arte de magia la página de favoritos se abrió, había muchas direcciones japonesas pero solo una de ellas se encontraba en Konoha, a las afueras, tenía que ser esa. Esperanzada y decidida guardó el móvil y arrancó, iría a hacerle una visita a Kakashi.
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-Esto es muy problemático-dijo Go mientras colgaba el teléfono-nadie de las altas esferas conoce a nuestro amigo el acosador, tanto trabajo para nada.
-Deja de quejarte-replicó Roku mientras paseaba de un lado a otro de la habitación con sus muletas.
-He tenido que llamar a media mafia napolitana, uno de los narcos me colgó mandándome a la mierda...si eso no es problemático...
-Creo que tengo algo-San entró por la puerta con el móvil en la mano-conozco a un importante tratante de arte, controla bastantes de las transacciones entre los museos de Europa y Japón y ha realizado alguna que otra transacción ilegal, le dije que alguien quería jugarle una mala pasada a Kyubi y él prometió averiguar algo al respeto.
-¿Le has dicho lo de Kyu?-exclamó Roku-¿y cómo sabe ese hombre que conoces a Kyu?
-Porque quise estafarlo una vez y pedí la cooperación de Kyu, es un experto en arte y yo no, como era un tipo que nos podía ser útil por su poder adquisitivo le dijimos que nadie sabría de sus pequeños trapicheos si prometía ayudarnos cada vez que lo necesitásemos y esta es una ocasión de emergencia.
-¿Y cuanto podría tardar en contestarte?-preguntó Kakashi, entrando en el salón oliendo a loción de afeitar y con el pelo mojado, eso sí, como siempre, la máscara puesta.
-No lo sé, supongo que hay bastante gente descontenta con Kyu, tú lo sabes mejor que yo.
Kakashi asintió mientras encendía un cigarro.
-Yo también me he puesto en contacto con viejos amigos pero no ha habido éxito y Hachi y Nana tampoco están haciendo grandes progresos, ¿dónde están los demás?-preguntó mirando a todas partes.
-Yon está en su cuarto, comprobando los expedientes de la policía otra vez por si encuentra algo que se le haya escapado antes, Ichi y Ni, ni idea-contestó la rubia.
-Perfecto-contestó Kakashi-esto es una puta anarquía.
-Sí, es bastante problemático.
-¿Podéis callaros?-recriminó Roku-alguien ha llegado.
-Serán Ichi y Ni-respondió San.
-No-dijo Roku-ese de ahí es el coche de Kyu.
Kakashi apretó los puños, tenía aprecio por su hijo, pero creía que había dejado las cosas bien claras.
-Pues el que baja no es Kyu, a no ser que se haya reasignado el género-murmuró Go-más bien parece una heroína de peli de acción.
Hachi apareció en la habitación y Nana detrás de él, con una sonrisa de oreja a oreja. Sonó el timbre de la puerta.
-¡Abro yo!-exclamó la peli rosa abalanzándose sobre la puerta-¡Hinata!
Encerró a la pelinegra en tan fuerte abrazo que Hinata por un momento pensó que se quedaría sin aire pero luego sonrió y correspondió al abrazo, esa noche le hacían falta. Detrás de Nana vio como Kakashi, Hachi y otros dos hombres y una mujer más la miraban estupefactos.
-¿Quién ha llegado?-otra mujer de pelo color café apareció en el cuarto con un portátil en la mano.
Sin duda esa era la familia de Naruto, aunque sino le fallaban las cuentas faltaban otros dos.
-Chicos esta es Hinata, la amiga mía y de Kyu, la policía que nos ayuda-informó Nana sin soltar a la ojiperla.
-Bueno, eso explica lo del coche-dijo la mujer rubia de cuatro coletas acercándose, vaya era bastante alta y voluptuosa-soy San, y ellos dos Go y Roku, al resto creo que lo conoces.
-Encantada-dijo Hinata.
La otra mujer, la del pelo color café, también se acercó a ella y le tendió la mano.
-Soy Yon, hablamos por teléfono una vez-dijo con voz dulce.
Hinata le tomó de la mano.
-Y ahora que nos conocemos todos empiezan las preguntas-dijo Kakashi.
Hinata enfocó su mirada en él mientras cerraba la puerta a sus espaldas.
-¿Cómo nos has encontrado? ¿Por qué has venido? ¿Te ha mandado venir Kyu? y ¿por qué te has vestido así?
Ahora que nana se había apartado un poco de ella Hinata pudo ver el lugar donde se encontraba, era un salón grande pintado de color gris y lleno de ordenadores por todas partes, vale, podía imaginarse de quién era la casa. Kakashi carraspeó.
-La historia empieza cuando me echan de la policía por ayudar a ladrones-empezó con una voz fría y dura sin separar la mirada del peligris que parecía sorprendido-no puedo volver a mi casa porque está vigilada por el enemigo, voy a casa de Kyu y me enteró de que a él también lo han echado, hacemos el amor, me despierto sola y a lo lejos oigo un disparo, en una habitación encuentro un gran charco de sangre y ni rastro de Kyu, os encontré adivinando la contraseña de su GPS, así que tengo material suficiente para una película pero lo único que quiero es encontrarlo y acabar con esta puta mierda de una vez.
Todo el cuarto se había quedado en un sepulcral silencio, Hinata se permitió ir observando las caras de una a una. Roku se había apoyado contra la pared y tenía la cabeza gacha, Go agarraba a San fuertemente por la cintura mientras ella mantenía una expresión incrédula en su cara, Yon estaba pálida, Hachi se encerró en el cuarto de al lado de un portazo, Nana empezó a llorar en silencio y Kakashi...juraría que había visto como el alma abandonaba su cuerpo y lo dejaba vacío.
-¡Puta mierda!-exclamó Go.
Escuchó unos sollozos pero Nana ya se había recompuesto y todos los demás estaban demasiado afectados como para tan siquiera llorar, y entonces se dio cuenta de que era ella la que lloraba. La peli rosa la apretó en un fuerte abrazo y Hinata se desahogó hasta agotar la última de las lágrimas.
-Sé cómo te sientes-le susurró al oído-tú le querías Hinata y él te quería a ti.
No fue una pregunta sino una afirmación.
En el cuarto de al lado se oyeron cosas romperse y un fuerte golpe en la pared, Nana de deparó de ella y miró hacia la puerta.
-Kyu es muy importante para él-susurró-siempre han sido inseparables ¿sabes? Hachi siempre mantiene una barrera de indiferencia pero esto es difícil de asimilar para cualquiera.
-Vamos a salir Kakashi-gruñó Roku con voz grave-esto no va a quedar así.
-Tiene razón-corroboró Yon-es de nuestra familia.
El peligris no respondió.
La puerta del otro cuarto se abrió de repente y por ella apareció Hachi, todo vestido de negro y cargado hasta arriba de armas.
-¿A dónde vas?-preguntó Kakashi, aunque todos sabían la respuesta.
Hachi pasó por su lado sin contestar y abrió la puerta de la calle volviéndola a cerrar de un portazo.
-Me voy con él, no puedo dejarle solo, además Kyu...-dijo Nana-cuídate Hinata.
Acto seguido ella también abandonó la casa.
-Yo tampoco me quedó-dijo Yon.
-Ni yo, no me importa que lo hayas echado Kakashi, sigue siendo nuestro hermano-afirmó San.
San, Yon y Go abandonaron la casa también.
-Esta pierna de mierda-se quejó el peli marrón-joder Kakashi, hay que hacer algo.
Pero Kakashi seguía sin contestar, mirando fijamente a Hinata. Ella vio esa mirada rota, la del padre que acababa de perder a uno de sus hijos, toda la agonía y la culpa mezcladas en aquellos iris negros y de repente todo el rencor y el enfado hacia él se esfumó, él se hubiera matado antes de echarlo si supiese que algo como eso pasaría.
-Yo...-quiso decir-joder...
La vos se le trabó y una solitaria lágrima cruzó su rostro, pero no hubo más, solo una lágrima por su hijo, una lágrima que contenía todos los millones que se retenían en su corazón. Hinata quiso llorar otra vez pero así no ayudarían a nadie.
-Puede que aún esté vivo-dijo-tiene que estar vivo y voy a buscarlo con o sin tu ayuda Kakashi.
-Lo sé y yo te ayudaré, nadie le hace daño a uno de los míos y vive para contarlo.
-Ichi y Ni acaban de llegar-dijo Roku-están hablando con Yon e Ichi casi tira un árbol de una patada.
Un minuto después tanto el pelirrojo como el peli azul entraron hechos dos furias.
-El policía está ayudando Kakashi-dijo Ichi mientras le tiraba la carpeta negra en las manos-hemos ido a casa de Kiba y encontramos eso, él es el topo de la poli, estaba obsesionado con Kyu, tenía una habitación entera llena de fotos, no está ni en la comisaría ni en casa, tuvo que ser él.
-Y yo ahora mismo voy a joderle a balazos-gruñó Ni mientras agarraba su Tokarev como si se le fuese el alma en ello.
-Y eso vamos a hacer-dijo Kakashi-Roku quiero que vayas con Hinata en su coche y que te armes hasta los dientes y te advierto que tengas cuidado o yo mismo te joderé la otra pierna, Ichi, coge el coche más rápido que tengas quiero recorrer todos los rincones de Konoha en menos que canta un gallo.
Los tres asintieron, Ichi salió de inmediato al garaje y Hinata fue a ayudar a Roku a armarse.
-¿Y yo, qué?-preguntó Ni, temblando de ira.
-Eres el mejor tirador junto conmigo, quiero que me des la mejor arma que tengas, esta noche tiramos a matar.
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Frío. El frío amenazaba con devorar su cuerpo, apretándole los pulmones, robándole el oxígeno que se escapaba de su cuerpo mientras la herida no paraba de sangrar. Pensaba en Hinata, en lo caliente que se había encontrado entre sus brazos, en ese amor que no había recibido desde la muerte de su madre y en las ganas que tenía de estar todo el rato con ella.
Pero el frío, el frío tiraba fuertemente de él hacia la inconsciencia, negándose a mantener el hálito de vida que lo mantenía atado al mundo, él no quería irse, no era el momento, no quería perder la felicidad ganada.
Pensó en todos esos genios del arte que él admiraba, todos muertos jóvenes, quedando como única huella de su paso aquellas preciosas obras que habían emocionado a miles de personas a lo largo del tiempo, él también dejaba una obra de arte a temprana edad.
Hinata...
Fue imposible mantener la conciencia y se fue abandonando al sueño.
Un coche iluminó el cuerpo inerte con los faros y se paró junto al vertedero.